Si en estos momentos hay algún problema que supera a los muchos que tiene el sector primario, es sin lugar a ninguna duda la espantosa sequía. Lo sabemos todos. Incluso puede que lo sospeche el Gobierno.
Hace un mes, el 19 de abril, se reunió la mesa nacional de la sequía en el Ministerio de Agricultura a la que acudieron los representantes de las asociaciones agrarias y cooperativas. Adivinen quién no hizo acto de presencia. En efecto, el señor ministro de Agricultura, Luis Planas, al que no le debió parecer suficientemente importante que esta sequía que ahoga al campo español la sufran más del 60% de los agricultores y ganaderos. No se presentó. Pasó del tema como si no fuera con él.
La sequía en España, hace apenas tres semanas, no urgía su agenda y, sin embargo, el ecoclima y el calentamiento le exigía desplazarse al otro lado del océano
En ese encuentro, con ánimos desesperados y una sensación general de agotamiento y asfixia, todos los representantes de estas asociaciones y cooperativas coincidieron en subrayar que la situación no está ya para diagnósticos sino para medidas muy urgentes, determinantes, expeditas y claras.
El señor ministro, en lugar de estar donde le correspondía, en ofrecer respuestas, ayudas y soluciones, se limitó a remitir una petición a Bruselas para que se destine a España una partida con cargo a la reserva agrícola y un anticipo de las ayudas directas. Y punto. Un gesto vago, una iniciativa burocrática. Donde sí estuvo presente, sin embargo, fue en Washington, donde asistió a la conferencia internacional “Agriculture Innovation Mission for climate” y allí apeló a la necesidad de adaptar la agricultura mundial al contexto de cambio climático. La sequía en España, hace apenas tres semanas, no urgía su agenda y, sin embargo, el ecoclima y el calentamiento le exigía desplazarse al otro lado del océano.
Las ayudas directas tan cacareadas no superan los 700 millones de euros, una nimiedad si se piensa en que las pérdidas estimadas en el sector rondan los 12.000 millones
Entonces ocurre lo sabido. Arranca la campaña electoral y emerge por doquier la tómbola de las promesas, los anuncios, los compromisos que, en el caso del sector primario, en absoluto se trata de novedades, sino de una nueva vuelva de tuerca a iniciativas que ya se adoptaron en el pasado ejercicio por la guerra de Ucrania, que, por otra parte, resultaron a todas luces insuficientes..
Tan insuficientes como que las ayudas directas tan cacareadas, tras un Consejo de Ministros tan 'extraordinario' como improvisado, no superan los 700 millones de euros, una nimiedad si se piensa en que las pérdidas estimadas en el sector rondan los 12.000 millones. Por cierto, las ayudas a la ganadería que expuso el ministro ya las había anunciado a finales de marzo, esto es, puro humo. Anuncio sobre anuncio y nada concreto.
Las ayudas fiscales apenas tendrán tampoco efecto alguno en el sector. Un ejemplo, la exención del IBI, en el caso de cumplir las condiciones para ello, difíciles de cumplir, se aplicarían en 2024… En cuanto a lo referido a los seguros agrarios, los afectados constatan que el sistema actual no sirve, pese a que fueron creados para garantizar unos ingresos mínimos y evitar protestas y peticiones de ayudas directas. Y como estos seguros no sirven, hay que dar ayudas….. Las medidas laborales, más de lo mismo. Nada entre dos platos. Los aplazamientos de las cuotas de la Seguridad Social van acompañados de intereses, cuando lo que debería aplicarse es una exención y no un aplazamiento. En suma, un paquete de vaguedades abiertamente inútiles, que poco se comparece con las necesidades urgentes del sector, cuya preocupación es ya agobiante.
Medidas inútiles sobre el agua
Y, por supuesto, más humo en lo referido al agua. Anuncios vacuos a medio y largo plazo, mil veces proclamados, jamás aplicados. Pero eso si, aún no han sido devueltas a los agricultores los cánones de riego abonados en la campaña 2022 ni tampoco se ha hecho efectiva, a pesar de la sentencia del Tribunal Supremo, la implantación de la doble tarifa eléctrica para regadíos, medida ésta publicada en el BOE y aún pendiente de desarrollo normativo.
Al hilo de este asunto del agua, tan perentorio, está tardando ya una explicación transparente y razonable sobre el motivo por el que se está procediendo, en forma implacable y alevosa, a la demolición de más de un centenar de presas y azudes, con la única explicación de que se debe al cambio climático y a que los ríos tienen que ser más ecológicos. Falta por que añadan al argumentario que la voladura se está ejecutando con perspectiva de género.
Ah, pero de eso no se habla, no sea que haya mucha gente que no entienda el porqué de esta voladura febril de embalses que, con mucha o poca agua, son absolutamente necesarias para que nuestro campo no muera. Señor Planas, quizás no se ha enterado pero en España padecemos una sequía insaciable que está produciendo daños letales en un sector tan prioritario como frágil
La respuesta del Gobierno es puro humo. Un humo apestoso que ahora e indigna a los agricultores y ganaderos que se manifestaron a millares el pasado domingo en Madrid ante la indiferencia casi absoluta de políticos y medios.
Petrarca
Felicidades por tu diagnóstico y tu análisis. Una Nación sin campo, sin aquel campo que nos daba vida a los que ya hemos pasado de sobras los 65, y donde aprendimos tantos valores de la mano de nuestros padres, se convierte en un parque temático en el que un día no muy lejano-si sigue este gobierno infame y la cultura woke, nos mostrarán los huesos de una vaca o el cuadro de un olivo como hoy están representados los dinosaurios. Felicidades, ¡y a la lucha¡
vallecas
La sequía es una arma ideológica. No se quiere combatir. Por si no fuera lo suficientemente grave (la sequía) (no vaya a ser que llueva), destruyen las presas para asegurar la desgracia a la gente. Entonces ¿son así de malos? Si En España hay 765 desaladoras ( una potencia mundial) que no están siendo explotadas. España tiene conocimientos científicos para que hubiera agua y energía en abundancia pero se elige no hacerlo. Alemania es una dictadura totalitaria con respecto al clima y energía. España va camino de serlo.
Norne Gaest
Un artículo oportuno. El campo español, que ya venía arrastrando una mala situación , está ahora en un estado desastroso por la sequía, más el escaso apoyo práctico de las autoridades, según muestra esta columna de la Sra. Mazaly. Todo esto en medio de la atonía general, como muestra la soledad en que se manifestaron el domingo sus representantes. Asimismo, la voladura de presas, con la falta de agua y las previsiones de un futuro más seco y caluroso, parece demencial. Aparte del ministro, es la sociedad la que tiene que despertar. Pero, a juzgar por las encuestas, cara a las próximas elecciones de este mes y final de año, parece que, de momento, solo abre un ojo sin dejar de reposar.