Como no hay niños a los que besar y hacerlo a los viejos resulta desagradable tuvieron que recurrir a las vacas, los lechones, las ovejas, las cabras y cualquier ser vivo -lo que ahora se denomina “sintiente”- del que pudieran echar mano. A quien se le ocurrió la arriesgada decisión de forzar unas elecciones en Castilla y León se le fue la olla y ahora no le queda más remedio que asumir una cita en las urnas como si se tratara de una pesadilla con despertar incierto. Cuando el domingo por la noche se enteren de la que han liado entraremos en otra fase, la de las justificaciones, los reproches, el escurrir el bulto, para que no se note demasiado el que su única ambición se reducía a dirigir en solitario una comunidad autónoma empobrecida por la desidia, que resultó al final una pelea por quedarse con la guardería.
La arbitraria denominación de esta comunidad tiene una particularidad más acusada que ninguna otra de España; acumula mucha historia y poco negocio. Para solucionar el problema antes del domingo electoral, a partir del cual volverán a lo habitual, el Gobierno les ha dedicado tiempo y vitaminas, la oposición más tiempo aún y pastillas crece pelo. En eso reside la diferencia entre manejar fondos de Estado o tener que derrochar sólo palabras y promesas.
Unos 3.800 millones de euros repartidos entre los pueblos de menos de mil habitantes dice mucho de este nuevo Plan Sánchez evocador del Plan Marshall de épocas ya olvidadas. El salario mínimo a mil y de vísperas… y la torre de cacerolas, como en las rifas de los pueblos. ¿Acaso no se trata de la España rural?
Los bancos enseñoreados por sus ingentes beneficios enseñan la dentadura con sonrisa cómplice: están estudiando como paliar la retirada de cajeros y sucursales. No es asunto fácil, dicen, pero lo están estudiando. Hasta el Banco de España inclina la cerviz y la ministra que maneja los fondos sale a la calle para fraternizar con el anciano Carlos San Juan que encabeza la campaña contra el abandono bancario y la precariedad digital. Vamos a abordar el problema, aunque llevará tiempo. Hay un principio de ingeniería financiera que no viene en los manuales: lo que no se ejecute de inmediato no se hará nunca.
Y la gente de ayer, como la de hoy, se lo creía. Hemos vuelto a España como argumento político, mala señal. Oculta que hay tantas Españas como españoles
El recurso retórico respecto a la supuesta hegemonía de la cultura de izquierda en España es una muestra de la penuria ideológica en la que se mueve la derecha hispana. Tomen de muestra a Pedro Sánchez. Un día sí y al otro también reprocha a Casado y compañía que desprecien los intereses de España y los españoles. Es lo mismo que acunó desde nuestra infancia la retórica del franquismo cuando exclamaban que no se trataba de opositores sino de malos patriotas que no ponían en valor los sacrosantos intereses de la patria, la que por cierto representaban ellos, tal que ahora.
Y la gente de ayer, como la de hoy, se lo creía. Hemos vuelto a España como argumento político, mala señal. Oculta que hay tantas Españas como españoles, salvando la evidencia de que a algunos les corresponde más España que a otros, pero el discurso es similar.
El genio salido de una botella al que se le ocurrió adelantar las elecciones en Castilla y León no calculó que de pronto la guardería se llenara de identitarios. He oído decir que el sentimiento de ser del Bierzo se lleva en el alma; ¿Dónde la iba a llevar, si no cabe en otro sitio? Siempre me creí medio berciano aunque sólo fuera por “el botillo”, pero ahora debo ocultarlo para no hacer “un Puigdemont”. Unión del Pueblo Leonés, Teruel existe, Vía Burgalesa, Por Ávila, Soria ya (mi ideología es Soria, dice un sedicente izquierdista).
Hay que convocar un referéndum en León para la autodeterminación. Entiendo que la gente en precario pero empoderada está pasando por un momento de crisis de futuro y que para eso no bastan los psicólogos y los psicoanalistas van de capa caída. El lunes la gente volverá al fango pero las borracheras ideológicas dejan resacas largas e indigestas, por lo demás impredecibles. Detrás de las identidades siempre se esconde un ramalazo de frustración que linda con lo supremacista y la xenofobia. Asistiremos a involuciones ideológicas de pasmo; de la lengua propia a cortar la del vecino.
Si a esto lo llaman los nuevos conservadores la hegemonía de la cultura de izquierda, que los dioses les conserven su ideología internáutica. Ramón Sénder escribió una novela hoy tan olvidada como él, “Mister Witt en el cantón”. Aconsejo su lectura; no tiene serie en Netflix pero fue Premio Nacional en 1935, cuando no se regalaban.
En términos políticos, a los descerebrados que provocaron el circo de la gran pelea para desalojar a Sánchez, les han crecido los enanos
En términos políticos, a los descerebrados que provocaron el circo de la gran pelea para desalojar a Sánchez, les han crecido los enanos. Independientemente de lo que salga de las urnas, rompieron los acuerdos con Ciudadanos, condenándolos en definitiva a la diáspora, y abrazando como única solución a Vox. Para ese viaje no hacía falta alforjas ni acosar a los ancianos “sintientes”. Pueden quedar peor que estaban.
De ser proclives a las teorías conspiranoicas nos daría en creer que un infiltrado ha animado a la “Armata Brancaleone” de Casado a presentar batalla basándose en la creencia de que el presidente Sánchez iba a sucumbir a la marea que llegaba de Madrid y Murcia. Los instructores de la guardería resultaron niños malcriados. A Sánchez no lo saca de Moncloa coalición alguna que no haya ensayado él previamente. Les ha quitado hasta a Ciudadanos porque se los regalaron sus presuntos atacantes.
Meterse en el sainete del Parlamento sería una humillación para lectores maduros. Un tonto de balcón, dos traidores de comedia de enredo, unos coros jaleadores de la vergüenza propia y ajena, una presidenta del Congreso perpleja ante el embrollo y sin instrucciones para casos de emergencia… ¡Vaya tropa!, que hubiera dicho Romanones, un caballero cumplidor en comparación con esta basurilla mal apañada. Acabaran a tortazos y si no al tiempo; lo hacen en otros países de Europa, que dirán los comentaristas.
Nuestro dilema no consiste en animar a Mañueco, Tudanca o Igea, si no en encontrar una rendija entre el filibusterismo y la decencia. Me espanta el argumento de que algo parecido está ocurriendo en medio mundo, porque no vivimos en medio mundo sino aquí y tenemos que pechar con Sánchez, Casado, Yolanda y Abascal. Eso es lo que hay, lo demás es decorado en el que nosotros aparecemos de extras sin frase. O con expresión brillante, “en las redes”, ese recurso para narcisos sin espejo.