Opinión

Oración, despedida y cierre

Siguiendo el ejemplo del monclovita supremo este es un buen momento para hacer un balance escueto acerca de lo que ha sido el curso político por parte del gobierno, sus socios y demás objetos de ferretería. Podría resumirse en una sola

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hace este miércoles balance del curso político -

Siguiendo el ejemplo del monclovita supremo este es un buen momento para hacer un balance escueto acerca de lo que ha sido el curso político por parte del gobierno, sus socios y demás objetos de ferretería. Podría resumirse en una sola palabra: traición. Ampliándola, cabe señalar que la primera ha sido hacia sus electores, porque todo lo que Sánchez prometió que no haría es justo lo que ha hecho. Esto en sí es bueno, porque para conocer con exactitud qué hará el bienpeinao será todo lo opuesto a lo que diga. Repasemos. Ha amnistiado a todos los golpistas de mayor a menor, ha despreciado al partido ganador de las últimas generales insultándolo, menospreciándolo, escupiéndole en pleno pacto del tipo que sea. Porque esa es otra, el PP insiste en llegar a acuerdos con alguien que, como Sánchez, miente a quien sea con tal de salirse con la suya. Sánchez ha compadreado con los separatistas dándoles todo lo que le han pedido a cambio de que apoyen a Illa como presidente de la generalidad, porque en casi todo el resto de autonomías el PP ha impuesto el color azul, así como en las principales capitales españolas. Además de meter la gamba con Marruecos, con Israel, con el reconocimiento del estado palestino, con Hamás, con los Hutsis, con el presidente Milei y, en fin, metiéndose en todos los charcos, nos ofrece como guinda final el pastel al inefable ZP besándose con Maduro.
Ha logrado que Felipe se cisque en él – aunque eso, como lo de Page, sea ná siquiera -, ha arremetido contra los medios críticos calificándolos de máquina del fango, ha mangoneado lo que ha querido en los órganos judiciales que deberían estar ajenos a vaivenes políticos y adscripciones partidistas, se ha metido a productor televisivo con la manía de fichar a Broncano, le va a montar nada menos que una TDT a sus colegas de Prisa, ha pasado de dar explicaciones en sede parlamentaria limitándose a decir que la oposición es la extrema derecha y él es el baluarte contra el fascismo y, como remate de temporada, se ha atrevido a emplear a la abogacía del estado para querellarse contra el juez Peinado que lleva el asunto de la presunta corrupción de Begoña Gómez, Lady Fundraiser, a la sazón esposa de Sánchez. Y eso por no hablar de su hermano, el hombre de la semifusa, y todo lo que colea con Delcy, las maletas, Koldo, Ábalos, tito Berni, las compras de mascarillas durante el confinamiento y sigan ustedes contando.

Porque esa es otra, el PP insiste en llegar a acuerdos con alguien que, como Sánchez, miente a quien sea con tal de salirse con la suya

Es decir, ruptura del marco constitucional con esa nueva España federal que está colando de rondón, desigualdad entre españoles puesto que por haber nacido aquí o allá tendrán unos derechos u otros, desprecio total hacia el Jefe del Estado al que se le manda viajar solo sin nadie del gobierno que lo acompañe como es preceptivo y, eso sí, medallitas a Ione Belarra y diversas aliades más, porque una condecoración en la solapa nunca está de más. Ese es el balance de Sánchez y su gestión, aunque me dejo mucho porque este artículo no tiene vocación de ser la Espasa Calpe en extensión. Dudo mucho que el otoño pinte mejor, lamento decírselo.

Por lo pronto, servidor se toma unos días de descanso en los que tengan por seguro que no veré ni un solo informativo ni leeré nada que no sean libros. Hay que cuidar la salud, especialmente la mental. Que pasen ustedes un muy feliz agosto y hasta la vuelta, si Dios quiere, que aquí ponemos como en la antigua TVE la oración, la despedida y el cierre.

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