Opinión

Pedro Sánchez, en el redondel, de fango y oro

Plaza de Troos de Las Ventas. Madrid

Feria de San Isidro. Corrida del Goaverno.

Fuera del coso, varios autobuses del Soe desembarcan aficionados; “el bocata que nos han dao me repite, Mario”, coment

  • Salvador Illa, nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. -

Plaza de Troos de Las Ventas. Madrid

Feria de San Isidro. Corrida del Goaverno.

Fuera del coso, varios autobuses del Soe desembarcan aficionados; “el bocata que nos han dao me repite, Mario”, comenta un señora agarrándose la garganta. Hay gente haciendo cola en las puertas con ansia de pillar almohadilla, y peña de Sumar acampando para protestar contra el evento, con varias pancartas de “Toreros asesinos” y una de “Free Hamás”.

En medio del asentamiento, el ministro Tuntasun anda compartiendo su infantil experiencia con el sufrimiento animal: su pollito estiró la pata por desatendido, porque él se pasaba las tardes viendo a Xuxa en la tele y soñando con desposarla.

-Le llamé Poussin; yo iba al Liceo Francés -aclara emocionado, para estupor social de los acampados.

Dentro de la plaza, en el palco presidencial, vemos a los Sánchez Gómez; anfitriones del evento y ahora influencers del amor marital. Los acompañan una silla vacía con un bolso de Yolandaperón, y García-Page; que ha vuelto a los pechos de Jisperson desde que éste transicionara a ser sintiente, y que ha tenido a bien acudir para expresar públicamente su malestar por la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia.

Dan las 7.

Suenan el Toque de Clarines, carraspeos varios y un móvil.

Las mujeres se abanican; los hombres sudan y todos juegan al ¿Dónde está Wally? y al ¿Quién es quién? repasando visualmente los tendidos.

Los tres espadas de la tarde

Irrumpen en la arena los protagonistas del cartel de hoy: Ábalos, Oscarpuente, y El Muermo.

Y tras el consabido paseíllo, comienza la corrida. Excepcionalmente, habrá sólo tres toros y de tres ganaderías diferentes; a fin de mostrar contención en el supuesto maltrato e inclusividad en la contratación pública.

Sale el de la tablilla anunciadora al ruedo, y en ella se lee:

Ganadería: Victoriano Aldama

Comisionador, 497 Kg.

Ábalos, primero en torear, ve cómo el animal sale al ruedo con ínfulas, pero justito en bravura; cuesta hacerse con él.

La inesperada presencia de una espontánea en bolas en el ruedo, pidiendo a gritos igualdad en la lidia y que se toreen vacas, no ayuda; el exministro tiende a distraerse en presencia femenina.

Al ser hijo de diestro conquense y destilar pericia taurina, Ábalos se arrima lo justo para lucirse, anima a los picadores a cortarse con la vara, y procede a brindar el toro, por si cuela, a la espontánea; a quien en ese momento desalojan en volandas, cubierta con un capote.

Como no ve claro lo de prolongar cortejo en comisaría, suspira; y se acuerda de Delzy; y añora sus levitaciones aeroportuarias y el subidón que le daba a él autopercibirse salvador de empresas.

Es tal el morro que gasta el personaje que cabe hacer un paréntesis en la narración del sucedido isidril, para contar que el pasado lunes, al ser interrogado en el Senado sobre el Delzygate, recurrió a problemas de la EGB («cojan el avión como una maqueta e introduzcan 40 maletas y miren a ver si caben») para decir que las 12 maletas que declaró haber visto Koldo (El Mundo) y que un guardia civil allí presente identificó ante notario (Libertad Digital) son purito bulo; y salió después haciendo la pedorreta a todo quisqui comisionador.

De vuelta en Las Ventas, el tercio de matar discurre sin pena ni gloria; a pesar de lo cual, y sin haberlo pedido la afición, Jisperson le concede las dos orejas y el rabo, por no haber soltado ni mu de Mariabegoña y para compensar destierros.

Ábalos masculla para sus adentros: “menos rabos y más devolverme el acta”.

Óscarpuente, chulesco y temerario

En la pizarra del siguiente toro se lee:

Ganadería: “La concha de tu madre”

Economista, 823 Kg.

El Monqui de Valladolid, (así llaman en Ayusilandia a Oscarpuente), hace poco que tomó la alternativa. De ahí el «si hubiera tenido la mínima noción que iba a tener esa difusión, no hubiera dicho lo que dije», que usa para excusar las burradas que suelta entre una avería ferroviaria y la siguiente.

De natural chulesco y temerario, el inexperto matador decide recibir al toro a porta gayola, de resultas de lo cual la faena dura lo que tarda el animal, una bestia parda que brama en argentino, en empitonarlo.

Mientras cientos de móviles suben vídeos a TikTok de la camilla llevándose los restos vivientes, le llega el turno a El Muermo.

Taleguilla, el muñeco de trapo

La última tabilla reza:

Ganadería: Dehesa del Oprimido

Pelucón, 150 Kg.

El Muermo es Salvador Taleguilla, que se presenta con un traje de luces color pota de bebé y gafas de pasta negra.

El público echa una leve cabezada nada más verle y comentan que vaya birria de bicho. Por el toro.

La salida de éste se demora. Como nadie da explicaciones, la gente silba.

El del cartel vuelve con un megáfono y explica que el toro se ha fugado pero que en breve lo solucionan.

Perdiendo costumbres propias por lo extremo de la situación, la banda regala unos pasodobles, y el goaverno puros y gin tonics.

A la media hora se oye un grito fuera de la plaza:

-¡Así sí, joder!

Y a los allí acampados aplaudiendo.

Dentro de ella, varios operarios salen de toriles y colocan un toro mecánico en los medios (de metal remachado, con dos bombillas rojas por ojos, peluca negra y cuernos de plástico) rodeado por una colchoneta gorda, con rayas rojas y amarillas, que hinchan in situ con compresor.

La gente aplaude porque ya hay mucho beodo, y Salvador flipa y mira a presidencia.

Jisperson le hace un gesto de “te subes ya” y el otro obedece.

En cuanto se encarama al Robocop taurino, éste empieza a botar y a girar sobre sí mismo como un loco. La montera sale volando y cae boca abajo.

El Muermo deviene en muñeco de trapo sobre soporte epiléptico, y a duras penas puede mantenerse sobre la grupa del bicho, quebrando lumbares y cervicales en cada espasmo.

-A lo sumo serán una o dos hernias -informa desde la barrera un tal Fernando Simón.

En el tendido 7 unos infiltrados de derechas se ensañan y gritan: “¡Toma concordiaaaaaa!!”

Salvador se va poniendo cada vez más verde…

Jisperson no se inmuta, y Mariabegoña comenta:

-Cari. A este, puerta grande.

El Muermo, extenuado, se rinde y afloja cuerpo; sale catapultado, cae haciendo la croqueta y se incorpora milagrosamente.

El público estalla en aplausos y pide las dos orejas.

Jisperson duda, porque a la vez recibe un guasap:

7 vots. Tu veuràs”.

El pimpollo presidencial nota encogimiento de partes íntimas, y opta por pasar del torero y amnistiar al toro, que se detiene y empieza a emitir destellos luminosos por los ojos, en plan recochineo remoto.

Así termina nuestro pequeño homenaje al mundo de la tauromaquia, cuya existencia es, para algunos, objeto de debate. Pero sólo cabe hacerlo desde el respeto a nuestra cultura, aparcando taras ideológicas y asumiendo que una actividad que aporta «40 millones en IVA con más de cuatro millones de aficionados» (El Debate) no es para nada «minoritaria».

Y por cierto… Urge más descolonizar las instituciones y acabar con el maltrato a la democracia que de continuo perpetra el goaverno…

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