La contumacia en el error es costumbre muy acendrada en el seno del Partido Popular. Cuando parece que ha conseguido domeñanarla, plas, sufre una recaída y la pifia sin contemplaciones. Ahora mismo en ello está. Unas turbulencias estúpidas que entretienen a sus rivales y espanzurran la quijada de sus enemigos mortales. Los jerifaltes de Génova le reprochan a Ayuso que lanzara formalmente su candidatura a la presidencia del PP regional, hace una semana, consciente de que tal anuncio desataría la tormenta. No hacía falta, argumentan, porque la aclamada lideresa ya había sido confirmada para el puesto por Teodoro García Egea en público y por el propio Casado en un discreto cheek to cheek. Bueno, algo así.
No era necesario insistir y lo hizo, en los albores de septiembre, cuando la gente se despereza del verano y hastas los retos se perciben como una bravata de colegial. Casado respondió al desafío y hasta metió a José Luis Martínez Almeida en el baile. El propio alcalde, hecho un legionario, se sumó a la refriega. Esperanza Aguirre también saltó a la pista con su habitual soltura y contundencia, sin complejos, y Egea respondió con inaceptable torpeza. Hasta hoy. Son muchos los que, alcanzado el escalón de la estupidez, les resulta imposible abandonarlo. Se revuelcan en la necedad como los chanchitos del cuento. Así andan ahora las filas populares, sumidas hasta las cejas en un jugueteo imperdonable del que alguien saldrá dañado.
Se ha instalado ya la idea de que, si Casado no llega, es decir, si no alcanza la presidencia del Gobierno en el próximo duelo a muertre contra Sánchez, será Ayuso la llamada a la sucesión
De momento todos los índices señalan a Ayuso, porque, tras su apabullante victoria electoral de mayo, se le ha puesto cuerpo de líder y mirada de killer. Despierta recelos y alimenta odios. Casado ya no se fía, Egea no disimula su aversión y las toscas gentes del aparato oscilan entre la envidia y el rencor. Se ha instalado ya la idea de que, si Casado no llega, es decir, si no alcanza la presidencia del Gobierno en el próximo duelo a muerte con Sánchez, será Ayuso la llamada a la sucesión. Un vaticinio frecuente y ramplón en las internas de los partidos, siempre a la caza de delfines cuando, como en este caso, tienen enfrente a un tiburón con pinta de Frankenstein.
Tampoco los barones/presidentes del PP suspiran al paso de su homóloga madrileña. Con Núñez Feijóo suscribió este julio en Salamanca un pacto de no agresión, luego de incómodos roces y codazos. Fernández Mañueco es abiertamente hostil, en especial por los abruptos choques en la estrategia contra la pandemia. Fernández Miras chapotea en la Manga al ritmo que le marca su padrino Egea y, finalmente, Juanma Moreno sonríe silente desde el sur a la espera de su momento. Que se acerca.
Estallan entonces los episodios de Ceuta, la ofensa a Santiago Abascal, las discrepancias sobre los menas y las zancadillas severas en la Cámara y el escenario cambio. Si alguien buscaba excusas, ahí las tiene
Moreno Bonilla cumple ya tres años al frente de la Junta de Andalucía con un expediente entre aseado y notable y el general aplauso de fieles y hasta infieles. Darle la vuelta a cuarenta años de un régimen corrupto y pringoso como el del socialismo andaluz es una odisea. Lo está haciendo bien. Pasea del brazo de Ciudadanos sin contratiempos y, hasta no hace mucho, sortea con habilidad las exigencias de Vox. Todo en orden, parecía. Datos económicos de cuadro de honor, excelentes valoraciones en los sondeos y una ambiente entre esperanzado y animoso en la región. Sin mayores motivos para el adelanto electoral salvo que alguien se los preste. Estallan entonces los episodios de Ceuta, la ofensa a Santiago Abascal, las discrepancias sobre los 'menas' y las zancadillas severas en la Cámara y el escenario cambió. Si alguien buscaba excusas para ir a las urnas, ahí las tiene.
Huele a feria y urnas
Vox reclama elecciones anticipadas para salir de su atasco y al PP, en verdad, no le vendrían nada mal. Pero Moreno Bonilla necesita ese sólido argumento para presentarse ante el electorado con gesto de "ya veis, yo no quería, no soy un un ventajista, pero con éstos no se puede". El obstruccionismo parlamentario y las zancadillas cotidianas desde las filas de sus apoyos de la derecha bastan como coartada, dicen los más inquietos de la Junta, ansiosos por meterse en campaña. Ya huele en Andalucía a procesiones, feria y urnas en primavera. A Juanma Moreno le vendrían muy bien porque los hados de la demoscopia le avalan y porque anhela encaramarse en la cabeza del podio. No se olvide que Susana Díaz le ganó en votos, aunque no pudo formar gobierno.
El líder de la derecha andaluza necesita los laureless de la victoria. Como Núñez Feijóo, el rey de las mayorías absolutas, cuatro y marchando. Como Isabel Díaz Ayuso, que hizo morder el polvo a Pedro Sánchez. Necesita Juanma ser como ellos, lucir los colores del triunfador, exhibir gozoso una inapelable victoria. Emperador de la Bética y alrededores. En suma, colocarse también en el grupo de los elegidos para lo que pueda ocurrir en Génova.
Nada de encendidas batallas culturales -viva Blas Infante- ni de disputas añejas. ¿Aznar? Pa tí. Es un pragmático inteligente, buen gestor, con institnto y olfato
Casado y Moreno proceden de familias diversas, antagónicas. Aznarista/aguirrista el uno, sorayista y levemente mariano el otro. Se dispensan un trato respetuoso y amable, desde perspectivas bien diferentes. El líder andaluz no evita, en privado, referirse en tono nada complaciente a la actual gestión del PP nacional. Le reprocha a su presidente un sesgo centralista, arcaizante, anquilosado, motivo por el que no rompe en los sondeos ni siquiera contra el gobierno más tóxico e inepto de nuestra historia reciente.
Moreno apuesta por un partido abierto, trasversal, dialogante, lo que ahora insisten en bautizar plural, alejado de la pugna y de la gresca. Nada de encendidas batallas culturales -viva Blas Infante- ni de disputas añejas. ¿Aznar? Pa tí. Menos pugna de Cataluña y más corredor del Mediterráno. Es un pragmático inteligente, buen gestor, con instinto y olfato. Tiene a su vera a Elías Bendodo, el número dos más hábil y eficaz de la política española, ríete de Iván, consumado especialista en no granjearse más enemigos de los necesarios.
No está abierta la carrera sucesoria en el PP, pese a que la ofuscada necedad de algunos así lo indica con tanto guantazo a un mes de la convención. Casado, que no colma, que le cuesta llegar, que no siempre convence, que ¿qué narices pasa con él?, será el próximo presidente del Gobierno. Así lo indican los auspicios del bigdata. De no ser así, no es imprescindible voltear la mirada tan sólo hacia la creciente Ayuso, que este viernes volvió e insistir en que no cuenten con ella para cometido alguno más allá de la Puerta del Sol.
Matínez Almeida está ahí para algo. Brillante, locuaz, simpático y excelente alcalde. Debería apartarse un poco del casadismo y distanciarse, siquiera mínimamente, de su líder. Demasiado emparejados. Que corra el aire. Feijóo está a dos minutos que se se le pasen los grelos, Mañueco cayó una vez en la tentación de pensar en grande y se rieron. Y ahí abajo, con el temple de Curro y el talante de un Séneca, crece Juanma Moreno, que domeñó a la fiera socialista en su terreno y que, según y cómo, se mueve más ágil y taimado por los meandros de la interna que su compañera madrileña. Ella lleva la fama, naturalmente. Pero...
El Varómetro
Los guantazos entre Nadia y Yolanda son dudoso ejemplo de sororidad. // Llegó la hora, tenía que ocurrir. Fernando Simón, a dos pasos del juzgado. // Urkullu reclama la nación vasca de 1839, el nacionalismo vasco no sale de la caverna. // Iceta apenas encuentra su sitio. Se la pasa poniendo a caldo a compañeros de Gabiente con su pequeño coro de periodistas // La cultureta socialista siempre en vanguardia. Ahora el María Guerrero estrena una función sobre el Prestige. No salen del chapapote. // Eclipsada Adriana Lastra, salta a la pista desde el corazón de Bruselas, Iratxe García. Preparen las risotadas. // Decepción general con la labor de la ministro Llop. Pensaban que daba más de sí.