Cuando Clement Atlee ganó las elecciones generales en el Reino Unido en el año 1945 lo hizo en una Gran Bretaña unida y con un Partido Laborista unido. Se iniciaron entonces las más importantes transformaciones políticas y económicas del Reino Unido en lo que se ha venido en llamar el espíritu del 45.
El Partido Socialista Obrero Español ha sufrido durante estos últimos años enfrentamientos internos entre sus militantes y disenso evidente con sus electores. Un doble distanciamiento agravado por los errores de una Ejecutiva Federal que concibió la organización desde el punto de vista bonapartista frente a otros que concebimos un partido enteramente democrático.
El PSOE ha sufrido durante estos últimos años enfrentamientos internos entre sus militantes y disenso evidente con sus electores
El enfrentamiento de la dirección de Pedro Sánchez con los secretarios generales de las regiones -elegidos democráticamente por sus militantes-, el evidente disenso con los presidentes socialistas de casi todas las comunidades autónomas -elegidos democráticamente por los electores-, las diferencias con su propio grupo parlamentario y, sobre todo, el distanciamiento con nuestros votantes de derrota en derrota, ha llevado el Partido Socialista a uno de sus peores momentos de su historia.
Es el momento de asumir responsabilidades políticas y de devolver el partido a sus militantes. Responsabilidades políticas que han asumido pues la mitad más uno de su dirección, motivo por el cual, ineludiblemente el control de todo el partido pasa a manos de sus afiliados representados democráticamente en el órgano que los representa: el Comité Federal.
Me llenó de dolor escuchar al presidente Felipe González reconocer que Pedro Sánchez le había confesado que lo mejor era abstenerse para favorecer un gobierno de Rajoy, mientras otros, a pecho descubierto, defendíamos el no a las políticas del PP en todos los medios de comunicación.