La música de la renovación, entonada por las bases, los dirigentes locales y asumida por la dirección del PP, con Dolores Cospedal al frente, quedó congelada a la que apareció el presidente. "El cambio prudente, el cambio tranquilo, el cambio semipensionista, el cambio hacia ninguna parte". Estuvo ocurrente e ingenioso Rajoy al descalificar a los partidos rivales. En especial a la suma de PSOE y Podemos, su principal inquietud, el gran Satán, la terrible pesadilla, el retorno a los infiernos.
Pablo Casado, uno de los impulsores de la conferencia política del PP, resumió en la apertura de la jornada algunas de las propuestas del viernes, que habían sonado a música celestial entre los presentes, más de mil militantes distinguidos llegados de toda España. Una persona, un voto, limitar los mandatos, reforma electoral para primar al más votado, consenso constitucional y hasta elección directa de los cargos... de todo eso se habló en la jornada inaugural, con gran eco mediático. Son mojones de lo que será el programa electoral. Se supone, porque Rajoy no hizo mención. "Cambiaremos lo que haya que cambiar", entonó en puro galleguismo conceptual. No acepta lecciones de la oposición, ni de sus primarias, "porque sólo se ven remedos de plebiscitos". Ante una nutrida representación de ministros satisfechos y barones derrotados, Rajoy pidió calma en los cambios, tiempo, mesura y, sobre todo, unidad, que es lo más importante para abordar las elecciones generales.
Ausencia de autocrítica
Los amagos de autocrítica apuntados por algunos dirigentes, como Cristina Cifuentes, Esperanza Aguirre o la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, quedaron aparcados. El mensaje del presidente no se mueve ni un ápice. Éxito de la gestión económica, que ha permitido sostener el estado del bienestar, y severas advertencias sobre lo que aparece ya en el otro costado, el pinza del PSOE y Podemos, que ya ha asaltado un gran número de ayuntamientos en toda España. "Los nuevos turistas del Ideal", los bautizó Rajoy, en homenaje se supone, al libro de Ignacio Vidal-Folch. "Estos lo quieren anular todo, si pudieran lo harían ya. Su único programa es el empeño sectario de impedir que gobierne el PP".
El viernes fue el nuevo PP. El sábado, el de siempre, Rajoy y sus tradicional letanía, adornada ahora con gruesos ataques a la coyunda de izquierda extremista que asoma por el horizonte. Para evitar que 'lo conquistado se pierda', el líder del PP se basa en dos argumentos. Este gobierno ha demostrado que hace las cosas bien y los que pretenden ocupar la Moncloa arruinarán este país. Vanagloria de gestión y agitación del miedo. Dos argumentos recurrentes en la campaña del 24-M que no dieron resultado. La dirección del PP confía en que, a la vista de las pifias y los desmanes que perpetran diariamente los nuevos alcaldes y ediles en toda España, la gente advierta de verdad dónde está el peligro y sus derivadas.
O nosotros o el caos, viene a ser la conclusión, tan poco novedosa y original. Algunos de los presentes comentaban al salir del cónclave que para ese resumen, para alcanzar esa síntesis, no hacía falta cambiar a la cúpula el partido, incorporar a jóvenes dirigentes, modificar los decorados, quitarse la corbata y hasta encerrar a la gaviota en un círculo digitalizado.
Este mismo lunes arranca la elaboración del programa electoral. Se incorporaran algunas de las sugerencias, de las novedades, de las reflexiones de esta conferencia. El partido como 'manantial de ideas", dijo Casado. "Nuestro comité asesor son 800.000 militantes", apunto Andrea Levy, otro de los jóvenes valores de la cúpula.
No ha amanecido un nuevo PP, como algunos deseaban. "La vida es lo que pasa mientras hacemos otros planes", como decía el músico. Pero sí hay síntomas de que la voluntad de renovación parece irrefrenable. Cospedal está en ello, y así lo apuntó en forma bien clara en su mensaje inaugural. Pero todo queda aplazado hasta después de las generales, en el próximo congreso nacional de la formación. Y para entonces, ¿dónde estará el PP? ¿Y dónde estará Rajoy?