El movimiento 'me too' ha hecho más mal que bien. Millones de mujeres se han vuelto locas en medio mundo defendiendo al sector femenino en países desarrollados y tachando a los hombres de ser los culpables de todo. La mayoría de ellas, bastante mediocres, considera además que no asciende en su trabajo por culpa de la "machista brecha salarial", que no es más que un invento propagandístico de la izquierda que obvia las decisiones personales y laborales de muchas féminas, además de la paulatina incursión de la mujer en el mercado, entre otras muchas cosas.
Lo peor de estas feministas radicales, no obstante, no es que defiendan lo indefendible, sino que encima se lo creen. Sus tesis se ven reforzadas además por el propio Gobierno –con el chiringuito de Irene Montero y compañía a la cabeza– y por muchos hombres, también llamados "aliados", que les dicen que sí a todo y que pobrecitas, puto 'heteropatriarcado', qué injusto que os cobren por las compresas, ni una más ni una menos y el violador eres tú y tú y puede que el vecino del sexto porque están en todas partes.
Las feministas no toleran que alguien piense diferente a ellas. "O estás con nosotras o contra nosotras". No hay término medio. Y esto lo viví yo en persona en un trabajo que tenía. Mis entonces compañeras, tras el estallido de la cuarta ola del feminismo, hicieron un grupo de WhatsApp, icono morado mediante, y decidieron que todas deberíamos hacernos una foto en la redacción, con un lazo morado en la camiseta, de cara al 8M y para defender a las pobres mujeres que viven en España marginadas, malpagadas y acosadas todos los días y en todos lados.
La estrechez de miras de la mayoría de estas jóvenes y su agresividad verbal te daban a entender una cosa clara: o te haces la puta foto con el lazo y nos sigues el rollo o te haremos la vida imposible mientras sigas aquí. "Pfff... yo no quiero hacer esto, me da una vergüenza tremenda", le decía a mis compañeros. Ellos se reían, claro, como el 99% de los hombres de aquella empresa viendo el percal.
Las feministas radicales no toleran que alguien piense diferente a ellas. "O estás con nosotras o contra nosotras", como los nazis
Al final, y porque no me apetecía rebelarme porque veía que iba a salir perdiendo y era más joven, decidí que mira, me hacía la foto, hacía la huelga –ya que la empresa decidió que no nos iba a restar el dinero al ser la primera–, me quedaba en casa tan a gustito con mis gatas y aprovechaba para adelantar encargos de otro curro que tenía.
Estas chicas fueron a la manifestación por el día de la mujer, se pintaron la cara, se hicieron selfies y subieron a las redes la 'rebelión' de la que estaban formando parte. También hicieron un manifiesto con otras compañeras periodistas. Incluso había quedadas para fijar los puntos. Muy heavy. Aquel 8M, y los días anteriores y posteriores, flipé mucho. Entre el grupo de WhatsApp y lo que veía por la tele me daban ganas de irme al cirujano para que me convirtiese en un hombre. Los 8M siguientes me desvinculé de ellas y no me volví a hacer más fotos.
Igual el término "feminazi" no es tan malo
Te cuento todo esto porque algunas de estas mismas chicas cargaron contra mí hace unos días, públicamente en la red social Twitter, porque no pensaba como ellas sobre el feminismo. Ya no era de la manada y todo el mundo debía saberlo. Estas mujeres, y otras muchas y sus aliados, me señalaron con técnicas bastante bajunas, como las que hacían referencia a mi supuesta falta de profesionalidad en el trabajo. ¿Qué hubiera pasado si no me hubiera hecho entonces aquella foto? La respuesta es evidente.
Las feministas radicales se están ganando a pulso que se refieran a ellas como "feminazis" por sus actos y su sorodidad selectiva
Este modo de actuar es el principal error del nuevo feminismo, que está estrechamente relacionado con el sector progre español, los que dicen lo que está bien y lo que está mal, los que te hacen la guerra cuando ven que no eres de su cuerda. ¿No son estos, quizá, los verdaderos fachas de España? ¿Aquellos que deciden que Estrella Morente no debe cantar de los toros y aquellos que llaman "machista" a toda mujer que no se cree la propaganda del Gobierno? Pregunto.
El término "feminazi" comenzó a usarse hace unos años, en sentido peyorativo, para referirse a las feministas radicales. Se comparaba así el movimiento con los nazis. Mira, sinceramente, hasta ahora esta palabra me parecía indecorosa, pero ahora no estoy tan segura. Las radicales se están ganando a pulso que se refieran a ellas de esta manera con sus deleznables actos y su sorodidad selectiva.
Ahora estas mujeres estarán súper exaltadas, porque recordemos que falta poco más de una semana para la fiesta que llevan esperando todo el año, aquella que les permite presumir de su pertenencia a la manada, dar cuatro gritos y pasárselo teta con las amiguis. El 8M podremos ver en las calles a esta marabunta morada y a Montero justificando su sueldo. Y a aquellos que no somos de esta escuela nos volverán a tachar públicamente, porque, como los nazis, o estás conmigo o estás contra mí.