Una de las columnas de Fernando Savater que recoge su último libro, Solo integral, está dedicada a los desafectos personales y especialmente políticos que ha ido sintiendo, con algún periodo de descanso, para irse agudizando poco a poco hasta hacerse crónicos. Sentí cierto consuelo al ver que mi desafección paulatina por el sistema político actual no era una novedad de mi generación, sino que quizás se trata de algo inherente a todo pensamiento honesto sobre la política, aunque creo que la situación se ha agravado a día de hoy.
Los festejos por el Día de la Constitución fueron organizados por el Gobierno del PSOE, que es como dejar en manos del veganismo la organización de la Feria de carne de Extremadura. Muchas voces denunciaron la ficción constitucional que suponía ese acto, celebrado tras las graves sentencias del Tribunal Constitucional contra un Gobierno que existe con el apoyo de quienes vulneran nuestra Carta Magna. Sin embargo, fue una ceremonia muy representativa de la realidad política.
El PSOE celebró, incluso reivindicó, el ejercicio de su poder al margen del Parlamento y de la Constitución, concediendo a la oposición el único papel que le reconoce en su sistema político, el de oyente sin voz al que se le convoca tan sólo para abroncarlo por sus mínimos gestos de cuestionamiento de las acciones del Gobierno y al que se le exige que aplauda después a los insultos recibidos.
Un comportamiento típico del maltrato que la izquierda ejerce en el poder contra todo aquel que piense distinto y que no se avenga a apuntalar su poder sin controles ni cortapisas
Un ejemplo muy ilustrativo de la situación real de la gente que se sitúa fuera de la izquierda bajo un Gobierno del PSOE, ya institucionalizada tras el Día 6 de diciembre, ocurrió tras el fallecimiento de Almudena Grandes. La escritora, que relató en una de sus columnas en El País el gozo de las monjas al ser violadas por milicianos republicanos en la Guerra Civil, estuvo comedida en su última pieza para ese diario, en la que llamaba malas a las mujeres de derechas. El establishment político, acultural y mediático no ha dudado en exigir luego, a esas mismas mujeres, que la distingan con el título de Hija predilecta de Madrid, acusándolas, luego de la negativa, de ser sectarias. Les faltó exigir una estatua de oro. Un comportamiento típico del maltrato que la izquierda ejerce en el poder contra todo aquel que piense distinto y que no se avenga a apuntalar su poder sin controles ni cortapisas. Es decir, la sumisión previa anulación de la realidad.
Sólo en clave de celebración de ese poder impune y expansivo que ejerce Pedro Sánchez puede interpretarse el discurso sectario de la nacionalista del PSC en la Puerta de los Leones del Congreso, Meritxell Batet, en el que acusó a la oposición de romper la convivencia por acudir a los Tribunales para proteger los derechos de los españoles.
Abandonan a la ciudadanía en esa tierra de nadie, atrapada entre lo que ve y lo que le dicen que tiene que ver
La desafección de mi generación quizá sea más grave que la de otras anteriores porque no la genera únicamente el comportamiento del Gobierno contra los ciudadanos, sino la ficción que se ha creado y creído la oposición y los medios de ese mismo Gobierno y que nos imponen, con lo que abandonan a la ciudadanía en esa tierra de nadie, atrapada entre lo que ve y lo que le dicen que tiene que ver.
Los medios no favorables a Sánchez amanecían sorprendidos por el desquiciado discurso de Batet. “Es inexplicable siendo profesora de Derecho Constitucional, ¡en la Pompeu!”, ignorando que no ganó su cargo de presidenta del Congreso a pesar de su insubordinación enconada a votar en favor del marco legal, sino precisamente gracias a esa convicción anticonstitucionalista.
En esta semana de homenaje constitucional se ha orquestado otro acoso a un niño de cinco años en Canet a causa de que sus padres tuvieron la osadía de reclamar ese 25% de las clases en español
El nombramiento de Batet fue toda una declaración de la hoja de ruta del Gobierno de Sánchez: utilizar las grietas estructurales de nuestra Constitución, que no garantiza la separación de poderes si hay deslealtad desde el Ejecutivo a dicho principio, para poder ejercer un poder sin control y sin consecuencias. “Poner al lobo en la puerta del corral” como dicen los sabios abuelos. Sin Batet como presidenta, no hubiese podido cerrar el Congreso durante la pandemia ni ignorar todo obstáculo constitucional que impidiese sus caprichos, aunque ahí tuvo alguna aliada por sorpresa. Esa misma jugada es la que han consumado con los nombramientos del resto de órganos constitucionales y esperan llevar a cabo con la caza mayor del Consejo General del Poder Judicial.
Quizá la mayor desafección en la semana del aniversario de la Constitución -que el Gobierno festeja y no cumple, y los medios ya ni denuncian- es que el constitucionalismo en Cataluña, un movimiento cívico heroico tras 40 años de inmersión, de asfixia, mediante la que se han violado los Derechos Humanos de los niños por una cuestión étnica lingüística, esté celebrando el reconocimiento ejecutivo por parte del Tribunal Supremo de un miserable y humillante 25% de educación en español en las escuelas públicas. Todo gracias el desgaste profesional y personal de 80 familias que, en solitario, lucharon por conseguir lo mejor para sus hijos.
En esta semana de homenaje constitucional se ha orquestado otro acoso a un niño de cinco años en Canet a causa de que sus padres tuvieron la osadía de reclamar ese 25% de las clases en español. Las fuerzas vivas subvencionadas del separatismo, que funcionan como el Ku Klux Cat, han hecho un llamamiento a apedrear la casa de ese niño y a acosarle en la escuela por las demás familias. Pero no pasa nada, circulen. Celebremos la democracia en España y las lecciones constitucionalistas del PSOE.