Opinión

Pero qué gracioso es Salvador Illa

Es difícil para muchos, y entre ellos me encuentro, soportar la gran estafa del concierto catalán que el Psoe ha pactado con la anti-España para seguir en la Moncloa.

  • Salvador Illa en la sesión de investidura -

Esto se acaba. Las vacaciones, quiero decir. Siempre que llegan los días finales del mes de agosto pienso que nadie necesita más unas vacaciones que el que acaba de disfrutarlas. Desde hace mucho tiempo por estas fechas se cuela en mi memoria la pegadiza melodía del Dúo Dinámico, el final del verano llegó y tu partirás. Adiós verano. Adiós a ese amor de temporada con sabor a mercadillo y terraza. Adiós a los chiringuitos llenos, a los platos de calamares refritos, a las paellas borrachas de pimentón, las cervezas que llegan calientes y sin presión a la mesa. Adiós a la sopladora y la cortadora de césped cuyo ruido ha amenizado nuestros despertares y siestas.

Para combatir la pesadumbre de estos días decidí comenzar agosto a bordo del Argo, la nave de los argonautas al mando de Jasón para recuperar el vellocino de oro. No sabría muy bien cómo explicarles por qué una historia escrita a mediados del Siglo III a. de C. por Apolonio de Rodas, y reescrita para nuestro tiempo por Robert Graves, ha atraído mi atención, pero es así. Sucede que siempre tomo en consideración los consejos de los mejores lectores. 

Recordaré este verano por el famoso vellocino, por Hércules, Hilas, Peleo, Orfeo, Medea y Calais…Este libro, leído con interés, o sea despacio, convierte las horas en un estado de ataraxia del que uno no desea salir. Por eso es una temeridad comprar el periódico, y una estupidez poner la radio del coche. Salvo que te coloques cera en los oídos y te tapes los ojos con una venda, resultará atrapado inevitablemente por una especie de sirenas con forma de encuestas inverosímiles y atrevidas, de un Sánchez viajando por ahí en plan estadista mundial, de jueces del Supremo preparándose para resistir el siguiente envite del Gobierno. Ábalos acorralado, Begoña Gómez de los nervios, el juez Peinado que insiste, Puigdemont dando forma al aire y el Gobierno que entra de lleno a un curso en el que no sabe cómo va a aguantar. Prorrogar los presupuestos es aguantar, no gobernar. Pero no seamos ingenuos, a Sánchez le interesa lo primero, le es indiferente lo segundo.

Volver a la normalidad es volver a la broma política y la trola mientras un país entero se despereza de las vacaciones para entrar en ese estado de ataraxia tan habitual entre los españoles. No pasa nada. Nada malo nos va a suceder. Cosas de los políticos. Al final todo se arregla. Y no, miren no. Vieja es la frase de que si uno no hace política otros la harán por ti.

Es difícil para muchos, y entre ellos me encuentro, soportar la gran estafa del concierto catalán que el Psoe ha pactado con la anti-España para seguir en la Moncloa. Nuestra capacidad de aguante es proverbial, hasta que ya no se pueda aguantar más.

El concierto catalán que preparan socialistas con los golpistas de ERC jamás se acordó en ninguna ejecutiva, nunca estuvo escrito en un programa y en ningún momento ha sido objeto de discusión en el Congreso

Las amnistías, referéndums e independencia son abstracciones para muchos, pero el bolsillo y la cartera son razones poderosas que todo el mundo entiende. Los pobres, los primeros. La amnistía no estaba en ningún programa. Los acuerdos con un partido supremacista y canalla como el de Puigdemont no estaban anunciados en ningún compromiso.  El concierto catalán que preparan socialistas -¡Dios, los de la igualdad, la solidaridad y las demás palabras que terminan en dad y dad!- con los golpistas de ERC jamás se acordó en ninguna ejecutiva, nunca estuvo escrito en un programa y nunca se ha visto o discutido en el Congreso de los Diputados más inoperante de la democracia. La Cámara Baja es un ente pensado para dispensar magras nóminas a obedientes diputados que han normalizado la felonía a la hora de representar a aquellos infelices que les han apoyado y cuyos votos sirven para construir la gran tropelía que falta por culminar.

Concierto para todos

Y ahora llega el triste de Salvador Illa para hacernos reír un rato. De verdad está el país para que el presidente catalán, puesto ahí por obra gracia de tipos que quieren romper la baraja, la igualdad y la solidaridad de todos nosotros, venga a decirnos que "Cataluña puede ayudar a mejorar España y ese es uno de mis objetivos". Quieren una caja aparte del resto de España. Van a intentar romper la igualdad entre españoles. Pretenden que las comunidades pobres financien a las ricas. Un concierto económico que deje pequeño el vasco y el navarro. La mitad de esa Comunidad se quiere marchar. El castellano es perseguido.  El Estado ha desaparecido, y hemos de aguantar esta broma del nuevo presidente. Una pregunta señor Illa: ¿Aceptaría la Cataluña que usted preside que el resto de las comunidades autónomas tuvieran el mismo concierto que Sánchez les va a regalar sin el permiso de los españoles? Esa es la cuestión.

La advertencia de Ábalos

Para quien se quiera enterar, esta es la normalidad que le espera tras las vacaciones. Siempre estoy buscando señales, voces con fundamento que nos saquen del atolladero en el que estamos. He tenido siempre el mejor criterio sobre Miquel Roca, al que los españoles solemos llamar padre de la Constitución. La semana pasada un periodista le preguntó si era independentista. Su respuesta merece mármol: "Prefiero no responder esta pregunta". ¿En qué dice Salvador Illa que la actual Cataluña puede ayudar a España? No alcanzo a entender cómo quien puso su firma en un texto que nos vincula a todos los españoles, tiene un problema para responder una pregunta como esta.

Un poco de rigor y algo de respeto por la verdad. Ya ven lo poco que pedimos algunos. Y, como advierte al Psoe el ex ministro Ábalos, el de las mascarillas, "lo que tenga que venir, vendrá".

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