Opinión

‘Españita’ anda inquieta, presidente

Sostengo que la España grandilocuente de nuestros libros nunca ha existido, entre otras razones, porque nunca llegamos a desarrollar ese sentido de pertenencia a través de los siglos que acaba disuadiendo a los pueblos de tirar colillas y

Sostengo que la España grandilocuente de nuestros libros nunca ha existido, entre otras razones, porque nunca llegamos a desarrollar ese sentido de pertenencia a través de los siglos que acaba disuadiendo a los pueblos de tirar colillas y cabezas de gamba al suelo, como sí lo han hecho nuestros compatriotas europeos alemanes, franceses o ingleses; esos a quienes envidiamos en silencio viéndoles enterrar reinas o tumbar gobiernos por un quítame allá una bajada de las pensiones.

Lo que sí existe sobre esta tierra sedienta y difícil es una Españita tan diminutiva como el complejo histórico que la alumbró, más orgullosa de sí misma y del gol de Iniesta que de la gesta de Colón en 1492; está formada por una mayoría de ciudadanos despolitizados en el sentido apartidista -que no apolítico-, de vuelta al pobres pero honraos tras aquel espejismo nuevo rico que fue la burbuja inmobiliaria de las hipotecas baratas todo incluido de principios de siglo: piso, coche, comunión del niño/a y vacaciones en Eurodisney y/o Londres, Roma, Berlín.

Esa Españita que vota indistintamente izquierda o derecha, en tanto el ganador luche contra las injusticias de clase y territorial que han jalonado nuestros 530 años de historia, que paga su IRPF y sus multas de tráfico y que no soporta trato desigual alguno, esa Españita, digo, demostró el 23 de julio no estar dispuesta a desandar lo andado en materia de libertades y dejó con un palmo de narices a un Santiago Abascal que ya se veía de vicepresidente en un gobierno del ganador en las urnas, Alberto Núñez Feijóo.

Porque éste país exhibe con orgullo lo construido en casi medio siglo de democracia y buena parte votó en legítima defensa el 23J, hoy Sánchez goza de una segunda oportunidad… ma non tropo; que una cosa es que los votos te hayan dibujado una carambola aritmética para ser reelegido y otra que ‘españita’ esté dispuesta a permitirle pagar el precio que exige Puigdemont

Por eso, precisamente, porque Españita exhibe con orgullo lo que ha construido en este último medio siglo de democracia, buena parte de nuestros conciudadanos votó en legítima defensa política frente a lo que percibió como amenaza confesional de Vox a su estilo de vida -nada que objetar-, y hoy Pedro Sánchez goza de oportunidad de reelección… ma non tropo.

Sí, presidente, Españita está inquieta por sus silencios; porque una cosa es que los votos hayan dibujado una nueva y arriesgada, muy arriesgada carambola parlamentaria que le permite ser reelegido, y otra estar dispuesto, sin más, a pagar el sobreprecio que exige su personaje más odiado, Carles Puigdemont: Ley de Amnistía que borre para la Justicia y la Historia su responsabilidad por los sucesos del 1-O en Cataluña, lo más grave en términos de convivencia que se ha vivido desde el 23F de 1981… y, ya si eso, un referéndum de autodeterminación de propina… “Por ahí no, Pedro”, se susurra en muy diversos ambientes.

Nadie en ningún lugar de España, salvo el votante independentista catalán en sus diversas siglas, Junts pel Cat, ERC o las CUP, apoyó el 23J blanquear nada de las políticas del gobierno de coalición; ni los indultos, ni los cambios en el Código Penal, ni la barrabasada en que ha derivado la Ley del sí es sí; mucho menos respaldar el hipotético regreso triunfal del fugado Puigdemont a Cataluña como ocurrió en 1977 con aquel presidente de la Generalitat en el exilio durante la larga noche del franquismo, Josep Tarradellas.

De haber sido así, de haber querido blanquear a Sánchez, dos meses antes, en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, los electores no habrían dado la espalda a un PSOE que pérdió seis gobiernos autonómicos y cientos de alcaldías; más de mil quinientos concejales y otros tantos consejeros, directores generales y asesores repartidos por toda la geografía perdieron su modus vivendi aquella noche.

El 23-J no es un cheque en blanco y el problema de la Ley de Amnistía no es la aritmética. Esto va de fuero, de que ningún Gobierno está legitimado para amnistiar a los 2.000 protagonistas de unos sucesos que figuran por demérito propio entre las peores páginas de nuestra historia, sin la anuencia del ganador, el PP, y en contra de la opinión pública fuera de Cataluña

No, el 23J no es un cheque en blanco a Sánchez y el problema de la Ley de Amnistía no es de aritmética parlamentaria. Esto va de fuero, de que ningún Gobierno puede sentirse legitimado para tomar una decisión de Estado -sí, de Estado- tal que amnistiar a los 2.000 protagonistas de unos sucesos que figuran por demérito propio entre las peores páginas de nuestra historia, sin la anuencia de la oposición en general y del PP en particular; y, además, contra la opinión de la inmensa mayoría de la españita que vive fuera de Cataluña, incluidos mucho votante PSOE.

Se daría de bruces contra el espíritu constitucional que asegura defender el inquilino de La Moncloa, algo que ya le han advirtido no pocos ex dirigentes de su partido -Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Almunia, Ramón Jauregui, Jordi Sevilla, Tomás de la Quadra, Virgilio Zapatero-, actuales barones como Emiliano García Page o Javier Lambán y, en general, una opinión pública cada vez más polarizada y alarmada que ve el sistema político gripado.

En la segunda parte de la película El Padrino, hay una escena maravillosa: cuando el mafioso Frank Pentangelli, recuperada la memoria, se dispone a cantar ante el Gran Jurado del Senado estadounidense a cambio de un mejor trato penal como testigo protegido. Segundos antes de empezar a responder se gira y ve al fondo de la sala a Michael Corleone acompañado de un hombre con camisa abotonada hasta arriba con un fino lazo a modo de pajarita, inconfundible del rural Italiano.

El presidente del Gran Jurado observa que un Pentangelli demudado vuelve a perder la memoria, ata cabos y ordena identificar a quien cree está coaccionándole con su presencia. Corleone se lo facilita: le dice que es su hermano Vincenzo, que ha viajado desde Sicilia para “acompañarle” en estos duros momentos… es decir, para que vuelva a perder la memoria.

El silencio del presidente

Las comparaciones son odiosas, más tratándose de una película sobre mafiosos, pero -no me pregunten por qué- la reaparición está semana y la anterior de toda la plana mayor del viejo socialismo al unísono contra la amnistía, de José María Aznar, y de muchos otros miembros de la sociedad civil recuerda mucho a esa escena, pero a la inversa.

Me explico: Corleone y Vincenzo Pentangelli buscaban que Frank volviera a perder la memoria para no ir a la cárcel… todos los dirigentes de españita que se han pronunciado, del viejo PSOE al nuevo, de la derecha al mundo económico y los medios, todos, buscan que Sánchez recupere la dignidad de su cargo -en el supuesto de que la haya perdido, porque de la amnistía no ha dicho esta boca es mía- y deje claro a Puigdemont & cia que prometió “cumplir y hacer cumplir” esa Constitución que prohíbe claramente los “indultos generales”.

De momento, el círculo que rodea al presidente en funciones han pasado de dar casi por segura la investidura a “no descartar” una repetición electoral si Puigdemont se pone muy farruco… igual empiezan a ser conscientes de que Españita les observa inquieta.

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