Son especialistas en la mugre humana, en la basura espiritual, en el supremacismo vergonzante y ahora, además, se revelan como machistas y pedófilos. Les hablo de cierto programa que se emite en la televisión de ellos que pagamos todos, TV3, que lleva por nombre “Bricohéroes”. Allí vomitan su bilis un par de conocidos de la afición: Jaïr Domínguez, el de los disparos en una diana al rey, el de la puta España, el insultador oficial de la casa so pretexto de que todo es broma, y un tal Peyu, que ha pasado de formar parte de algo denominado Teatro de Guerrilla a miembro del star system separata junto a lumbreras como Joel Joan y similares.
Resulta que el otro día estaban ambos personajillos, los del Bricohéroes, grabando un programa en el que el gag, fíjense que ocurrentes son, consistía en que uno le preguntaba al otro que haría en caso de ser muy, pero que muy rico. Como no sabía muy bien que hacer, tras algunas respuestas sin más gracia que la vida sexual de una seta, acababa diciendo que le encantaría que Su Majestad la Reina Doña Leticia – él se refería como Leticia Ortiz Rocasolano – le hiciera una felación, a lo que el otro canalla con aire de corrido que, hombre, ya puestos sería mejor que lo hiciera la hija, Leonor. Esto, que es un insulto de género, una grosería como una catedral – imaginen que lo dice alguien que no sea separata respecto a Rahola, a Rovira o a cualquier mujer de su bando – es, además, un delito de pedofilia. Porque Doña Leonor es menor de edad.
Como la monstruosidad era tan gorda el propio director de TV3, Vicent Sanchís, persona nada dudosa de ser un lazi de primer orden, ordenó cortar el gag. Pero el tal Peyu lo colgó en su cuenta tuitera diciendo que el gag que se emitiría no era exactamente el que ellos querían hacer, pero, claro, como la dirección había decidido cortarlo, lo acataban. Quins bons nois. Y claro, han tenido pollo. Pero no porque manifestar intenciones pedófilas hacia una menor de edad esté mal, o que referirse a una mujer respecto a que te gustaría que te hiciera una felación en una televisión pública sea acoso machista, no. La discusión ha girado alrededor del derecho que tenía Sanchis en cortar el gag. Lo de que la aludida sea reina y la menor la infanta eso, ni se contempla. El mismo Sanchis lo decía “No se ha cortado porque se hablase de la monarquía, si no por que no queremos tener problemas políticos”.
La cosa ha ido subiendo de tono. Peyu, bien, Lluís Jutglar, que así se llama el personaje, no paraba de hablar de censura, de que la cadena mentía – ¿ahora te das cuenta? – y que esa supresión Causará a la cadena problemas en el parlamento catalán”. O sea, que los cupaires ya estaban redactando una recusación a Sanchis, lo que me parece irrelevante porque está reprobado por la cámara catalana hace tiempo sin que se haya dado por aludido ni nadie le haya obligado a dimitir.
Y el otro, nada. Que si la BBC, como si esos dos sujetos fuesen los Monty Python actuales, que si el formato, que si los jóvenes seguían el programa porque era lo más moderno de la casa. Pero, ¡ah, amigo!, el tal Peyu ha achantado la mui en cuanto el director le ha dicho muy serio que él era el responsable de que el programa llevara ya tres temporadas en antena, el responsable de que tenga numerosas colaboraciones en la cadena, de que no haya nadie que pueda decir que tenga tantas colaboraciones, valga la redundancia, de que se le haga tanto caso y de que se le cuide tan bien como el Peyu y su partner in crime Jaïr. Dicho en román paladino, cállate la boca que vives de puta madre gracias a que te río las gracias, gañán.
Y como el de las felaciones ha visto que podía perder el chollo, se la ha envainado. ¿Por dónde?, Vayan ustedes a saber, pero que se la ha envainado, seguro. En fin, un día más en esta Cataluña tan pacificada y amable por Sánchez y el PSC.