No es, precisamente, tranquilizador que Moody's alerte en público sobre la "debilidad" de la economía española. La firma neoyorquina no es un bróker cualquiera, sino una de las tres principales agencias de calificación. Moody's, junto a Fitch y S&P, pone nota a la deuda soberana en función de las fortalezas y las flaquezas de cada país. De esa calificación depende que una nación se financie más o menos caro, o que la prima de riesgo se contenga o se desboque. Este lunes, con las urnas aún calientes tras el recuento, se apresuró a advertir del impacto que la incertidumbre política puede tener sobre una economía "ya de por sí débil".
España está en el foco de los mercados por el elevado de riesgo de ingobernabilidad, en un momento especialmente delicado. Para los inversores, el problema no es tanto que Pedro Sánchez renueve como presidente, sino que lo haga con una versión empeorada del 'Gobierno Frankestein', donde tendrá protagonismo un auténtico 'pirómano' como Carles Puigdemont. El líder prófugo de Junts es garantía absoluta de inestabilidad política; dinamita pura para una economía que necesita alejarse de los incendios, para afrontar los dos grandes retos de la siguiente legislatura.
El primero es el retorno de las reglas fiscales el próximo año, en un marco de política monetaria restrictiva. Ese hito obligará a realizar ajustes para embridar la deuda (112,4%, más del doble de lo que permite Bruselas) y el déficit (4,8%, 1,8 puntos por encima del límite). El segundo desafío son las reformas que España debe acometer para recibir todos los fondos europeos pactados (70.000 en ayudas y otros tantos en créditos).
Ese dinero es imprescindible para mantener vivo el PIB, que irá perdiendo fuelle en 2024 y 2025 (2,2% y 2,1%, respectivamente, según el Banco de España). Este lunes, un madrugador informe de Barclays ya incidía justo en ese punto: el riesgo de que la parálisis o los bandazos políticos acaben estrangulando la llegada de los fondos.
El nivel de ejecución con Sánchez ha sido tan lento, que el próximo Gobierno tendrá que gastar nada menos que el 83% de los fondos asignados a los mayores proyectos (PERTE). Hasta ahora sólo se ha ejecutado un 17% de los 42.000 millones asignados. Y las ayudas tienen fecha de caducidad: el 31 de agosto de 2026.
Los inversores son conscientes de los riesgos de la inestabilidad política. Un socio como Puigdemont es dinamita pura para una economía que necesita alejarse de los incendios y centrarse en sus grandes retos
Sin ajustes ni reformas, lo que fluirá desde la UE no serán fondos, sino sanciones. No es una amenaza vacía: las multas están fijadas y pueden alcanzar los 6.000 millones. Por eso cundía ayer la preocupación en las sedes de algunos bancos de inversión. España arrastra un déficit estructural -el más complicado de cercenar- cercano al 4%. La única manera de recortarlo es meter la tijera con decisión al gasto. Sin embargo, la composición de una hipotética nueva coalición invita a cualquier cosa menos al optimismo. Ni Sumar, ni ERC, ni Bildu aceptarían una contracción del gasto público. Al contrario, las tres formaciones de izquierdas presionarán para que los próximos Presupuestos sean igualmente expansivos.
Si logra formar Gobierno, Sánchez estará obligado a mantener un dificilísimo juego de equilibrios parlamentarios, en permanente riesgo de saltar por los aires ante las demandas de socios como Puigdemont. Hay una alternativa para que el rumbo de la economía no dependa de los antojos de políticos tan poco fiables como el catalán: la repetición electoral.
Esta posibilidad también disgusta a los mercados, porque implica demasiados meses de espera. Y ello es sinónimo de atasco administrativo, de reformas paralizadas y de inversiones puestas en cuarentena. En un informe dirigido a sus clientes, Renta 4 Banco ponía este lunes sobre la mesa los dos escenarios: "un gobierno débil" o "la repetición de elecciones". Ni el uno ni el otro "será bien recibido por el mercado", reconocen sus brókers, puesto que España "se enfrentará a un parlamento bloqueado y a meses de inestabilidad política".
La economía española, que ha sobrevivido a una pandemia y a una guerra, afronta ahora curvas imprevistas sin saber quién estará al volante. Por ahora, sólo está claro quién tiene el poder de conceder la vida o la muerte a una nueva coalición, con un movimiento de pulgar, como los emperadores en los circos romanos. El hombre decisivo es Carles Puigdemont. ¿Qué puede salir mal?
Discobolo-60
Todo este embrollo, tiene fácil solución. El Magistrado Llarena ya ha cursado las órdenes de detención del mamarracho Puigdemont y Comuna. Que lo detengan, los bajen a España, toma de declaración en Tribunal supremo. Prisión Provisional sin fianza y al talego. Los separatistas se pondrían rabiosos, que les jodan. Y a ver quién narices va a pactar con el Psicópata Sánchez, a este tarado se le bajaban los humos, asumiría que es un perdedor, y se quedaría solitoooo, pobrecito, bueno su Yoli estaría ahí para consolarle. Muerto el perro, se acabó la rabia. Así de fácil
ma
Resulta que una economía como la española con los mejores datos macro, en general, es una oveja al borde del acantilado. Me parece que con estos discursos, y sus peajes, el PP va a tener difícil gobernar. Al menos esta vez, estimado Juan,no cargas contra las ayudas a los parados, que los empresarios peperos se niegan a contratar,
Pablito 1
Que se piense en un delincuete, Puigdemont, evadido de la justicia y su formación convergente, ahora JxCat, ladrones, inútiles y farsantes de profesión, para un gobierno democrático, como que suena a chiste malo. Que devuelvan todo lo mucho robado y a la cárcel de por vida incomunicados. Dar la mano a un delincuete es correr el riesgo de quedarte sin mano.