Dicho así podría pensarse que el sector está disfrutando de una cierta bonanza, cuando en realidad no hace más que anunciar una reestructuración tras otra, pero ese tema ya lo advertimos hace tres años en "La interminable reestructuración bancaria española", artículo de una serie exhaustiva sobre la banca española. Lo que ocurre es que una cosa es la actividad normal, la que genera los beneficios ordinarios, siempre afectada por la coyuntura y los cambios tecnológicos y demográficos, por la competencia, y otra distinta es el arreglo del balance tras el desastre de años de corrupción y mala gestión, de intervencionismo político, mala supervisión y amateurismo, de disfuncionalidades del Eurosistema, del ejército de supervisores, de procrastinación y villarejos; el título va más por lo primero, aunque, lógicamente, ambas actividades se afecten entre sí.
Así pues, tras doce años de ajustes, que se dice pronto, hoy ya estamos ante una nueva realidad traída por el que promete ser el peor Gobierno de nuestra historia reciente y, aprovechando que el BCE anda en sus conferencias sobre estrés tests macroprudenciales, he creído conveniente que hiciéramos un rápido repaso al sector, explorando sus principales variables.
La prudencia española
Al menos la de los particulares, una virtud que, tras el desastre inducido y propiciado por quienes mandan, ha sido asumida de tal manera por el cuerpo social que casi es el principal determinante del negocio de bancos y de lo que queda de lo que fueron las cajas de ahorros. Escaldados por la locura pasada, los españoles hemos reducido nuestro apalancamiento, calculado éste como el endeudamiento respecto a la actividad, al PIB, bajándolo en casi un 50% (siguiente gráfica); lamentablemente y sin ninguna representatividad, nuestra casta política ha disparado la deuda pública asegurando impuestos futuros que paguen su vil enriquecimiento, un expolio que irá a más con los nuevos saqueadores.
Locura y digestión
La orgía de endeudamiento pasado sigue su previsible ajuste y sacrificios, de la misma forma que, a futuro, habrá de hacerse con el mayor gasto de quienes nos parasitan desde "lo público", algo que, sin duda, también tendrá sus efectos sobre el nivel de vida de los españoles. En el caso bancario la "digestión" del cúmulo de errores se ve en la progresiva reducción de la morosidad (siguiente gráfica, porcentaje de créditos "morosos" sobre el total de créditos), bajando casi en dos tercios, proceso que ha saneado el patrimonio de los españoles por distintas vías y que aún podría exigir otros 5 años hasta reducirse a niveles normales, eso sin contar que la morosidad aumentará con la previsible mala gestión económica del gobierno lunático con astronauta.
Sumaríamos así más de 15 años de "digestión", o casi dos ciclos de los negocios, algo que de tener una buena forma de gobierno nunca habría requerido tanto tiempo, pero en esto, como en tantas cosas, el egoísmo de mantener el estatus de cierta casta a costa de los españoles, exige atraso, vidas rotas y padecimientos innecesarios.
Estancamiento secular
Esa sería la mejor previsión para el sector, cuyo aumento del crédito lleva en recesión, en términos nominales, desde 2009 (línea negra, eje derecho, siguiente gráfica) y que, justo cuando estaba para salir de la misma, llegó el "doctor" Sánchez y aceleró de forma absurda y psicópata el enfriamiento económico, lo vimos. Lo que le ha ocurrido al sector (y lo que le viene) no tiene precedentes en España desde que existen datos homologables, quebranto que se añade a los efectos que sobre el negocio tiene el ciclo largo, tema clave que también vimos.
Como reacción a la locura pasada, de la que también son en buena parte responsables los gestores bancarios, además de los despidos (también lo vimos), el sector ha optado, con intermitencias, por ajustar la capacidad (cierre de oficinas; línea negra, siguiente gráfica) a un mayor ritmo (porcentaje) que la recesión del crédito (línea azul), un proceso que se ha acentuado desde que hicimos los análisis citados y en los que ya advertíamos del riesgo cierto de destruir negocio; pensemos que ciertas adiciones tecnológicas pueden tener productividad negativa (temas demográficos, despersonalización, etc.), aparte que el problema del margen ya no viene de los costes.
Margen y tipos negativos
A finales de 2019 tuve la fortuna de asistir a la conferencia de un estimado profesor, uno de los mayores expertos en banca de España, que incluso conseguía reunir en torno a una mesa a los principales CEOs (que no se soportan, por cierto), de quien omitiremos su nombre para no perturbar su merecida jubilación y porque las apreciaciones siguientes son mías. El caso es que, tras una, por demás, fructífera conversación reforcé las siguientes conclusiones: 1ª) los tipos negativos son una locura de pervierten todo el sistema económico y no solo los márgenes del sector; 2ª) como parte importante de los beneficios son generados fuera de España, se incita a opas y al desguace desde el exterior de nuestros grandes bancos, un tema que se agrava por la corrupción interna; y 3ª) tras repasar la crisis de los repos, que sigue, al explorar el Euribor, mi conclusión es que dicho indicador -con el que, en su locura, se fijaron los tipos con márgenes errados- es un parámetro virtual, pues no tiene fundamento suficiente en transacciones reales entre bancos. Todos temas de calado, de los que hoy solo trataremos el último.
Si uno observa el margen financiero en Estados Unidos (línea azul, gráfica anterior) y el de aquí (línea roja), puede ver como se separan en contra de España. Aunque puede haber alguna discrepancia en el cálculo, está claro que erró en el margen teniéndose que ir a por el volumen (burbuja). Cosa que no extraña si se observa el Euribor (antes MIBOR) y, ya puestos, hubiera sido mejor utilizar la inflación, evitándose así la represión financiera y los malos cálculos de riesgo, temas ignorados por nuestra "Academia". Encima, con las locuras del BCE, lo han puesto peor con su demagogia socialdemócrata de los tipos negativos, que la amateur de Lagarde, todo lujos, justifica, sin ninguna base, para luchar contra el paro; pero eso sí, los populistas somos los demás, claro. Los tipos reales negativos son un robo legal de los ahorradores a favor de los deudores, que además, insisto, afectan un indicador virtual al que le aplican spreads (márgenes) mal calculados. Un pan como unas tortas que puede dejar zombi al sector.
Sana y que dure
El que el sector tenga dificultades de rentabilidad, sobre todo si se la compara con los años anteriores al 2000, antes de que empezaran a hacerse todo tipo de innovaciones de amateurs, no quiere decir que no esté sano, aunque todavía tenga mucho que digerir; de hecho, nuestro sector bancario fue uno de los mejores del mundo en el área retail o particulares. Lógicamente, por su extensión, no podemos poner todos los ratios actualizados de los artículos referidos, pero la conclusión sobre su buena salud hecha entonces sigue intacta y, como resumen, diremos que sigue con buena solvencia, gracias a las enormes capitalizaciones (públicas y privadas) tras la crisis (línea negra, siguiente gráfica), y generando fondos adecuadamente (línea azul), reaccionando bien, como el resto de la economía, siempre y cuando los parásitos de "lo público" les dejan, claro.
A futuro, el verdadero problema del sector no es de tamaño, rentabilidad y capitalización, sino en los nuevos gestores políticos queriendo meterle mano al sector para justificar sus privilegios. Con el Gobierno anterior, además de corrupción e ineficiencia, también había cierta competencia y cierta prudencia, pero es que ahora la ignorancia y la osadía van de la mano y, en cuanto a la corrupción, nada bueno puede esperarse de quienes tienen extrañas relaciones con regímenes criminales y que, además, viven sobre el espejismo del último momento dulce de la demografía, algo que les hace creer que sus malas ideas económicas no tienen consecuencias. Con ese conjunto de factores yo diría que sí, que el año largo del 2020 al 2021 será el último año "bueno" de la banca.