Aún recuerdo a José María Aznar repetir hasta la saciedad que en Irak había armas de destrucción masiva y, por ello, implicó a España en una guerra sin sentido al formar parte del trío de las Azores. Tony Blair, George Bush y el propio expresidente popular nos llevaron a una guerra que no condujo a nada y que no cambió nada en el ámbito internacional. Solo nos llevó a tener muertes de civiles, de soldados y de periodistas, como José Couso.
Cuando Aznar pronunciaba estas palabras ya se conocía que no había ni rastro de esas armas. Así lo corroboró el enviado especial de la ONU que no dejó ningún lugar en Irak por inspeccionar. De hecho, cayó Saddam Hussein y jamás se encontraron las armas y tampoco pusieron fin a la guerra. Pero los mandatarios negaron la mayor y la contundencia con la que Aznar insistía en esas afirmaciones hacía difícil dudar de su palabra. Faltó a la verdad a conciencia y con sangre fría y recuerdo cómo mentía a preguntas de los periodistas. Podría ser que ahora estuviera pasando lo mismo con la 'caja b' del Partido Popular, que evidentemente para Aznar no existe, pero no olvidemos que esa 'caja b' y la trama Gürtel le costaron el cargo de presidente a Mariano Rajoy. Pero de los dimes y diretes de la política ahora vamos a palabras mayores, nuevamente la política sentada en el banco de los acusados.
Cuestiones del pasado
Ahora será Aznar el que, por primera vez, se siente en el banquillo, en condición de testigo, por el que han desfilado algunos de los máximos dirigentes de su partido y que él nombró ministros, por ejemplo, Acebes o Álvarez Cascos, y que, mira qué mala suerte, todos ellos atribuyen el conocimiento de las actuaciones en tesorería a una persona ya fallecida. Es decir, que no tenían ni idea de cómo se financiaba su partido. Parece difícil que alguien que está al mando de una formación durante tantos años como Aznar, 14 años, desconozca una manera de operar paralela a la correcta. No me cabe duda de que Aznar ya ha olvidado a los implicados en la trama Gürtel que asistieron como invitados a la boda de su hija.
Vamos a ver si se abre una nueva etapa en la manera en la que la política salga de los tribunales y esté en los lugares en los que debe estar: el Congreso, el Senado, los Parlamentos autonómicos, los ayuntamientos. Eso querrá decir que tenemos una democracia cada vez más fuerte y unos representantes públicos con sentido de Estado y siguiendo la máxima que todos deberían seguir y es la de servicio público.