Cayetana es, como casi todo lo bueno en la vida, un lujo no apto para todos los paladares. Suele suceder con las ostras, el whisky, o el fugu, ese pescado venenoso que se degusta en Japón y que tiene un sabor delicioso, sin peligro alguno para la vida de quien lo cata siempre que el chef sepa lo que se trae entre manos. Como todo en la vida. Si no conoces con qué tipo de persona estás tratando, creerás que te está intoxicando cuando, a lo mejor, quien lleva la toxina dentro eres tú mismo. Porque Cayetana es un detonante que hace emerger al tonto de su propia tontería, al totalitario de su piel de cordero y al imbécil de su misma imbecilidad.
Por seguir com el símil del fugu de marras, sepan los interesados que el veneno que contiene llámase tetradoxina, sustancia que produce un efecto rápido, violento, súbito, pasando por una primera fase de adormecimiento de la boca, seguida por una parálisis general, y desembocando, fatalmente, en la muerte. Algo similar a lo que está pasando en el centro derecha. Intentan comer el pez globo, el fugu, que Sánchez agita de vez en cuando como ahora con el asunto de los jueces, y no saben que la ponzoña está ahí, siempre enmascarada tras el presidente del Gobierno. Lo mismo con la moción de censura. Cayetana habla sin complejos acerca de la misma y se lamenta de la falta de unidad existente. Todos temen a todos, nadie se fía de nadie, o, peor todavía, actúan como si estuviéramos todavía en los años ochenta. El error es gravísimo y las consecuencias lo serán más, porque el voto fraccionado entre PP y Vox no da mayoría en ninguna de las encuestas. A Ciudadanos no lo cito por motivos evidentes.
Se impone, pues, actuar si es que pretenden hacer algo positivo y no resignarse a vivir en un régimen bolivariano y deshecho en repúblicas de medio pelo confederales. Pero actuar significa unidad. ¿Está Casado en esa lucha o teme, por el contrario, que le llamen facha por trabajar junto a Vox? Eso despierta en mí una pregunta que Cayetana también se hace. ¿A qué tanto remilgo con Vox en la cámara nacional cuando el PP está gobernando en Madrid capital, en la comunidad autónoma de ídem, en Andalucía o en tantos otros sitios con el apoyo de los de Abascal? ¿Ahí sí, pero en el congreso no? ¿Tanto le puede la estética a la actual dirección popular que se hace la foto de Colón pero no la de presentar una moción conjunta? ¿En qué quedamos, era virgen o era puta, era monja o meretriz, son galgos o son podencos?
Si Cayetana mandase no se habría llegado a este estado de postración en el que vive la oposición, siempre dos pasos por detrás del sanchismo bolivarista"
Tengo por cierto que Cayetana, liberal a machamartillo y a leguas del pensamiento político de Santiago Abascal, entendería la necesidad de coordinarse con todos aquellos que compartiesen el deseo de una España en la que la libertad, la justicia y la ley fuesen paradigmas de quienes vivimos en este gran país. Si Cayetana mandase no se habría llegado a este estado de postración en el que vive la oposición, siempre dos pasos por detrás del sanchismo bolivarista. No es nada extraño que su cese como portavoz se celebrase con champán –con champán digo, y es literal– en los grupos que se están cargando el Estado de Derecho. Cayetana es, lo he dicho en alguna otra ocasión, una Thatcher a la española, pero con más lecturas, más enjundia intelectual y, eso a mí me parece magnífico, un mayor conocimiento acerca de Borges. La izquierda no teme a los sargentos cuarteleros por más voces que den o a las vocecitas de misa de once, teme a la gente brava y con estudios como Cayetana, teme a la inteligencia, y teme a todo eso por su idiocia, su estulticia, su ignorancia oceánica. ¿O es que alguien pone en duda que en un mano a mano, Cayetana se merendaría vivas a Lastra, Montero, la Chiqui, Ábalos, Garzón y su chófer? O a Sánchez e Iglesias, ya puestos. O a los separatistas, uno detrás de otro. Como diría una clásica de la revista, “Me temen porque estoy preparada”.
Si Cayetana mandase, Sánchez lo tendría mucho peor. Si Cayetana mandase, Iglesias se subiría por las paredes, a las pruebas me remito. Si Cayetana mandase, los separatistas sabrían que no se la achanta por más hordas de energúmenos que le envíen, como demostró en la universidad ante una multitud de violentos. Con Cayetana al mando muchas personas albergarían esperanza, cosa importantísima en estos tiempos de tribulación y horizontes cuajados de nubarrones más negros que la noche.
Dicho lo cual, pregúntese usted, querido lector, la razón por la cual no manda Cayetana si reúne todas esas virtudes.