Es usual en nuestro tiempo que, al tratar públicamente el tema de la inmigración, políticos y comentaristas eviten hacerlo desde el marco de la política. Sea por simpleza o por malicia, los partidos en el Gobierno y sus apoyos mediáticos buscan encuadrar la discusión en un terreno exclusivamente ético. El objetivo, que no es otro que convertir el asunto migratorio —un asunto político— en una discusión banal donde poder mirar al adversario por encima del hombro y quedar bien ante el electorado, llega a tener tal éxito que los oídos piadosos se escandalizan cuando oyen decir que la inmigración produce efectos económicos sobre el desempleo, la vivienda o los servicios públicos.
Al tiempo que rechaza la regularización de las fronteras escondiéndose tras una apariencia de humanidad, fomenta indefinidamente la explotación de aquellos que huyen del hambre y la guerra
La política va mucho más allá de la ética, pues responde a necesidades e intereses de grupos humanos, normalmente contrapuestos. En un mundo donde los recursos son limitados, el Estado —lugar desde donde se despliega la política— no lo puede todo. Los migrantes, como los demás, necesitan un trabajo, un techo, ropa, alimento, medicinas, hospitales, escuelas, transporte, seguridad, justicia y cualesquiera otros servicios públicos. Todo ello exige recursos económicos, y por tanto planificación pública y cálculo. A no ser, claro, que aceptemos que vengan para malvivir hacinados y explotados, o directamente para dormir en parques y aceras. Y eso es exactamente lo que hacen tanto los partidos en el Gobierno como sus palmeros mediáticos: mientras venden una imagen propia de buenas personas concienciadas, dan continuidad a un modelo irregular, precario y abusivo. Una hipócrita y falsa superioridad ética que, al tiempo que rechaza la regularización de las fronteras escondiéndose tras una apariencia de humanidad, fomenta indefinidamente la explotación de aquellos que huyen del hambre y la guerra.
En un país donde la educación, la sanidad y los servicios sociales llevan más de una década colapsados, el acceso ilimitado de más usuarios ahoga a los profesionales públicos y a sus escasos recursos
Además del efecto que esa hipocresía tiene sobre los propios migrantes —quienes más la sufren—, las consecuencias se extienden al conjunto de ciudadanos y residentes. En un país con 3 millones de parados, donde el desempleo juvenil roza el 26%, la llegada descontrolada de inmigrantes supone un agravamiento de la despiadada competencia a la baja por empleos precarios o próximos a la esclavitud —¿dónde están los sindicatos?—. En un país donde es prácticamente imposible para los jóvenes menores de 30 años acceder a una vivienda —más del 70% de los que trabajan viven con sus padres—, la entrada no planificada de más y más personas que tienen que dormir en alguna parte hace insoportable para todos la lucha por cada metro cuadrado. En un país donde la educación, la sanidad y los servicios sociales llevan más de una década colapsados, el acceso ilimitado de más usuarios ahoga a los profesionales públicos y a sus escasos recursos. Y todo ello sin que el Gobierno, llámese socialista, popular o como quiera, ponga solución al desempleo, a la escasez de vivienda o a la lamentable situación del Estado del bienestar. Llueve sobre mojado.
Nos perjudica a todos
España no puede permitirse costear indefinidamente la inacción de Estados vecinos que inflan con dinero a sus élites mientras abandonan a su población. La inmigración exige política, no solo ética, y su ausencia no hace más que perjudicarnos a todos, españoles y extranjeros. Desde el Gobierno dicen ser representantes de la gente, del pueblo, pero sería más creíble si dijeran abiertamente ser representantes de los empresarios piratas, de los propietarios rentistas y de los dueños de escuelas y hospitales privados. A ellos beneficia la ausencia completa de planificación en materia migratoria.
Susanam
Muy cierto
Messidor
El gobernante, en cuanto tal, sólo tiene una obligación ética: "Sirve como mejor puedas a los intereses de TUS ciudadanos". Lo hemos perdido de vista: el gobernante, si ha de ser legítimo, debe estr a nuestro servicio. No al servicio de la humanidad, ni del clima, ni de Causas Justas, ni del Bien. Nosotros le pagamos; a nosotros nos debe sus esfuerzos. El electricista que tú pagas debe arreglar tu instalación, no la del barrio. Aunque los cables de dos calles más allá estén peor que los tuyos. La idea de un estado o un país solidario es tan estúpida como la de un andamio cariñoso. La solidaridad es en primera instancia una emoción, y en segunda, las conductas que tal emoción impulsa. Los individuos somos capaces de esto, las abstracciones (como el estado) no. Una política de inmigración española tiene que tener como primer criterio, como cualquier política, los intereses de los ciudadanos de España. Sólo esto debe guiar el desarrollo de las demás pautas que dicha política incluya. Por ejemplo, admitir a gente que necesitemos por su cualificación. Por ejemplo, admitir sólo a personas con buenas perspectivas de integración. Por ejemplo, limitar la inmigración a números que podamos asimilar como sociedad. Etc etc Y si luego usted está preocupado por el sufrimiento y el malestar de los niños de Mauritania o los adolescentes de Marruecos, cosa digna de alabanza, ayúdelos con sus recursos. No con los extraídos coercitivamente a los demás vía impuestos.
Rekaldeberri
Decía Gustavo Bueno que la ética es aquello que tiene que ver con la pervivencia del individuo, mientras que la moral tendría que ver con la pervivencia del grupo. Por eso la inmigración descontrolada ni es ética ni es moralmente aceptable puesto que amenaza con romper las costuras de la sociedad y afecta negativamente a servicios básicos de los que dependen los españoles para su desarrollo y bienestar. O sea, que es mentira que los que abogan por la inmigración descontrolada que padecemos lo hagan desde una pretendida superioridad moral, sino que lo hacen por interés propio. Probablemente pensando en redes clientelares de las que se beneficia todo un entramado de asociaciones que con el pretexto de ocuparse de los inmigrantes se lucran con dinero público. Además del sueño húmedo del voto cautivo a través de todo tipo de ayudas sociales.
Juanmanuelito
Este asunto de la inmigración se trata en blog "quenoyqueno", refugio de cuatro viejales jubilados, que lo ven a sus manera. Invito a visitarlo y buscar la entrada: LAS PATERAS SON PARA EL VERANO Gracias.
nataliany
Invasión alegal de escoria indeseable despreciada por sus familias y países de origen.Intimidación.Contagio físico y moral.Ruina de los servicios públicos.Robos,okupaciones,abusos,violaciones,acuchillamientos,droga,esclavismo,prostitución,tráfico de órganos,miseria,peste…. Y,mire usted por donde,consuela tanto la superioridad moral:a unos como coartada y ,a otros,saber que es falsa. Menos de causas reales,efectos,soluciones,la invasión destructora ,da para escribir la biblia en verso.
Lareforma2024
La ética no dice que para proteger a unos haya que damnificar a otros. Proteger a los de fuera a costa de los de dentro. ¿Soy ético si protejo al inmigrante a costa de marginar a pacientes de ELA? Por poner un ejemplo dramático. No me queda claro su última aseveración en el artículo. ¿Culpa a los propietarios de viviendas en alquiler y a dueños de escuelas y hospitales privados de fomentar la inmigración, legal o ilegal, dado que los mete en el paquete de ""empresarios piratas""? Dudo que los propietarios se sientan representados por el gobierno que permite, si no fomenta, la oKupación y carga constantemente contra la educación y la sanidad privada. Independientemente de que se puedan, o no ser beneficiados por el desbarajuste. Saludos.