Opinión

La diarrea legislativa del presidente

Cuidado, mucho cuidado con alguien que tiene el arrojo -y el arte-, de engañar a tanta gente, amigos y enemigos, y siempre por este orden

  • El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez -

No deja de ser una pena que, después de tantos años de democracia, los que ganen las elecciones del 28 de mayo lo hagan por los deméritos de otros y no por lo suyos. En todas las encuestas, incluso en las más destartaladas y sospechosas, viene descontado el efecto Sánchez. Las encuestas, sea el CIS o sean la mayoría de las que los medios publican, son herramientas para el general divertimento de políticos y periodistas. No son inocentes, no, y la menos de todas es la de Tezanos, porque al realizarse con dinero público roza la corrupción y, por consiguiente, la inmoralidad política. Me gusta mucho la opinión que daba en Onda Cero el presidente aragonés Javier Lambán: las encuestas son como las imágenes que los cromañones dibujaban en las paredes de sus cuevas, pintaban un ciervo porque creían que así lo cazarían más fácilmente, para nada les preocupaba la representación y menos el arte.

Sánchez, ¿quita o da? Hay general opinión de que quita, y en algunos territorios mucho. El presidente es un tipo distante, frío, que cae mal a mucha gente. Mal o bien, porque allí donde mitinea le aplauden sus últimas ocurrencias, bien sean billetes gratis para viajar en tren, bien que los mayores de 65 vayan al cine casi gratis. Pero que se tienten bien las ropas los que lo dan por amortizado a Sánchez. Alguien que recorre el país vendiendo un humo que los suyos vitorean y jalean como si fuera es oro fino y la prensa le compra como verdaderas noticias, está menos muerto que Blanco Heredia, el amigo gitano de Peret que dieron por fallecido cuando la verdad es que no estaba muerto, que estaba de parranda, que estaba tomando cañas, ¡lerelerele!

Bienaventurados aquellos políticos que convierten la extravagancia y sus peripatéticos anuncios en discursos para el aplauso y la notoriedad, porque ellos ganarán elecciones

Cuidado, mucho cuidado con alguien que tiene el arrojo -y el arte-, de engañar a tanta gente, amigos y enemigos, y siempre por este orden. Cuidado con aquel que a penas cambia el discurso este en el despacho oval de la Casa Blanca o en el Palacio de Congresos de Puertollano. Y mucho cuidado con aquel que no siente más que frio en la piel cuando expone entre ovaciones y palmas toda su diarrea legislativa. Cuidado con aquel que miente, pero ya no lo nota, y cuando hace el ridículo -calificar de “nuevo avance social” del cine los martes para los de 65-, y no se siente concernido. Bienaventurados aquellos políticos que convierten la extravagancia y sus peripatéticos anuncios en discursos para el aplauso y la notoriedad, porque ellos ganarán elecciones. O las perderán con dificultad.

Si Pedro Sánchez tuviera alguna sensibilidad y quisiera hacerle un favor a Emiliano García Page no habría ido el pasado finde semana a Castilla La Mancha, con mucho la comunidad en la que su figura más resta al PSOE y más distorsiona el trabajo del presidente García Page. Su presencia, si ayuda a alguien, es a Francisco Núñez, un candidato deficiente y corto que, de llegar a la presidencia regional, hará que muchos crean en los milagros de san Isidro. Cada vez que va a esa tierra, pero no solo, el presidente recuerda lo peor: sus mentiras e incumplimiento, pero sobre todo sus alianzas, con Bildu especialmente, y su renuncia a que el PSOE haya abandonado un proyecto autónomo pata gobernar España. Allí donde Sánchez va lo hace acompañado del cadáver de Frankenstein, al que le ha dado carta de naturaleza y ha declarado compañía necesaria para que él siga en la Moncloa.

Pero es curiosa la forma en que la militancia y votancia socialista aplaude lo que dice Page de los pistoleros etarras y después hace lo propio con el silencio que el presidente dedica a este asunto

Hay que tener mucho cuajo y poca vergüenza política -quizá de la otra, también-, para escuchar a tu candidato en Puertollano asegurar que él con Bildu no va ni a la vuelta de la esquina, y no hacer después ni una sola consideración al hecho de que en las listas de Bildu vayan 44 condenados por terroristas. No lo hace, pasa de puntillas porque sabe que necesitará a los terroristas blanqueados por él mismo para seguir, que ya nos tiene dicho que su proyecto lo dará por finalizado dentro de diez años. ¿En serio? Pero es curiosa la forma en que la militancia y votancia socialista aplaude lo que dice Page de los pistoleros etarras y después hace lo propio con el silencio que el presidente dedica a este asunto. Lo que les echen. El silencio de los corderos, que nunca fue ni será inocente.

En este concierto disonante del líder del PSOE, el último avance social anunciado se concretará este martes en el Consejo de Ministros. Cine a dos euros los martes para los mayores de 65 años. Estoy cerca de esa edad y hablo con otros que también lo están, y la sensación general es la de preguntarnos si este señor ha tomado algo o simplemente cree ciertamente que puede ir por ahí regalando casas, bajando alquileres, billetes de tren y entradas para el cine. Promesas y disparates verbales que avergonzarían a un colegial.

En la Moncloa aseguran que lo del cine afectaría a 10 millones de personas. De momento no se sabe que alguien haya preguntado de si más allá de las grandes capitales queda algún cine abierto, que esta es otra. Ya digo, desconocimiento absoluto de lo que somos por parte de quien padece una diarrea legislativa hueca, patética y faltona. Huele que apesta.

Sólo el que vive instalado en los arrabales de la realidad, y de la actualidad, puede hacer política de semejante manera. ¿Por qué le siguen votando? Miren las caras de aquellos que le aplauden cuando vende su último agravio en forma de limosna como una conquista social. Y miren las de aquellos que callan y bajan la cabeza ante el espectáculo de un país desquiciado y saquen sus conclusiones. Claro, no: cristalino, que decía el de la coleta.

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