Opinión

Política tóxica

No hace falta ninguna regulación más, lo único que se precisa es que vuelvan los ricos debates parlamentarios, no estos que destruyen y y que agitan la violencia verba

  • La ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso -

Llevamos años que en psicología se habla de 'personas tóxicas', 'relaciones tóxicas'. Podemos encontrar numerosas publicaciones sobre el tema y cuando vamos a buscar "política tóxica" en España tenemos unos 50 millones de entradas en google en los últimos dos años. Falta aún literatura, pero no es para menos y un ejemplo de ello lo hemos tenido nuevamente en el Congreso esta semana. No es de recibo la actitud de algunos diputados, también de ministros, puesto que no se les pagan para que se viertan acusaciones a cuál peor ya sea de "violencia contra la mujer", "filoetarras" o "etarras".

Que la ministra Irene Montero acuse a la bancada popular de promover la "cultura de la violación" es grave fundamentalmente porque el 90% de los ciudadanos no tienen por qué saber que la ministra hace referencia, según explicó luego, a un concepto académico que consta en la ONU. Cuando algo no se entiende y no se sabe o no se quiere explicar da pie a lo que dio pie, a que la bancada popular se revele contra la ministra. No es para menos. Desde la pandemia, con los estados de alarma, no cesamos en vivir más toxicidad que gestión en el Parlamento. El Congreso tiene un reglamento que nadie parece tener en cuenta. No hace falta ninguna regulación más, lo único que se precisa es que vuelvan los ricos debates parlamentarios, no estos que destruyen y y que agitan la violencia verbal.

La sociedad española no se merecen los terribles debates de sus señorías porque nada tiene que ver eso ni con el respeto a las víctimas de ETA ni con el respeto y la protección de la mujer

Todo es cuestión de respeto. La toxicidad también es hablar de una banda terrorista que ya no existe, por suerte. Si bien no se han cerrado las heridas porque son muchas las víctimas, son muchos los que han vivido en sus propias carnes el terror, quienes hablan en la Cámara de filoetarras, como Vox, o de etarras directamente como Ciudadanos no contribuyen a cerrar ese dolor aún latente, todo lo contrario. Luego, en los alrededores del Congreso o en la misma cafetería parlamentaria, tendrán relaciones distendidas, cordiales, pero la imagen que dan en las sesiones de control son bochornosas. De unos y de otros, sean de izquierdas como de derechas.

Justo la misma semana que aparece por sorpresa alguien que ha contribuido a la lucha contra ETA, Mikel Lejarza, 'El Lobo', que por su condición de ex espía sigue viviendo en la clandestinidad, que fue clave cuando se infiltró en la banda en los años 70. La sociedad española no se merecen los terribles debates de sus señorías porque nada tiene que ver eso ni con el respeto a las víctimas de ETA ni con el respeto y la protección de la mujer. La política tóxica no suma, destruye. No cobran un digno sueldo los diputados y diputadas para ofrecernos sesiones tan broncas. Si las campañas electorales van a seguir ese camino de la toxicidad vamos todos apañados.    

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