Opinión

Irene Montero está sorda

Madrugada del pasado 1 de noviembre. Igualada. Una cría de dieciséis años sale de una discoteca. Al pasar por el Polígono Les Comes su adolescencia murió a manos de unos

  • La ministra de Igualdad, Irene Montero. -

Madrugada del pasado 1 de noviembre. Igualada. Una cría de dieciséis años sale de una discoteca. Al pasar por el Polígono Les Comes su adolescencia murió a manos de unos hijos de puta que la violaron. He dicho hijos de puta y así es. A esa pobre chiquilla, como en la canción de Serrat, su mundo de muñecas se le acabó. Y se le acabó también la alegría, porque cuando una mujer es violada su pantalla pasar a ser de colores al blanco y negro fúnebre. Las violaciones dejan secuelas psicológicas graves y no pocas de ellas son de por vida, máxime cuando tienes dieciséis años. Dios mío. Dieciséis. Los cerdos violadores, no satisfechos con semejante canallada, se ensañaron y le propinaron una espectacular paliza.

Consecuencias: cuatro intervenciones quirúrgicas, desgarro anal, desgarro vaginal, pérdida de un 90% de la audición en el oído izquierdo y de 90% de visión en un ojo. Deberá llevar audífonos toda la vida. Salió a divertirse. Dieciséis años, no me cansaré de repetirlo.

Mientras a la víctima la intervenían por cuarta vez, la ministra posaba con sus amigas, sonriendo. No quiere pronunciarse. Lógico. La manada criminal que ha perpetrado ese crimen, según nos dicen fuentes policiales, son, presuntamente, inmigrantes. Eso no agrava la bestialidad del hecho, porque daría lo mismo que fuesen de aquí, pero si dice mucho de la titular del ministerio de la presunta igualdad. No comment. De esto no se habla ni se dice yo si te creo hermana o todos somos Juana Rivas. Cuatro frases de compromiso y se pasa página.

La manada criminal que ha perpetrado ese crimen, según nos dicen fuentes policiales, son, presuntamente, inmigrantes. Eso no agrava la bestialidad del hecho, porque daría lo mismo que fuesen de aquí, pero si dice mucho de la titular del ministerio de la presunta igualdad

Es un caso que debería abrir todos los informativos, que debería hacer que la ministra Montero estuviese al pie de la cama de esa criatura, que las autoridades municipales de Igualada, los partidos del consistorio y toda la gente de esa población estuvieran en la calle en perpetua manifestación. Pero Montero está sorda. Montero asegura que solas, libres y borrachas quieren llegar a casa pero se olvida de esta niña. Montero dice que el violador eres tú, acusándonos a los hombres, pero en este caso calla como una puerta, porque su feminismo solo carga contra los hombres de aquí. Montero se cansa de repetir que el rosa es machista y que hay que abordarlo todo con perspectiva de género, pero no se le sabe ninguna convocatoria en contra de este acto criminal nauseabundo perpetrado en el cuerpo de una adolescente.
No es la única sorda.

En la fachada del ayuntamiento igualadino hay una enorme pancarta. Abarca todo el balcón. Dice, traducido del catalán, “Amnistía. Hagámonos libres”. Una plaza que hemos conocido abarrotada por separatistas a lo largo de estos años, manifestándose por la independencia, por los presos, contra España, el rey, en fin, todo el ritual de su iglesia, la del lazo amarillo. Hace un par de noches solo había un puñado de personas allí, con el ayuntamiento cerrado a cal y canto, exigiendo justicia para la agredida. No había nadie para recibirlos ni para solidarizarse. Tampoco parece que los lazis locales se sintieran atraídos por ir a denunciar lo que ya clama al cielo, y es que las agresiones sexuales cometidas en según qué sitios y por según qué personas quedan sepultadas informativa, política y socialmente.

Una plaza que hemos conocido abarrotada por separatistas a lo largo de estos años, manifestándose por la independencia, por los presos, contra España, el rey, en fin, todo el ritual de su iglesia, la del lazo amarillo

Están sordos todos, están horrible, inhumanamente sordos. Desde sus despachos no se oye el llanto de esa menor. Solo atienden a aquellos que les interesan por sus fines políticos, generalmente inconfesables. Nos llenan los informativos de imágenes de críos que quieren entrar en Polonia a la brava, o que llegan a nuestras playas a diario, pero nada de referirse a esa menor de la Cataluña del helado de postre todos los días y esa pacificación sanchista tan lograda.

Dice el ayuntamiento que ahora, ¡ahora!, instalará cámaras en ese polígono. Cuando solo se atiende al fanatismo, amarillo, rojo, pardo o del color que sea, pasan estas cosas. Hay crías que van solas por la calle y no llegan a sus casas ni libres ni de ninguna otra manera. Porque una jauría de perros rabiosos les rompen la vida con la brutalidad que da la sensación de saberse impunes. Dieciséis años tiene. Montero sigue sorda. Y mucha más gente, también.

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