Opinión

De Eguiguren el héroe a Flores el apestado: diferencias de pegar en el PSOE a maltratar en Vox

Jesús Eguiguren fue condenado por "pegar con un paraguas, un zapato y sus manos" a su exmujer; Carlos Flores, por "violencia psíquica habitual y 21 faltas de "injurias y vejaciones". Uno, se abraza con Zapatero y negocia con Otegi el apoyo de Bildu a Sánchez. El otro, fue vetado de cualquier cargo en el nuevo Gobierno valenciano

  • Carlos Flores y Jesús Eguiguren

¿Qué separa la condena por la paliza de Jesús Eguiguren (PSOE) a su mujer y la de violencia psíquica a su exmujer de Carlos Flores (VOX)? En este país, un mundo.

Lo que sigue a continuación no es más que un ejemplo de que la propaganda política de la izquierda –pese a las quejas de Pedro Sánchez- es mucho más efectiva que la de la derecha. Hasta el punto de convertir a un político (del PSOE) condenado por pegar una paliza con un paraguas a una mujer, la suya, en héroe de la paz y recibir diarios reconocimientos del ‘prócer’ del feminismo (Rodríguez Zapatero) y de la prensa adepta mientras los mismos medios, el mismo Zapatero y el propio PSOE obligan a echar de su Gobierno a otro político (de Vox) condenado por maltrato psicológico.

Estos son los hechos.

16 de abril de 1992. El diario ‘El País’ –nada sospechoso en este aspecto- publica la siguiente noticia: “El diputado vasco Jesús Eguiguren, condenado a 17 días de arresto por pegar a su esposa”.  Y sigue: “El ex presidente del Parlamento Vasco y secretario general del PSE-PSOE de Guipúzcoa, Jesús Eguiguren, ha sido condenado por un juzgado de San Sebastián a una pena de 17 días de arresto como autor de una paliza propinada a su esposa el 10 de febrero último”.

“Los hechos probados en la sentencia –continúa la noticia-, establecen que el dirigente socialista golpeó a su mujer con las manos, un paraguas y un zapato en el contexto de una fuerte discusión conyugal suscitada por la sospecha de que Jesús Eguiguren mantenía relaciones sentimentales con otra mujer”. “Con las manos, un paraguas y un zapato…”.

Respaldo del PSOE a Eguiguren

Tres días más tarde de que la propia esposa, Assunta Zubiarrain, interpusiera la denuncia contra Eguiguren, acudió al juzgado a retractarse asegurando que sus lesiones eran, “en realidad, consecuencia de una caída fortuita producida en la escalera de su domicilio”. El fiscal, sin embargo, no la creyó y mantuvo la acusación: las lesiones registradas en el informe forense no se correspondían con la caída por unas escaleras. Al juicio, dice El País, “acudieron numerosos cargos públicos y responsables del PSE-PSOE, en un gesto de claro respaldo a Jesús Eguiguren”.

Según la sentencia del juez Fernando Andreu –curiosamente, hoy amigo íntimo de Baltasar Garzón y Lola Delgado, y por tanto, tampoco sospechoso de inquina a Eguiguren- éste “produjo a su esposa hematomas y contusiones en las zonas parietal y occipital del cuero cabelludo, en los hombros, brazos, codos, manos, glúteo y muslos, lesiones que tardaron en curar un total de 20 días y que no dejaron secuelas”.

Los hechos probados en la sentencia contra Eguiguren  establecieron que el dirigente socialista “golpeó a su mujer con las manos, un paraguas y un zapato en el contexto de una fuerte discusión conyugal”

En aquella época, el dirigente socialista presidía  la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco

Pese a la contundencia de la sentencia a la hora de describir la paliza a su mujer, lejos de costarle la carrera política, Eguiguren fue después esencial en el Gobierno de Zapatero -promotor de la primera ley de Violencia de Género que el Congreso aprobó por unanimidad- para negociar con ETA. Y en octubre de 2021, en un reportaje en El Correo, se abrazaba a Eguiguren en la terraza de un hotel en Madrid para ensalzar la figura de su compañero, el mismo que fue condenado por apalizar a su esposa.

“Si Jesús Eguiguren y Arnaldo Otegi no hubieran empezado a reunirse en un caserío es muy probable que lo que sucedió el 20 de octubre de 2011 a las siete de la tarde, el día que más recuerdo de todo mi período político, no hubiera sucedido todavía. Y nadie puede saber si hoy aún continuaríamos con el drama histórico de la violencia. El diálogo entre Jesús y Arnaldo Otegi fue el principio de todo, el principio del fin”.

“Jesús y yo –insistía Zapatero en esa entrevista- hemos justificado toda nuestra vida política con este final. La pregunta que puede hacerse uno es qué vasco, qué vasca, qué ciudadano de este país puede decir: yo contribuí decisivamente al final del mayor drama que vivieron varias generaciones como fue el terrorismo. Como buen vasco que es seguro que no abraza los homenajes ni los reconocimientos, pero se lo quiero dar en nombre de millones de españoles y españolas”.

Veintiún años después de la condena, tras las elecciones del 23-J, el propio Otegi desvelaba que había empezado los contactos con “alguien del PSOE para que haya un Gobierno que no esté la derecha reaccionaria de PP y Vox”. Y el condenado por pertenencia a ETA confirmaba que ese “alguien” era Jesús Eguiguren, a quien la paliza a su mujer no le pasó factura.

Carlos Flores profirió durante varios meses insultos a su exmujer bajo el balcón de su vivienda o en la entrada del colegio de sus tres hijos menores, con expresiones como “ladrona, secuestradora de niños, dueña de calabozo, puta”

Hasta aquí, unos hechos. Y esto son otros: lo que sucede cuando el condenado –por violencia psíquica y faltas de injurias y vejaciones- es de Vox.

24 de septiembre de 2002. La Audiencia Provincial de Valencia confirma la condena a Carlos Flores Juberías a un año de prisión por un “delito de violencia psíquica habitual” y 21 faltas de coacciones, injurias y vejaciones injustas. Además, se le prohibió aproximarse durante tres años a su exmujer y a indemnizarla con 6.000 euros.  

Carlos Flores se dedicó a proferir insultos a su exmujer bajo el balcón de su vivienda o en la entrada del colegio de sus tres hijos menores de edad durante septiembre, octubre y noviembre de 2000 y enero y febrero del año siguiente, con expresiones como “ladrona, secuestradora de niños, dueña de calabozo, puta”. También siguió en su moto a su exesposa y a sus hijos inquiriéndola: “¿No puedo hacerlo?, ¿molesto?, imbécil, cuida a tus hijos ladrona, ¿te falta dinero?, ¿no te paso bastante?, mantenida, que vives a costa de tus hijos, ¿no te da vergüenza?”. “Te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo, ladrona”.

Flores fue condenado por violencia psíquica y absuelto de los presuntos delitos de amenazas, injurias, lesiones psíquicas y coacciones y de una falta de lesiones.

Veinte años después de esa condena, Flores –licenciado y doctor en Derecho por la Universidad de Valencia y en Ciencias Políticas por la UNED, catedrático de Derecho Constitucional desde 2013 en la UV, director desde su fundación de la revista Cuadernos Constitucionales  y autor de más de una decena de obras colectivas- decidió aceptar ser candidato de Vox a presidir la Generalitat valenciana.

Eguiguren, condenado por apalizar a su mujer, negoció luego con ETA, Zapatero le abraza y le pone como ejemplo de español de bien y se reúne ahora con Otegi para que Bildu apoye a Sánchez. Carlos Flores fue vetado del Gobierno valenciano

Cuando se anunció su candidatura, todos los medios recordaron su condena. Cuando el PP pactó con Vox el Gobierno de la Comunidad Valenciana, los mismos medios que callan y callaron ante Eguiguren y su papel activo en la vida política de antes y ahora, se lanzaron contra Flores. El PP exigió, como una “línea roja”, que fuera apartado de un posible Gobierno y Vox le envió de candidato al Congreso de los Diputados.

A Feijóo, en la campaña para las generales, los medios y el PSOE se le echaron encima por decir que lo de Flores fue fruto de “un divorcio duro”. Eguiguren, el condenado por apalizar a su mujer “con las manos, un paraguas y un zapato”, se abrazaba con Zapatero y negociaba con Otegi el apoyo al nuevo Gobierno Frankénstein de Sánchez. Estos son los hechos y éstas, las diferencias entre un maltratador de izquierdas y uno de derechas. Y aún nos extrañamos de lo que sucedió el 23-J.

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