Opinión

De Albares ni los andares

La astracanada contra Milei, la infamia de Venezuela, la guerra del cerdo chino...la diplomacia española avanza hacia derroteros hasta ahora impensables

  • El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a su llegada a la sede de la Comisión Europea -

Del cerdo, hasta los andares. De Albares (Madrid, 1972), ni los modales. Personaje de arrogante presencia y de enclenque consistencia (profesional) actúa como ese nene cobardica que insulta en el cole y corre luego a ocultarse detrás de su amigo el fortachón. Sánchez en este caso. Ahora dice que él no ha sido. Que no ha negociado con Caracas el asilo de Edmundo González, el presidente electo de Venezuela. Salió a desmentirle Delcy González, la señora Danvers de la criminal dictadura. Se ha negociado y se ha ejecutado lo pactado. Edmundo, para España, tal y como se acordó con Zapatero, el trijumán del chavismo. Fuera el problema. Allí se quedan Corina Machado, sola ante el sanguinario gorilón, y millones de venezolanos desolados y sin esperanza.

La endogamia y el nepotismo es moneda común en los despachos más elevados de la UE. Nadie pasa por advenedizo en ese nido de impostores

Tras una meliflua carrera, consistente en llevarle la cartera por los aeropuertos de Europa al tótem del progreso, Albares ha alcanzado, al fin, su nivel de incompetencia, rayano con el de los jarrones que ornan el Palacio de Santa Cruz, sede de Exteriores antes la mudanza al inhóspito mamotreto de la Plaza del Marqués de Salamanca.

Sería injusto afirmar que es el más incompetente de los ministros europeos en la especialidad. La titular belga, Hadja Lahbib, brillante periodista que fue, le disputa el podio. Es el nivel ramplón de esta realidad europea que ha sobrevivido muy malamente a cinco años de Borrell al frente de Exteriores y Seguridad y llega ahora Kaja Kallas, exprimera ministra de Estonia, hija de un exprimer ministro estonio y exdiputado en el Parlamento Europeo, para ocupar el puesto. La endogamia y el nepotismo es moneda común en los despachos más elevados de la UE. Nadie pasa por advenedizo en ese nido de impostores.

El Gobierno español no negoció con Caracas, asegura Albares con una obstinación que delata la mentira, porque nada se le dio a cambio. ¿Quitarse de en medio al líder opositor, al vencedor en los comicios de julio, no es una buena transacción? ¿Negarle como legítimo presidente del país no es un chollo para el espadón? Hoy el Congreso de los Diputados apoyará mayoritariamente la iniciativa del PP para reconocer a Edmundo González como auténtico presidente de Venezuela. El PSOE y su pléyades de liliputienses periféricos (salvo PNV) respaldarán al bigotón fachoso y criminal. Puro progreso.

Zapatero, oh casualidad, también tiene mano en el coloso asiático. Las dictaduras son su biotopo natural, su ámbito propicio de negocios

Como en Moncloa andan zombis, aparece Pilar Alegría, la ministra portavoz en trance de ser reenviada a su Zaragoza originaria, y dice el lunes que se negoció, naturalmente, cómo no. O sea que contradice a Albares y se pone del lado de Delcy. Y todos le agradecen a Zapatero, silente permanente, su irreprochable gestión como puente humanitario entre los sanguinarios de allí y los complacientes de acá. Es el expresidente español el que consuma el pacto, el que redondea la 'operación Edmundo' al servicio de Maduro, que así descabeza a su firme rival sin más salpicaduras de sangre.

Agitado el lío, encendida la polémica, Albares se ha quitado de en medio y se ha refugiado bajo el ala protectora de Pedro Zumosol, con quien se embarcó rumbo a China (è vicina) donde está enfrascado en estos momentos en arreglar lo de la guerra del cerdo. Una cuestión más enrevesada que la de novela de Bioy. Los chinos andan molestos porque la UE pone aranceles a sus coches eléctricos, que son absolutas tartanas. Chantajean a Sánchez con amenazas sobre el jamón español. Sin autos chinos de los que dan calambre en la UE no habrá porcino español para los nietos de Mao.

Sánchez, tan requerido, se pavonea por allí con sus andares guapos de líder de Occidente, se hace innumerables fotos con Xi Jinping ("¿he salido en portada en algún periódico europeo"?, pregunta a sus sherpas) y ha prometido todo tipo de iniciativas cerca de sus pares regionales. Zapatero, oh casualidad, también tiene mano en el coloso asiático. Las dictaduras son su biotopo natural, su ámbito propicio para el negocio. Con Albares comparte su relación con Huawei. El expresidente, más bien por la parte de la pasta y el ministro por la de su pareja, Therese Jamaa, quien ejerció de vice de la compañía china en España hasta que, arrebatada por un pronto de decencia, un suponer, tuvo que dejarlo y le buscaron acomodo en Hispasat, firma pública donde se sienta como consejera. Ejerce, al tiempo, en una firma tecnológica cuidada con dinero público (o sea, nuestro). En el sanchismo todo es famiglia y avaricia.

Ahora lo de Caracas, donde actúa como pinche de los enjuagues, bien pagos, de Zapatero en el Caribe, territorio socialista, Bono, su Morodo, ahora los Aldama, Hidalgo y demás troupe de Begoña

Vela Albares por los intereses de su pareja casi tanto como yerra con los intereses de España. Su trayectoria desborda episodios impensables, pifias olímpicas, traspiés descomunales. El volantazo del Sáhara, aún por desvelar; el vil reconocimiento de Palestina tras la matanza de israelíes perpetrada por Hamás; la ridícula retirada del embajador en Buenos Aires por un comentario de Milei, que provocó enorme carcajada en todo el subcontinente. Ahora, lo de Caracas, donde actúa como pinche de los enjuagues, bien pagos, de Zapatero en el Caribe, territorio socialista, Bono, su Morodo, los Aldama, Hidalgo y demás troupe de Begoña, con Dominicana y Air Europa al fondo.

Bajo el mandato de Sánchez su botones Albares, España ha perdido los dos principales activos de su política exterior: Vínculo privilegiado con el mundo árabe y el Magreb, y relación preeminente con Iberoamérica. Todo eso, al tacho. ¿Quién da más? No se puede hacer más daño a un país en tan breve periodo de tiempo. A cambio, ha logrado que nos aplauda Hamás, nos jalee Hezbolá, seamos el segundo cliente energético del dictador Putin, nos adoren Lula y la Kirchner, se cachondee Londres con Gibraltar y estemos ya alineados a los pies de la mayor dictadura del planeta.

El sillón de la ONU

Albares, a quien en su entorno tachan de medroso y hasta de petimetre ('ni los andares', dicen en el ministerio), trabajó duro para potenciar la figura del presidente del Gobierno las plazas europeas, por si había que buscar refugio en algún sillón distinguido de Bruselas y alrededores. Tras el 23-J, a Sánchez ya no le quita nadie de la cabeza que gobernará hasta el 31, para celebrar el centenario de la Segunda República e inaugurar Estado laico, confederal, plurinacional y republicano que tanto anhela. Para entonces, Albares sueña con presidir la ONU. Si el juez Peinado no lo impide, naturalmente.

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