Opinión

Chanel, 'SloMo' y la cobertura de Eurovisión en TVE

Resulta aceptable que la televisión pública se vuelque con esta joven artista que ha conquistado a medio país o que los comentaristas de la gala aplaudan los puntos que recibe. Pero conviene no perder el foco

  • Ensayo de Chanel para Eurovisión

Sabíamos muchas cosas sobre Eurovisión antes de esta edición. Sabíamos que este es un espectáculo televisivo de muchas luces, poco sonido y demasiado aburrimiento. Sabíamos que existen otras muchas cosas más edificantes que verlo, como por ejemplo leerse un buen libro. Sabíamos que sólo merece la pena ver la actuación de tu propio país y, por supuesto, la parte final, la de las votaciones, que es donde reside la emoción de la cosa. O sabíamos que se trata de un concurso bastante friqui en todos los sentidos.

Lo que no sabíamos, claro está, es que una canción como la que presentó Ucrania podía ganar el concurso porque Rusia invadió ese país. Y tampoco sabíamos que Televisión Española iba a volcarse así con la concursante patria, Chanel, que lo hizo fenomenalmente con ese SloMo -baile magnífico y letra que insulta al castellano-, que hizo vibrar a los espectadores y que quizás merecía más pero que se vio perjudicada porque el público votó por la geopolítica y no por la calidad musical.

Consideraciones sobre el resultado aparte, lo que aquí nos ocupa es la cobertura de TVE. Decíamos que el apoyo a Chanel es ciertamente lógico, pero también hay que dejar escrito que fue exagerado. Resulta aceptable que la tele pública respalde a la representante española, que cebe el concurso durante toda la semana, que los comentaristas (acertados Tony Aguilar y Julia Varela) aplaudan con entusiasmo los puntos que recibe o que algunos presentadores o colaboradores se emocionen con ella en directo.

Todos somos ahora "chanelistas", todos estábamos ilusionados con su posible victoria y todos valoramos como merece su tercer puesto (mejor clasificación de España desde hace 27 años). Sin embargo, no conviene evadirse de la realidad y perder el foco o la cabeza

Porque sí, porque todos somos ahora "chanelistas", todos estábamos ilusionados con su posible victoria y todos valoramos como merece su tercer puesto (mejor clasificación de España desde hace 27 años). Sin embargo, no conviene evadirse de la realidad y perder el foco o la cabeza. Deja de ser razonable, se convierte en desmesurado y hasta roza el ridículo emitir tras la gala un programa especial cargado de forofismo, hipervitaminado y ayuno de seriedad como el que vimos este sábado de madrugada.

"Somos ganadores". "Hemos batido todos los récords". "Esta noche no nos vamos a ir a dormir". "Vamos a estar toda la noche con este programa". Con frases así arrancaba el espacio Todos con Chanel, obviamente pensado para celebrar una victoria que no llegó. Parecía que, en efecto, España había ganado el festival. La verdad es que Chanel, esa artista que ha conquistado a medio país por su naturalidad y su sinceridad, estuvo cerca de la gloria, sí, pero no la alcanzó.

Es el mismo éxito inesperado que ya ocurrió (o empezó, mejor dicho) con el Benidorm Fest que decidía quién iría al festival europeo. La verdad es que Eurovisión ha vuelto a enganchar a la gente -quizás necesitada de otro tipo de consumo televisivo tras la pandemia- y en TVE han encontrado su filón para recuperar su paupérrima audiencia.

La realidad, más allá de tanto elogio y tanta burra sensiblera que se quiera vender, es que la tele pública se vuelca con el fenómeno de Chanel porque los que mandan de repente han visto la luz al asistir al éxito inesperado de este contenido que llevaba años y años venido a menos (cómo olvidar a John Cobra o Rodolfo Chikilicuatre, por poner un par de casos). Es el mismo éxito inesperado que ya ocurrió (o empezó, mejor dicho) con el Benidorm Fest que decidía quién iría al festival europeo. La verdad es que Eurovisión ha vuelto a enganchar a la gente -quizás necesitada de otro tipo de consumo televisivo tras la pandemia- y en TVE han encontrado su filón para recuperar su paupérrima audiencia.

En pleno delirio chanelista del citado programa TVE anunciaba en directo que "esta casa se ofrece a colaborar con Ucrania en la realización del próximo festival y, si no pudiera celebrarse allí, a albergar el festival en España". Luego conectaban en directo con alguien experto en redes sociales que empezaba a cortarse el pelo al cero por el tercer puesto de la española. Y así todo. Lo bueno, eso sí, es que duró poco.

En síntesis, no está reñido aplaudir a Chanel y su equipo por el trabajo bien hecho y hasta celebrar la cobertura de TVE, pero determinados excesos sobran. El público es adulto y no le gusta que intenten engañarle con sandeces.

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