Opinión

Del empoderamiento engañoso de Ángela Rodríguez 'Pam', Shakira y Cristina Almeida

Tiene este país una especial habilidad para sacar provecho de las víctimas o silenciarlas cuando es menester. A algunas se las pasea, se las afilia a un partido e incluso se les desecha cuando su agresor toca el poder o deja de estar de moda

Fue el sábado 10 de diciembre cuando una mujer volvía a su casa, de madrugada, tras terminar de trabajar. Acababa de bajar del coche de un amigo y se encontraba a 150 metros de su portal cuando un tipo, encapuchado, trató de agarrarla y manosearla con la intención de agredirla sexualmente. Ella logró zafarse, llamó a la Policía y detuvieron al sujeto, de nacionalidad belga. Un juzgado de Valladolid decidió su libertad provisional un par de días después.

Este tipo de sucesos impactan en la calle y generan un efecto similar al de una onda expansiva. Porque cuando un violador queda libre, implica que cualquier mujer pueda encontrarse con una amenaza a la vuelta de cada esquina. Por eso, en esas circunstancias se moviliza a las familias para que ejerzan de acompañantes o de testigos telefónicos de la entrada en el portal, lo que resulta ciertamente humillante para ellas.

En tiempos en los que la irracionalidad medieval ha vuelto a adueñarse del debate público, nunca está de más resaltar lo obvio para evitar manipulaciones. Por eso hay que subrayar que, en este tipo de situaciones, los culpables son los agresores, las víctimas directas, las agredidas; y las víctimas indirectas, las mujeres que tras tener constancia del suceso salen a la calle con miedo. En esas mismas calles, hace 30 años, se desató una auténtica paranoia -justificada- cuando Pedro Luis Gallego, 'el violador del ascensor', atacó a casi una veintena de mujeres y mató a dos. En 2013, cumplió su pena... y volvió a reincidir. “Me arrepiento de haber nacido”, confesó al tribunal que le juzgó en 2019.

Las madres de hoy eran 'hijas' cuando esta alimaña andaba suelta por las calles.

Ángela Rodríguez y la sorna

La presbicia mediática y el oportunismo político suelen provocar que, en estos casos, se desvíe la mirada sobre el punto alrededor del cual deberían de girar las acciones preventivas, punitivas e incluso propagandísticas, como son las víctimas. Por eso, lo que ha ocurrido en los tribunales desde la aprobación de la ley del 'sólo sí es sí' puede definirse como una aberración. Porque eso implica que los agresores vuelvan antes a sus barrios. Y eso provoca una sensación de inseguridad que aleja a las afectadas del ideal de la vida tranquila.

Ángela Rodríguez 'Pam' cobra como secretaria de Estado de Igualdad un total de 119.566 euros brutos anuales, según el portal de Transparencia. Lo hace como una de las portavoces del feminismo morado, lo cual no implica que su tarea sea la de defender a las mujeres, sino más bien la de encauzar sus votos hacia su partido.

En un reciente coloquio, se pronunció de este modo acerca de la reducción de penas a los agresores sexuales como consecuencia de la ley del 'sólo sí es sí': “¿Qué es lo que está pasando con los violadores que salen a la calle? ¿Qué es lo que nos echa en cara ahora mismo la extrema derecha? De los creadores de las personas van a ir al registro para cambiarse de sexo todas las mañanas, llega: los violadores a la calle”.

Pam dijo esto con el estilo irónico que utilizaría un monologuista desfasado y desplumado. Una de sus compañeras de tertulia, le echó la culpa a los jueces a las sentencias “absolutamente machistas”.

Lo que ocurre aquí es obvio. Dado que la modificación legal propagandística que impulsó el ministerio de Irene Montero -y que apoyaron los dos partidos del Gobierno- ha provocado un efecto indeseado en los tribunales y ha derivado en algunas peticiones de dimisión para la líder del movimiento, sus correligionarias no han dudado en salir a su rescate, lo que implica defender lo indefendible y situar en un segundo -o tercer- plano a las víctimas y a las mujeres que habitan cerca de los agresores que han obtenido la libertad.

Sucede que en las tertulias, editoriales y columnas varias suele prestarse más atención a los dimes y diretes políticos e ideológicos -en algunos casos, propios de auténticos lunáticos- que a quienes convivirán con quienes fueron condenados por delitos sexuales. Tiene este país una especial habilidad para sacar provecho de las víctimas o silenciarlas cuando es menester. A algunas se las pasea, se las afilia a un partido e incluso se les desecha cuando su agresor toca el poder o deja de estar de moda. En algunos casos, como éste, directamente se les obvia. Los 119.566 euros que ingresa 'Pam' implican la defensa a ultranza, en ocasiones, de lo indefendible.

Nótese: ellas nunca reconocen sus errores. Siempre hay un argumento que se puede retorcer o un chivo expiatorio al que señalar para tratar de salir a flote durante las marejadas.

La verborrea de 'la Almeida'

Mientras las sentencias con reducciones de condena o puestas en libertad se suceden, los focos enfocan a Cristina Almeida en el programa de Antonio García Ferreras. Hubo un momento en el que el periodista señaló la evidencia, y es el beneficio que ha generado la nueva ley para unos cuantos condenados.

Ella, que ya no se sabe dónde está ni dónde se ubica su centro de gravedad, expuso (literal): "No es verdad que hayan salido a la calle los violadores por esta ley, será porque les han reducido la condena y sólo permite bajarla un año. Hoy los abusos son agresiones y esos son los que son sujetos de revisión. No es lo mismo que un señor te toque el culo en el metro, que es agresión... (...) La pena de un año, aunque tengas doce, es porque ya has cumplido diez y a lo mejor te toca salir a la calle".

Ese mismo día, la portavoz de la asociación Emergencia Feminista declaraba a El Periódico de España lo siguiente, después de que Shakira publicara su última venganza musical contra su ex pareja. “El nuevo tema de la colombiana rompe con un esquema tradicional de mujer abandonada, triste y solitaria. 'El patriarcado dicta que las mujeres separadas debemos tener roto el corazón'". En su opinión, la letra es “un puntazo feminista y empoderador”.

Una vez más, la brújula mediática -cuya aguja debería señalar hacia las víctimas- se confundió y señaló y 'victimizó' a quien no debía. Porque en estos casos, quizás habría que preguntarse acerca de los comentarios que recibirán los hijos de la pareja en el primer día que pisen sus colegios tras la publicación de la canción. O del nuevo dardo que se lancen entre las dos partes, sumidas en esa adolescencia que resulta adecuada a los 15, encantadora a los 20, preocupante a los 30 y patética a partir de entonces.

Por otra parte, la canción de Shakira también pone en la picota a su ex suegra y a la amante de Piqué. Dos mujeres a las que ataca sin contemplaciones. Curiosa forma de defender su dignidad la que le anima a despotricar contra otras, que no tienen ni mucho menos altavoces mediáticos tan potentes a su disposición.

Ni mucho menos pretenden estas líneas aleccionar a nadie sobre nada. Tan sólo señalar que los analistas, políticos, periodistas y expertos, a la hora de hablar de víctimas, de fenómenos sociales y de impactos, suelen siempre equivocarse de sujeto, pues siempre señalan a la parte equivocada. 'Pam', a ella misma -y tiene bemoles. El resto, a la que ganará dinero con una canción a costa de generar situaciones violentas a su prole. Situaciones, por cierto, que generan traumas que se pegan a la psique y cuesta mucho eliminar en adelante.

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