Soledad Puértolas, en el admirable libro Alma, nostalgia, armonía y otros relatos sobre las palabras, recién editado por Anagrama, escribe que “En ocasiones, somos lo que hablamos. En otras, lo que callamos. En algunas, lo que pensamos y no decimos”. Considera que “el lenguaje es el gran portador de las normas”. Hace derivar de frases hechas como “No hablar con la boca llena” y “Come y calla”, la norma de que “comer y hablar son actos incompatibles”. Se sirve de la frase inicial del Evangelio de Juan “en el principio fue el verbo” para contradecirle porque “el individuo humano no nace con la palabra en la boca, sino con el llanto, el grito y la necesidad de alimentarse”. Otra vuelta de tuerca le permite concluir que la construcción del lenguaje responde a la idea de la preeminencia del espíritu sobre la materia, que el lenguaje recoge y transmite las normas de convivencia, que las normas dan paso al concepto de normalidad y que aprender a vivir implica hacerse con una cierta idea de normalidad.
Estas líneas se están escribiendo en la fiesta de nuestra Constitución, la que nos permitió pasar del fin de la guerra, fechado el 1º de abril de 1939, a la paz de buena voluntad de la Carta Magna de 1978, que se demoró durante 39 años triunfales, en los que campeó la victoria sin magnanimidad, la que mantuvo escindidos a nuestros compatriotas en vencedores -los benditos y predestinados, merecedores de todo honor y toda gloria- y vencidos, marcados con la señal de Caín -distintiva de la conspiración judeomasónicobolchevique-, y adscritos a la anti España. Sucedía de modo inevitable que, mantener encendido en los vencedores el orgullo de la victoria implicaba seguir marcando a los vencidos con el signo humillante de la derrota. Que la alambrada del cainismo tuviera alguna porosidad en ambas direcciones, no dejaba de exigir que culminar el proceso precisara aportar avales, pruebas o, al menos, simulaciones de apostasía.
Sánchez argumentó que la retirada de la Guardia Civil de Tráfico de las carreteras de Navarra se producía para cumplir la Constitución, cumplimiento que a diferencia de él otros habían ignorado
Aquí Gabriel García Márquez en vez de El coronel no tiene quien le escriba podría haber dado a la imprenta La Constitución no tiene quien la defienda, por mucho que tantos la invoquen sin cesar para proceder a continuación a banalizarla o transgredirla. Así, en el Senado, durante la última sesión de control al Gobierno del martes 22 de noviembre, el presidente Sánchez argumentó que la retirada de la Guardia Civil de Tráfico de las carreteras de Navarra se producía para cumplir la Constitución, cumplimiento que a diferencia de él otros habían ignorado. Otro ejemplo es el de las sentencias sobre el uso del castellano en las escuelas de primaria y secundaria que el govern de la Generalitat -liderado por la Esquerra Republicana de Pere Aragonés y apoyado, siempre que hace falta, por el Partido Socialista de Cataluña de Salvador Illa- se niega a cumplir sin más reacción que la denuncia de los de la Escuela Bilingüe. De igual manera sus colegas de Impulso Ciudadano han sido los únicos en pasar la cuenta de que en la web del presidente de la Generalitat figuren los discursos de Carles Puigdemont en los que se proclama la independencia de Cataluña y se llama a la participación en el referéndum ilegal del 1 de octubre. Discursos con los que se pretendía la fractura de la sociedad catalana, claramente contrarios al contenido de la Constitución de 1978 y directamente relacionados con el proces, por lo que reclaman que sean retirados de la web. Los de Impulso Ciudadano solicitan a la vez que se habiliten en dicha web las versiones en castellano y en aranés el contenido de las versiones catalana e inglesa, que son las únicas disponibles.
La Constitución, compromete. Pero a quienes deberían defenderla, como la delegada del gobierno en Cataluña, María Eugenia Gay Rosell, o la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, parecería que se les ha comido la lengua el gato o están en Belén con los pastores. Y, si saltáramos a Qatar, podríamos leer en los titulares de El Nuevo Lunes que “Mientras Felipe VI blanquea al régimen qatarí, Pedro Sánchez guarda las apariencias impidiendo la presencia de ministros en el Mundial”. La pregunta que surge es si el Rey hubiera podido ir a Qatar contra el parecer de Pedro Sánchez y si Pedro Sánchez seguirá ausente del palco, impasible el ademán, en el caso de que la Roja llegara a la final, para evitar el blanqueo de Emir alguno. Más aún, si la Selección Española se hubiera proclamado campeona, ¿hubiera recibido instrucciones de rehusar la copa si hubiera de entregársela el indeseado Emir Tamim bin Hamad Al Thani, Jefe de Estado de Qatar, junto al presidente de la FIFA, Gianni Infantino? Por último, ¿qué dispositivo diseñarían en Moncloa para que Rufián y afines asimilables se traguen el sapo de que fuéramos campeones? Atentos.
Aquiles
El PSC y PSE hace años que se han desmarcado de la Constitución … y del Resto de España …. El PSOe ya no es fiable , solo es un partido más Antiespañol , y en este año entrante batirá su récord negativo de votos en Mayo … augurio de lo que serán las elecciones Generales …