Las turbas lazis han agredido en la universidad a Cayetana Álvarez, al líder del PP Alejandro Fernández, a la ex eurodiputada Maite Pagaza y al ex presidente de Sociedad Civil Rafael Arenas. Cuando se llega a estos extremos, señores equidistantes en general, mantenerse al margen no es de bien nacidos. Y yo elijo a Cayetana.
Porque, si me dan a elegir entre estudiantes que organizan un debate acerca de los populismos y nacionalismos reivindicando a Europa como marco de convivencia o los partidarios del golpismo supremacista, elijo a Cayetana; porque, si me dan a escoger entre quienes defienden el derecho a expresarse libremente en la universidad o a quienes niegan violentamente ese derecho a que piensa distinto, elijo a Cayetana; porque, entre jóvenes como los de S’ha Acabat! que creen firmemente en la democracia o los que se valen de la intimidación, el miedo y la violencia para que solo pueda oírse una sola voz en las aulas, elijo a Cayetana; porque, entre la cobardía, la complicidad y el servilismo pornográfico de las autoridades universitarias o la gallardía, el coraje cívico y la fe en los valores de denuncia radicalmente democrática, elijo a Cayetana; porque, entre la mezquindad digna de todo vilipendio de los niñatos totalitarios subvencionados o la dignidad de Maite Pagaza, la hombría de bien de Alejandro Fernández o el gesto firme y sereno de Cayetana ante la horda ululante, canalla y bastarda, elijo a Cayetana.
Hay que estar siempre del lado de la libertad, ese escasísimo bien tan preciado en este planeta que cuenta con tantos enemigos
Y porque hay que estar siempre del lado de la libertad, ese escasísimo bien tan preciado en este planeta que cuenta con tantos enemigos. La libertad, sublime concepto, que solo puede ejercerse justamente en libertad, y eso lo saben los pijos que, entre sablazo y sablazo a la carterita de papá, se creen émulos de héroes acosando, intimidando, golpeando y comportándose como auténticos herederos de las SA nazis.
Pero se equivocan esos fascistas de manual, porque, aunque en Cataluña sean los detentadores, ellos y sus amos, de los resortes que les otorga un ordenamiento legal demasiado laxo con los traidores, la libertad también puede ejercerse desde un gesto, una actitud, una mirada, una boca. La imagen de Cayetana revolviéndose contra ellos en la escalera por la que querían impedir que subiera, hierática, alzándose por encima de tantas miserias humanas con piernas, haciendo el gesto de la victoria con su mano, desafiándolos desde su profética serenidad, sabedora de tener a su lado a la diosa de la razón, ya es histórica. Ha hecho más esta mujer por la causa constitucionalista en Cataluña con ese gesto que todos los discursos lacrimógenos que hemos escuchado hasta ahora. Porque las ideas se defienden en la brega, señores, en la lucha, en los momentos en que todo parece irse al garete. Ahí se forjan los líderes y ahí se calafatea la nave del Estado. Dije en su día que no alcanzaba a comprender la jugada de poner a Álvarez de Toledo de número uno en Barcelona. Ahora, la entiendo totalmente.