No se trata de insultar a nadie. Es un juego de cartas que consiste en una variedad del tute; una partida de cartas. La singularidad del “tute cabrón” está en que participan tres jugadores y el que gana no es que el que acumula más tantos si no el que se sitúa en el medio, entre quien aparentemente habría ganado por tener más tantos y el que ha perdido. Jugar al tute cabrón convierte el azar en un ejercicio de cálculo en el que debes aparentar que vas perdiendo, pero no tanto como para que salgas derrotado. Lo importante se reduce en ir dejándote ganar pero con la seguridad de que tu adversario principal, el perdedor total, es consciente desde el primer momento que está destinado a la derrota. En política se practica mucho el tute cabrón aunque las nuevas tecnologías lo hayan arrumbado al desván de las antiguallas; resulta demasiado evidente con sólo nombrarlo.
La más notoria de las virtudes de Salvador Illa es que no tiene ninguna, pero las concita todas. Recién elegido presidente de la Generalidad gracias a sumar votos hasta la extenuación de sus aparentes adversarios, hubiera bastado con una abstención para chafar su designación. Hasta los jóvenes jabalíes de Esquerra Republicana enseñaron los dientes, pero era para reírse de que alguien, más allá de sus padres, les tomara en serio. Las cartas están sobre la mesa, ahora llega el momento de jugarlas.
Produce asombro y mucha desazón el rosario de elogios que engalanan la figura de Salvador Illa apenas sentado en la mesa de juego. Primero, porque no se ha puesto él sino que le han colocado. O acaso hay alguien que tenga alguna duda de quién le marcó con su dedo mágico, el Puto Amo, sacándole de una mediocridad blindada por años de funcionariado militante hasta ministro de la Pandemia sin quemarse. Algo insólito, que no logró ningún otro en la jaula de grillos trepadores que siempre fue el Partido de los Socialistas catalanes desde que los amalgamó Alfonso Guerra en 1978. Segundo, porque marcó territorio.
La izquierda institucional, tan conservadora ella, ha tragado entre el silencio cómplice y la reverencia convencional que el nuevo presidente de la Generalidad se asigne al ordinal de la tradición más reaccionaria. Se coloca de motu proprio en el número 133 de los presidentes de la Entidad, para perplejidad de los que están en el secreto. Causaría escándalo poner sus nombres hasta bien avanzados los últimos peldaños de la escalera. Sería como empezar en España con Chindasvinto, Recesvinto y Wamba, que nos enseñaron los del Imperio arruinado. Y las banderas. Felizmente ya nadie apela a las banderas desde que se quitó aquel buitre imperial y la banda morada republicana quedó para la melancolía (Jorge Semprún se hizo enterrar con ella). Cataluña exhibe un paisaje de banderas que dicen simbólicas y hasta identitarias, como las camisetas de los equipos de fútbol. La senyera con su estrellita en un balcón indica que “aquí vive un independentista”. De piedra picada o de morro arriscado, suele añadirse.
De pronto en Cataluña ha aparecido el Salvador, que por azar del destino se apellida Illa. Llega, a tenor de sus egregios exégetas, para volver a las esencias de la Cataluña que nunca existió pero de la que se ha escrito mucho
De pronto en Cataluña ha aparecido el Salvador, que por azar del destino se apellida Illa. Llega, a tenor de sus egregios exégetas, para volver a las esencias de la Cataluña que nunca existió pero de la que se ha escrito mucho. Recupera en su gobierno a figuras desvaídas del pasado pujolista (Espadaler y Samper), de sus socios dubitativos de Esquerra (Vila y Hernández) y competidores de sus mismas filas (Nuria Parlon). El Salvador no alberga ni las grandilocuencias de Maragall ni los complejos de Montilla. Es un intuitivo del tute cabrón; calcula lo que tiene que perder por los lados para ganar la partida por el centro.
Que nadie lo dude. Irá más lejos que nadie porque tiene un comodín salva obstáculos, el Puto Amo que necesita los 7 escaños de Junts y otros tantos de Esquerra. En el fondo los dos se mantienen a costa del tute, pero cada uno juega su partida en diferente mesa. De escucharles nadie creería que sobreviven gracias a un escaño, porque aparentan ser los reyes del cotarro. Es un arte que expresa mucho de ellos y bastante menos de la cohorte de maquilladores, cada vez más sumisos, cada vez más ciegos. En Cataluña han dado un paso al frente de la procesión las voces que mantenían el silencio “por prudencia”, decían ellos.
Ha vuelto la “oposición silenciosa” de los años del pujolismo, tan parecida a la que se inventaron los nietos del postfranquismo para justificar a los taciturnos abuelos que les consintieron una canonjía académica o un lugar al sol mediático. El Salvador Illa viene a redimirlos a todos. A cambio se sumarán a su feliz amnistía que no ha pacificado nada que no hubiera quebrado ya. Venderán la “financiación singular” como una muestra del camino hacia un federalismo, asimétrico por supuesto, porque todos somos iguales pero ellos lo son de singular manera. La política lingüística se acentuará porque es una industria que genera muchos puestos de trabajo. Contundente, lo ha declarado el Salvador, se trata de “la columna vertebral de la nación”, por más que la espalda siga con una chepa alarmante. Ideológicamente les amparará el “humanismo cristiano”, una veta muy rica y etérea donde caben todas las buenas palabras y las mejores conciencias.
El futuro de Cataluña
Y habrá referéndum en Cataluña a poco que presionen los aliados imprescindibles. Se le buscará un nombre, incluso me malicio que ya está en funcionamiento el equipo de expertos en manipulación lingüística para allanar el camino. De momento, el Salvador ejerce de Monja de las Llagas; lo que toca sale bendecido ante el imperativo del humanismo cristiano; Jordi Pujol me confesó de su pasión por Jacques Maritain y no dudo que hasta el exjefe de los Mossos rehabilitado, Josep Lluis Trapero, guitarrista de ocasión, también guarda un resquicio de sensibilidad trascendente.
Gobernar es decidir y ese es el momento del trueno que ha de venir. La singularidad de la marcha de la política en España consiste en algo inédito hasta años recientes: lo que vota la ciudadanía no tiene apenas que ver con lo que luego hacen los líderes. No es que les importe una higa los programas y las iniciativas, es que se ciscan en lo que puedan pensar una vez metidas las papeletas en las urnas. Ya se encargarán los medios adictos de aliviarles la pena. Me temo que se engañan los voceros del fin del Procés, y por una razón muy sencilla: la intención manifiesta del Salvador, una vez conseguida a duras penas su presidencia nº 133 del Catálogo Nacional, no es otra cosa que simular el ejercicio de árbitro de una partida que quiere ganar, aunque sea a la manera del “tute cabrón”, y con la garantía de caducidad que permita el Puto Amo.
Berenguer
Vitriólico e inmisericorde con quien no le gusta. Así es Morán y tiene todo el derecho.
nataliany
Una explicación demasiado sofisticada para el comportamiento de un mediocre arribista sin más habilidad que la de lamer culos respetuosamente y no hacer olas.
Grossman
Lo que más me ha sorprendido de su artículo es que presupone en Illa, de los Illa de toda la vida, una intencionalidad de hacer algo, una especie de planificación. Supongo que esto lo deduce de sus palabras, de sus acuerdos escritos. Pero Sr Morán, hoy la palabra no significa nada, hoy lo pactado nada tiene que ver la realidad. Pero al Sr Illa, de los Illa de toda la vida, ya le hemos visto actuar, sabemos lo que hace y como lo hace. Fue ministro de sanidad durante la peor pandemia del último siglo. ¿Y qué hizo? Pues aparecer con cara de funcionario aburrido y parlotear, parlotear, parlotear, aburrir al aburrimiento con sus mentiras, hablar de planes sanitarios inexistentes, de pueriles gestiones sobre compras de materiales que solo Abalos sabía dónde paraban, de comités creados ad hoc para brujulear en la pandemia. Pasado un tiempo, no mucho, y ante el caos generado, dijo, “que cada comunidad haga lo que se le antoje”, y se quedó tan pancho. Salía hablaba y nadie le hacía caso, así se pasó deambulando en pena, con un médico con cara de borracho, y con cara de piedra, que no hacían ascos a decir las tonterías más inverosímiles. Eso sí, siempre estaba con el móvil al lado, expectante a la más mínima llamada del p. amo para acatar servilmente sus instrucciones. Instrucciones que se reducían a acabar con Ayuso, el monstruo nocturno que devora a Sánchez todas las noches. Hasta le hizo un estado de emergencia a medida, ilegal por supuesto, porque no acataba sus caprichosas medidas. Así que no hará nada, nada de valor, se dejará llevar por las mareas de la política y parloteará, parloteará, parloteará.
Clearco
"el Salvador".... ;) muy bueno, D. Gregorio. El amado líder va enfrentar a los catalanes al dilema de ser honrados, pagar la ruina lazi y poder mirar al futuro sin nazionalismos (algo así como un espíritu de Ermua a la catalana)....... o juramentarse con el amado líder y extender la senda lazi-Tinell a toda España. Gratis total. Y lo gracioso es que va ser el exvotante de Cs, junto con antisistemas de ERC, los que van a sostenerle. Los españoles somos geniales.
vallecas
Sánchez ya es solo un "criminal a la fuga". Solo le queda la violencia, para permanecer. y del mismo modo desaparecerá. Sánchez ha obligado a muchos, a Illa también, a convertirse en personas indecentes y se la tienen ·"guardada". Illa ha ganado, ya no depende de Sánchez (pu t o criminal). Es autónomo, es el líder del 80% de los Catalanes que odian a España pero no a su dinero, y cuando deje de ser President, sueldo vitalicio de 9 mil euros/mes (en Madrid esto no existe). El PSC, un partido independentista más, no tiene que enfrentarse a Sánchez para seguir su camino. En otros lugares si, estoy seguro que esta informado de las noticias de Asturias. Illa es el gran ganador del grupo de indecentes. Se estarán "muriendo de envidia", Marlasca, Robles, Bolaños.al contrario que puente que nació para ser un matón.
Talleyrand
Salvador, que te vote Pujol. A ti y al escondido Iceta. Como se os nota que habeis pactado con los del 3%. Ese debía ser vuestro compromiso histórico! La alianza de los dueños de la tierra con los vendedores de quimeras al pueblo. Todos chorizos todos falsarios.
mar
Cuando los supremacistas catalufos dejen de mirarse al ombligo creyéndose el centro de no sé qué, su fantástico mundo inventado se derrumbaría.
Vamosdecráneo
El Govern rompe la comunicación con España y con Europa. Cuando en Barcelona dejen de mirarse al ombligo creyéndose el centro de no sé qué, el mundo como lo conocían ya no existirá, de hecho ya no existe. Game over, se acabó el colonialismo indepe, de qué vivirán señores?
Shakelton
Efectivamente señor de la calle Joffre. El mundo ya no existe como en tus escritos las reglas de acentuación y sobre todo puntos y comas.