Opinión

El futuro de España se juega en Lérida

A lo largo de la última década -la década perdida para todos los catalanes- se han vertido ríos de tinta sobre las claves para embridar el procés. En realidad, todos

  • Sociedad Civil Catalana en la campaña de Manresa.

A lo largo de la última década -la década perdida para todos los catalanes- se han vertido ríos de tinta sobre las claves para embridar el procés. En realidad, todos sabemos lo que hay que hacer, aunque siempre falte voluntad política y musculatura económica para llevarlo a cabo. Sin embargo, en estos planteamientos suele haber un ángulo ciego: la Cataluña interior. Hemos practicado demasiadas veces el desistimiento. Se asume que es un territorio perdido y se concentran las energías en Barcelona y su área metropolitana.

La estrategia del encastillamiento metropolitano tuvo sentido como catenaccio ante el tsunami procesista, pero es una estrategia que nunca podrá ser ganadora. La razón es clara: el sistema electoral catalán. Y la demostración es evidente: aunque los no independentistas hemos tenido hasta 2021 siempre más votos, nunca hemos sumado mayoría parlamentaria. Porque, de acuerdo a la vergonzante disposición transitoria segunda del Estatut, la provincia de Barcelona tiene limitada su representación en el Parlament, independientemente de su población.

En otras palabras, las mayorías en el Parlament se deciden en Tarragona, Gerona y, muy particularmente, en Lérida, que es la provincia que tiene una sobreprima mayor de diputados y que acaba inclinando siempre la balanza. Digámoslo claro. Un voto en Lérida vale 2,3 veces más que uno en Barcelona. A su vez, se necesitan 30.000 votos para lograr un escaño en Gerona o Tarragona, mientras el de Barcelona cuesta 48.000 papeletas.

Son indispensables dos tercios para aprobar una ley electoral en el Parlament y el nacionalismo ha boicoteado todos los intentos durante cuarenta años

Hasta ahora, el constitucionalismo catalán ha reclamado e insistido una y otra vez en la aprobación de una ley electoral justa y equilibrada. Es una demanda lógica y casi desgarrada ante unas reglas del juego tan marcadas y sesgadas. Pero es un grito en el desierto. Son indispensables dos tercios para aprobar una ley electoral en el Parlament y el nacionalismo ha boicoteado todos los intentos durante cuarenta años.

Así que solo queda una solución: ganar en la Cataluña interior. O, al menos, sacar un mejor resultado. Porque un mejor resultado, acompañado de la resistencia de Barcelona, implicaría el vuelco político en Cataluña. Por eso el plan estratégico de Societat Civil Catalana pasa por un fuerte crecimiento y despliegue en todas las comarcas de Cataluña. Por eso, este pasado martes presentamos en Manresa, el corazón de la Cataluña independentista, la campaña “Som molts”.

El objetivo es doble. Por un lado, recordar a los catalanes constitucionalistas de las comarcas interiores de Cataluña que son muchos más de los que piensan. No están solos. Son y han sido héroes, pero más numerosos de lo que imaginan. En la propia Manresa, casi cuatro de cada diez votantes no son independentistas. Ciertamente, el ambiente social y simbólico es opresivamente univocal y se requiere una valentía heroica para alzar la voz en contra de la opinión oficial y omnipresente de la tribu.

Alternativa cultural

Por otro lado, llamamos a organizarnos, a romper la espiral de silencio y a articular una alternativa cultural y social a través de una plataforma civil y plural como la nuestra, u otras iniciativas similares. Recordemos que hace quince años los independentistas eran pocos. Pero se organizaron, trazaron un plan, se visibilizaron y hoy tienen la hegemonía. Si ellos, siendo pocos, lo lograron, ¿por qué no vamos a poder nosotros, siendo muchos aunque hasta ahora silenciosos?

España no recuperará la normalidad política y la estabilidad hasta que se apaguen las llamas del procés. Para eso no basta la estrategia del mero contentamiento, porque el fuego nacionalista siempre quiere más madera. Necesitamos un cambio político y cultural profundo en Cataluña. Para eso hay que equilibrar el ecosistema socio-cultural y el resultado electoral en las comarcas interiores. Cómo hacerlo puede ser materia de otro artículo. Pero si se quiere, se puede. Y se debe. Porque el futuro y la estabilidad de España se juega, ahora mismo, en los colegios electorales de Lérida.

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