Opinión

Manual del idiota catalán

El ‘Diccionario de lugares comunes sobre Cataluña’ de Juan Claudio de Ramón es una demoledora impugnación de la sinrazón nacionalista

  • Concentracion organizada por la CUP en la plaza Sant Jaume

De la ingente literatura que ha dado el 'procés', tal vez el Diccionario de lugares comunes… de Juan Claudio de Ramón sea la obra más heterodoxa. También la más útil. No en vano, lo que De Ramón ha legado al género es un tratado que sirve al objetivo de neutralizar los argumentos (los mantras, en verdad) con que el nacionalismo trata de dignificar su sinrazón, en el afán de revestir de lógica democrática planteamientos que sólo caben tildar de siniestros, como siniestra, al cabo, es la ideología (¿la fe?) que los inspira. 

He empleado el verbo neutralizar, acaso influido por la natural bonhomía del autor. Lo cierto, no obstante, es que algunas de sus impugnaciones son demoledoras, y sólo la infeliz circunstancia de que vadeamos un tiempo en que la verdad ha perdido valor de ley, impide el arrumbamiento definitivo de tanto y tan variado bullshit. Va una cata.

Sólo la infeliz circunstancia de que vadeamos un tiempo en que la verdad ha perdido valor de ley, impide el arrumbamiento definitivo de tanto ‘bullshit’

“Hay que reforzar el autogobierno” (¿De qué forma, si ya Cataluña ejerce competencias típicas de los gobiernos centrales?). “Hay que blindar las competencias identitarias” (Donde el blindaje alude a que los tribunales se abstengan de intervenir ante el intento de seguir excluyendo el castellano de la vida pública). “No se puede judicializar la política” (Lo que equivale a regresar al Estado absolutista, aquel en que el poder estaba exento de cumplir las leyes). “Hay que reconocer la singularidad de Cataluña” (Dado que España no proscribe ninguna de las manifestaciones de la tradición popular catalana, desde las sardanas a los calçots, y que el catalán es lengua vehicular en las escuelas, ese prurito de singularidad no refiere más que la voluntad de borrar del mapa lo común).

Tal como le dije a De Ramón tras leer la primera versión del texto, este Diccionario es a Cataluña lo que el Manual del idiota... de Apuleyo, Vargas y Montaner fue a América Latina, tal es su esclarecedora, instructiva radicalidad. Ello sin menoscabo de un sentido del humor casi mendocino, que sirve al cometido de recordarle al lector que en la vida aguardan estaciones mucho más jubilosas.

Subtitulado “Breviario de tópicos, recetas fallidas e ideas que no funcionan para resolver la crisis catalana”, otro subtítulo posible, atendiendo a su rasgo de alegato en pro de la democracia liberal, sería Defensa (apasionada) de la democracia española. El manual, en suma, no se agota en un (solo) tema. Como ocurre por lo demás con los trabajos de veras importantes.

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