A pesar de que muchas encuestas ya lo preveían, son pocos los que esperaban levantarse hoy con una salida del Reino Unido sobre la mesa. Los referéndums tienden a tener cierto sesgo en favor del status quo, y una salida de la Unión Europea parecía implicar suficientes riesgos como para que los británicos decidieran optar por la seguridad de lo malo conocido. Esto, junto al efecto movilizador que se intuía que podía tener el asesinato de Jo Cox y las dinámicas de las encuestas, hacía prever la permanencia como resultado más posible.
Sin embargo, no ha habido sesgo hacía el status y la opción de salir de la Unión Europea se ha impuesto en la votación que se celebró ayer, 23 de junio. Sorprendentemente, además, esta victoria se ha dado con una participación relativamente alta (72.16%, por encima de la participación en las últimas elecciones generales por ejemplo). Los expertos esperaban que una participación alta fuera beneficiosa para los partidarios de quedarse, ya que se suponía que los partidarios de irse estaban mucho más movilizados y, por lo tanto, unos niveles de participación altos suponían que los partidarios del Remain se habían motivado para acudir a las urnas a asegurar la permanencia. A pesar de que la participación ha sido especialmente alta, lo ha sido sobre todo en zonas rurales partidarias de la salida, la proporción de votos no ha sido suficiente y la opción de la salida se ha impuesto.
A pesar de que la participación ha sido alta, lo ha sido sobre todo en zonas rurales partidarias de la salida, la proporción de votos no ha sido suficiente y la opción de la salida se ha impuesto
Habrá que esperar a datos de los estudios post-electorales, pero si las encuestas preelectorales sirven como indicativo, parece claro que la victoria se debe a una alianza de UKIP y gran parte de los votantes conservadores. Además de otros votantes de mayor edad y menores estudios de los otros partidos políticos británicos. Es decir, una alianza de lo que acostumbramos a llamar perdedores de la globalización y votantes nacionalistas preocupados por el futuro de su país. A pesar de estar agregados, los datos muestran que el apoyo a la salida ha sido superior en las áreas con porcentajes menores de ciudadanos con estudios superiores, con menores niveles de ingresos y con más ciudadanos de edades avanzadas.
Los estudios hechos antes de las elecciones también demuestran tendencias claras por lo que hace a los posicionamientos políticos. Con la inmigración como uno de los principales argumentos a favor de la salida. En este sentido, un elemento que seguramente ayude a explicar el resultado es el “fracaso” del mensaje económico de la campaña por la permanencia. A pesar de que la mayoría de votantes creía que efectivamente, la salida tendría un impacto negativo en el PIB, muy pocos creían que esto les fuera a afectar a ellos mismos. Algo que seguramente explique porque una mayoría de los ciudadanos han votado por la salida a pesar de ser conscientes de los riesgos.
División territorial
A pesar de la victoria, hay dos elementos que los partidarios de la salida deben tener en cuenta a la hora de gestionar el resultado más allá de lo ajustado del resultado. En primer lugar, la división territorial del voto que puede acabar provocando importantes divisiones y tensiones en el país. Especialmente en el caso de Escocia, es probable que la salida de la Unión Europea provoque fuertes presiones para volver a celebrar un referéndum sobre la independencia. Los escoceses siguen siendo mayoritariamente partidarios de quedarse en la Unión Europea, y es probable que no se conformen con el resultado de la votación. Sobre todo teniendo en cuenta, que el miedo a la salida de la Unión Europea seguramente fue uno de los elementos que más miedo generó en el referéndum que celebraron en 2014. También Irlanda del Norte y Londres han mostrado altísimos niveles de apoyo a la permanencia, hecho que puede generar conflictos territoriales graves.
En segundo lugar, la salida de la Unión Europea también provoca cierto conflicto generacional que puede suponer un problema de cara al futuro. A pesar de la mayoría agregada en favor de la salida, entre los jóvenes el apoyo a la permanencia es bastante mayoritario. Si esto no cambia, y las nuevas generaciones siguen apoyando la idea de la permanencia, la mayoría actual que ha tomado la decisión de irse, podría desaparecer en unos años, generando nuevas tensiones como, por ejemplo, la aparición de partidos que pidan unirse de nuevo al club europeo.
Sea como sea, viene un período de gran inestabilidad política y social, tanto en el Reino Unido como en la Unión Europea. Un período en el que se deberán tomar muchas decisiones que marcaran el nuevo encaje del país en el continente y que determinaran las condiciones de vida y trabajo tanto de británicos como del resto de ciudadanos europeos.