La infección de los teléfonos de más de sesenta indepes mediante el sistema pegasus, revelada en las páginas del New Yorker merced a citizen lab y la Universidad de Toronto, amenaza con romper las alianzas que dan sustento parlamentario a Pedro Sánchez. A partir de que la infección fuera difundida como noticia todo se alteró. Esquerra Republicana de Cataluña compareció cargada de razón, se rasgó las vestiduras, culpó al Gobierno del desafuero, exigió que rodaran cabezas y amenazó impávida con hacer saltar por los aires la legislatura. Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, emisario de urgencia enviado a Barcelona el sábado 23, ofreció a la Consejera del ramo, Laura Villagrá, constituir en el Congreso la llamada Comisión de Secretos Oficiales, pendiente formarse desde 2018 por falta de la mayoría de 3/5 de los diputados requerida por la norma reglamentaria vigente. También hizo promesa el ministro de iniciar una investigación interna en el Centro Nacional de Inteligencia para esclarecer lo sucedido.
Pero la oferta se ha considerado insuficiente por el Govern y por la constelación indepe de modo que, sin más demora, el Parlament de Cataluña acordó llevar el caso a los juzgados conforme a una moción que respaldaron los escaños del PSC. De aquel Salvador Illa que se dio en pensar que era parte de la constelación del PSOE se ha evaporado o tal vez como Pío Cabanillas ande diciendo aquello de “yo ya no sé si soy de los nuestros”. El caso es que pudo parecer un despropósito ver a Illa, en plan flautista de Hamelin, llevando tras de sí al grupo parlamentario del PSC para que suscribiera la denuncia en los Tribunales al Gobierno de Sánchez. Pero, cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras, porque, sin respeto ni siquiera a las fiestas de guardar, el lunes 2 de mayo, comparecían en rueda de prensa a las 9:30 el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, para presentar el caso del presidente, Pedro Sánchez, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, en su calidad de víctimas también infectadas por pegasus. Da la impresión de que, al igual que repetían los ministros cuando los planes de recuperación económica, tampoco ahora el Gobierno quiere dejar a nadie atrás, ni tampoco quedarse él mismo retrasado. Por eso, a la Abogacía del Estado le ha faltado tiempo para activar la denuncia de pegasus en la Audiencia Nacional. Sucede que el PP, al que Pedro y sus discípulos se complacen en demonizar a todas horas, ha evitado sumando en la Mesa del Congreso sus votos a los del PSOE que se creara una comisión de investigación para abrir en canal el Centro Nacional de Inteligencia. En tanto que los de Unidas Podemos, coaligados en el Gobierno, y los afines asimilables que prestan respiración parlamentaria asistida a precios cada vez mayores son quienes están poniendo a Sánchez contra las cuerdas reclamando la cabeza de Margarita Robles, ministra de Defensa, y la de Paz Esteban, directora del CNI. ¿Por qué esta escandalera si, como sostenía Margarita, el alboroto carece de soporte probatorio? ¿Y se puede saber a qué se refería Margarita cuando aseguraba que “los que hablan, callarán? Veremos.