Opinión

La batalla por el relato en Venezuela

Venezuela es una dictadura ya a cara descubierta y el ganador de unas elecciones está en el exilio

  • Pedro Sánchez, recibe al candidato opositor de Venezuela Edmundo González -

El opositor venezolano Edmundo González Urrutia llegó a España el domingo pasado como refugiado político tras una negociación en la que, según parece, Zapatero metió el cazo. Esta misma semana el Congreso de los Diputados le reconoció como presidente, pero Pedro Sánchez no tiene intención de hacer lo mismo. Dice que esperará a que la Unión Europea tome una posición única y actuará en consecuencia, pero con el Estado palestino no fue tan exquisito. Nada de lo que extrañarse. Sánchez hace una cosa u otra en función de sus siempre cambiantes necesidades.

Que González Urrutia haya abandonado el país supone, así de primeras, un importante revés para la oposición. Su salida se produce tras un mes de represión salvaje por parte del chavismo tras las elecciones del 28 de julio. Esas elecciones Maduro asegura haberlas ganado pero aún no ha hecho públicas las actas electorales. Desde entonces más de 2.500 manifestantes y opositores políticos han sido detenidos y acusados de terrorismo. Hasta el momento han perdido la vida unas 25 personas, y si no han sido más se debe a que la oposición se ha manifestado con menos frecuencia y de forma mucho menos masiva que en otras ocasiones..

El propio González Urrutia estaba en busca y captura ya que el fiscal general Tarek William Saab ordenó su detención… y ya sabemos lo que viene después de una detención en Venezuela si eres un opositor. Lo más probable es que te torturen (el lamentable estado de las prisiones en Venezuela es ya una tortura en sí misma) y te encierren durante muchos años tras un juicio farsa. A Urrutia le acusan concretamente de instigar protestas tras las elecciones. Lo cual no deja de ser curioso porque una de las labores de la oposición es esa misma, protestar, más aún cuando hay sobrados motivos para ello.

El hecho es que sabemos que, con el 83% de las actas, González Urrutia no ganó, arrasó en las elecciones del 28-J así que es justo considerarle presidente electo. De modo que quien llegó el domingo por la noche a la base de Torrejón de Ardoz no era un simple opositor como Antonio Ledezma o Leopoldo López, sino el presidente legítimo de Venezuela. Si ese país no fuese una dictadura, González Urrutia debería en estos momentos estar tramitando el traspaso de poderes para, en el mes de enero, tomar posesión del cargo. Pero Venezuela es una dictadura ya a cara descubierta y el ganador de unas elecciones está en el exilio.

El movimiento de la oposición

Habría que plantearse aquí para qué diablos Nicolás Maduro convocó aquellas elecciones si sabía que las tenía perdidas de antemano y que habría de tomar medidas drásticas contra la oposición el día después. Seguramente porque no pensó que su derrota sería tan colosal. Tampoco tuvo en cuenta que la oposición esta vez iba a hacerse con un número considerable de actas, algo que le complicaría presentar documentación falsificada a los observadores tradicionalmente más cercanos al régimen como el Centro Carter o las Naciones Unidas. Fue este movimiento de la oposición lo que ha marcado la diferencia.

Ante esto todo lo que han podido poner es simple terror. Llevan más de un mes persiguiendo a los opositores. El opositor en jefe en Venezuela es María Corina Machado, pero el candidato no era ella, sino Edmundo González Urrutia. Tenía un valor simbólico, no tanto político, ya que la que estaba destinada a presentarse a esas elecciones era Machado. Pero no pudo hacerlo porque el régimen se lo impidió, así que tuvieron que buscar de urgencia algún candidato de consenso y no había mucho donde escoger porque prácticamente todos los líderes opositores están o en la cárcel, o en el exilio o inhabilitados.

Ahora la pregunta es si el Gobierno irá a por Machado o si se contentará con perseguir a sus principales asesores. Machado permanece en el país, aunque se arriesga a ser detenida y encarcelada

Que Urrutia se haya refugiado en España es un golpe para la oposición, eso es indudable, pero su vida estaba en peligro. La amenazas, citaciones, órdenes de arresto e incluso chantajes que ha padecido en el último mes demuestran que el régimen no tiene escrúpulos ni límites en su obsesión por silenciarle. Maduro demuestra con ello que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantener el control del poder. Ahora la pregunta es si el Gobierno irá a por Machado o si se contentará con perseguir a sus principales asesores. Machado permanece en el país, aunque se arriesga a ser detenida y encarcelada.

La salida de Machado ha sido voluntaria según se desprende de lo que dijo el propio Urrutia y confirmó el Gobierno español. Hasta ese momento había estado bajo protección consular en la embajada de los Países Bajos, donde se refugió poco después de las elecciones porque, con razón, temía por su vida. Urrutia no es precisamente joven, tiene 75 años y su perfil no es el de un opositor bragado en las manifestaciones callejeras. No es, en definitiva, un político. Se trata de un diplomático de tendencia socialdemócrata, pero esencialmente un técnico, un diplomático de carrera que trabajó en el ministerio de Asuntos Exteriores como secretario de las embajadas venezolanas en San Salvador y Washington y como embajador en Argelia y Argentina de 1993 a 2002. De hecho, Hugo Chávez le confirmó como embajador en Buenos Aires cuando llegó al poder.

Su perfil político siempre fue muy bajo aunque desde hace una década figuraba e las listas opositoras. Fue, por ejemplo, representante internacional de la Mesa de Unidad democrática, la MUD que se presentó a varias elecciones entre 2008 y 2018. Era opositor, pero no un opositor peligroso ni especialmente activo, por eso el régimen no se había fijado en él. Pero cuando en marzo Machado fue inhabilitada no había mucho donde elegir dentro de Venezuela, así que le ofrecieron presentarse y aceptó a sabiendas de que él nunca había hecho política y que la cosa podía ponerse muy fea.

Once años de Maduro

Había posibilidades reales esta vez de acabar con el chavismo apuntándose una victoria clara que obligase al régimen a negociar. Las encuestas muestran que los venezolanos rechazan a Maduro de forma masiva, lo cual tampoco es extraño, son 11 años ya de desgobierno marcado por el autoritarismo, la hiperinflación, la corrupción rampante y la pésima gestión que ha conducido a un colapso casi total de la economía y al éxodo de unos ocho millones de personas. 

Se celebraron las elecciones y pasó lo que tenía que pasar, que la oposición ganó, pero el régimen se cerró sobre sí mismo anunciando la noche electoral una victoria de Maduro que nadie creyó. El Consejo Nacional Electoral, controlado por el régimen, aún no ha publicado las actas mes y pico después de declararlo ganador. Al principio culpó a un ataque informático desde Macedonia del Norte, ahora directamente es que no pretenden publicar nada porque saben que han perdido. Esas actas no se pueden falsificar porque están protegidas por un sistema de encriptación y firma digital. Entretanto, los jueces que Maduro eligió personalmente para el Tribunal Supremo han ratificado su reelección en un fallo que no admite recurso. La disputa ha afectado las relaciones del régimen bolivariano con países cercanos como Colombia y Brasil, cuyos Gobiernos de tendencia izquierdista han tratado de mediar una solución política, pero Maduro no tiene intención alguna de negociar nada.

El régimen se ha concentrado en reprimir a todo el que proteste, especialmente al círculo cercano a María Corina Machado. La semana pasada en una videoconferencia dijo que miles de activistas de la oposición están escondidos porque si se prodigan mucho por la calle serán detenidos. Entre ellos se encuentran seis asesores de campaña que desde marzo se encuentran refugiados en la embajada argentina en Caracas. La semana pasada, agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia, el infame Sebin, rodearon la embajada y cortaron el suministro eléctrico, lo que hizo pensar de que el complejo diplomático podía ser asaltado. No se atrevieron, seguramente porque el Gobierno brasileño ha asumido la custodia de esa embajada tras la expulsión de la misión diplomática argentina. Ya tiene que andar mal la cosa para que Maduro tenga que andar amenazando a Lula.

Cadena de fracasos para el chavismo

Podríamos pensar que con la salida de Urrutia se apunta un tanto, pero no creo que sea así. Su peso específico era pequeño. Tiene, como apuntaba más arriba, valor simbólico y a los símbolos, especialmente si son valiosos, es bueno tenerlos a buen recaudo. En España, a Urrutia nada malo le pasará, cosa que no era ni mucho menos segura dentro de Venezuela. Pero aún dando por bueno que esto favorece al chavismo (algo que dudo), el resto le ha salido todo mal en los últimos meses. Lo que debía ser otra farsa electoral como las que vienen haciendo desde hace década y media, se ha convertido en una cadena de fracasos que comenzaron con el triunfo de María Corina Machado en las primarias de la oposición, donde laminó a los opositores que estaban dispuestos a entenderse con el régimen. Luego vinieron las inhabilitaciones. El régimen inhabilitó a María Corina Machado, que, en lugar de complicarse en un largo proceso de apelación que no iba a ninguna parte, señaló a Corina Yoris como sustituta, pero también fue inhabilitada. Ahí apareció Edmundo González Urrutia, a quien no podían inhabilitar porque su perfil era bajísimo y no se le podía acusar de nada. 

Llegaron las elecciones y las perdieron. La oposición supo movilizar al electorado y gracias a sus interventores en los centros electorales consiguieron hacerse con el 83% de las actas que luego subieron a internet. Eso ha puesto en evidencia a Maduro, el fraude ha quedado destapado y ni los Gobiernos amigos como el de Brasil o el de Colombia (no digamos ya Chile, donde Boric se ha convertido en un antichavista convencido), ni observadores como el Centro Carter que en otras ocasiones daban por buenos los resultados, han podido sostener su apoyo. Sólo tiene de su lado a Cuba, a Putin, a los ayatolás iraníes y a la extrema izquierda española.

No sabemos lo que pasará de aquí en adelante, pero la batalla por el relato la han perdido de forma estrepitosa. Que Urrutia esté en Caracas refugiado en una embajada o en Madrid en casa de su hija es lo de menos. Llevaba desaparecido desde el 29 de julio y realmente nadie le votó a él personalmente, sino a lo que él y otros muchos representan. Su papel en lo que esté por venir durante los próximos meses es importante, pero no fundamental.

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