Al principio de este campeonato pensaba que España era la favorita, que tenía que serlo. El fracaso es mayor cuando las expectativas son altas, lo que hace de este batacazo uno de los más oscuros, de los más dolorosos.
Nada ha funcionado, y aunque ahora sea fácil decirlo, no se debe callar lo obvio. España ha fallado, lo pensado no ha salido, desde la lista a los planteamientos y uno tras otro de los jugadores. Si la historia está en rescatar a alguien ninguno viene a la cabeza. Lo de Brasil quedará como uno de los momentos más bajos, y duele más por el contraste con el pasado reciente.
Toca la revolución, pues no sólo es un fracaso, también es el final de una generación, la mejor de todas, la que más veces nos ha levantado del sofá y nos ha puesto en la historia del fútbol. No es poca cosa, pero hablamos, ahora ya sí, del pasado.
Queda, por lo tanto, pensar en el futuro. En el caso de España eso no es poca cosa, pues hablamos de una selección que, mientras reinaba la absoluta, tenía también a todos los equipos inferiores mandando en sus categorías. Es el momento de Thiago, Mata, Javi Martínez, De Gea, Koke, Carvajal, Isco, Deulofeu, Jesé o Illarra. De los que vienen tirando puertas por detrás. Tocará que salgan Casillas, Xavi, Xabi, Villa, Torres o Reina, como ya se marcharon antes Puyol, Capdevila o Arbeloa.
Debe de salir también Vicente del Bosque. Le tengo en gran estima, creo que ha conseguido cosas que antes ni imaginamos, el estilo conciliador y amable es justo lo que se necesita para juntarse a ganar un Mundial. El problema es que toca una revolución y él no es de esos. Hay gente que no tiene miedo a cambiar todo radicalmente y esa es la gente que se necesita. Volviendo al presente se le debe rendir tributo, pero mirando al futuro tocan otros. La lista, aquí, es más sucinta. Quizá Benítez es el único técnico español que puede decir de verdad ser de la élite mundial. Quique Sánchez Flores, Pepe Mel, Paco Jemez, Juande Ramos, Michel. Nadie da el perfil a la perfección, pero todos partirían con una ventaja, no tienen ninguna atadura con el pasado. Y eso, ahora, es el primer requisito.