Investigar un encontronazo en el que hay testigos, en el que una periodista explica cómo ha sido tratada con total falta de respeto, con intimidación, por parte de un dirigente político por las preguntas sobre corrupción realizadas a Laura Borrás, y que a colación de este suceso que se produce en TV3, en el programa FAQS, salgan a la luz pública las faltas de respeto que se habrían producido por parte del protagonista, el dirigente de Junts Francesc de Dalmases, que quién lo diría también es periodista y debería entender la profesión, pues lo que se dice investigar algo que no es puntual y para lo que hay testigos, a priori, parece que poco hay que hacer aquí más que tomar cartas en el asunto por mucho que Dalmases se haya disculpado.
Pero Junts está a por uvas desde hace tiempo, bien harían en elaborar un manual para sus políticos sin manual, sin formas y carentes de respeto al trabajo de los periodistas. Cierto que un calentón en un momento determinado lo puede tener cualquiera, pero creer el político que tiene el don de mando sobre el ejercicio periodístico, sobre los periodistas y sobre los medios es la actual pandemia política en este país permitida por el llamado cuarto poder teniendo en cuenta que para recibir subvenciones tampoco puedes estar mordiendo constantemente la mano de tu amo. Pero entre morder la mano de tu amo y hacer buen periodismo está el equilibrio, que lo hay, entre lo que debería ser la profesionalidad del político junto con la profesionalidad periodística. De la inteligencia y profesionalidad de ambos bandos emanan los buenos productos periodísticos. Años hace que los periodistas han cedido a las peticiones políticas, a complacer al entrevistado más que a hacer preguntas incomodas que es la mejor manera para que alguien pueda defenderse.
Las Mercedes Milá ya no se estilan. No hay que tener miedo a las preguntas incómodas tal y como ha reconocido tras días de convulsión en los medios por este suceso el presidente, Pere Aragonés, en una entrevista con el periodista Pol Marsà, en Ràdio Estel. Los periodistas nos formamos para ser buenos profesionales –cierto que no todos lo somos, como tampoco son buenos todos los políticos- para fiscalizar, para hacer el servicio público de informar con rigor y veracidad al ciudadano, no para enjabonar al político de turno, sea quien sea, sea del color que sea. Otra cosa es que te caiga mejor o peor y que tras una entrevista te puedas ir a comer para hablar de forma distendida, off the record. Debe haber confianza, debe haber comunicación, pero por encima de todo existen las buenas prácticas en el ejercicio de la profesión para la que si no eres compatible o competente en un momento dado te apartas. Para algunos TV3 es su casa, así se la sienten históricamente, sin entender lo que debe ser el periodismo.
El caso Dalmases está demasiado extendido y permitido tanto en el ámbito político como en el periodístico, evidentemente no es un problema de Cataluña sino de todo el país. Una que ha estado tanto en la cocina de los informativos como en la cocina política ha podido comprobar que son muchos los periodistas que, en aras de hacer sentir bien al entrevistado, pasan el listado de preguntas de la entrevista, y yo me pregunto desde cuando los periodistas hemos caído tan bajo. Como también me sorprendo de las malas prácticas políticas, de los políticos que llegan a la política sin un manual de buenas prácticas, de aquellos que no se dejan acompañar por profesionales de la comunicación, de la información, que respeten la labor periodística que entiendan que ellos no son más que nadie a su vez que el periodista entienda lo mismo. Los egos entre unos y otros están a la orden del día en detrimento de la importancia que supone informar al ciudadano, bien sea con una noticia, con una entrevista o en una tertulia. Laura Borrás está metida en un lío judicial que, junto al acompañamiento de Dalmases en una comunicación del todo errática e irrespetuosa, no le beneficia en nada.
Suerte que lo que le pasó a Borrás le pasó en TV3, en la televisión catalana, porque le llega a pasar en La Sexta, en RTVE, o en Vozpopuli y nuevamente tenemos un capítulo más de la persecución del periodismo al independentismo, nuevamente un capítulo de victimismo independentista que vuelve a poner en jaque la solidez de los ex convergentes, que pese a tener proyecto pierden el liderazgo en las formas. En comunicación política la rápida actuación frente a un pollo monumental como el ocasionado por Dalmases es demostrar eficacia, en este caso también demostrar respeto hacia los periodistas que en general hacen su trabajo, que no intoxican dado que los que lo hagan también deberían ser apartados de sus funciones si están trabajando para un medio público. Un tuit de disculpa, como ha hecho Dalmases, no arregla nada.
La política y el periodismo, ambos, como servicio público que se da al ciudadano previsto también en la Constitución debería dar menos bochornos. A algunos políticos les falta el manual para saber actuar ante los envites periodísticos que deben existir siempre. Déjense acompañar por profesionales del periodismo, de la comunicación que sepan lo que significa una rueda de prensa o una entrevista, que no todos lo tienen claro. Hagan caso no sólo cuando les vaya mal, precisamente si bien les va deben seguir las pautas profesionales que les indiquen asesores duchos en la materia para, al final, llegar a lo importante, a comunicar con el ciudadano. El periodista es sólo el vehículo para llegar al destino. Las cúpulas de los medios es ya otro cantar. Luchar por un periodismo de calidad es luchar también por la democracia, las prácticas de Dalmases como las de muchos otros políticos distan mucho de ser democráticas. Además, al líder, a cualquier líder también se le define por quién le acompaña, por sus estrechos colaboradores. Cuídense.
Wesly
Muchos, demasiados periodistas se han convertido en instrumentos de manipulación al servicio de intereses políticos. No hay más que ver la contundencia de las entrevistas en unos casos y la ausencia total de contundencia en otros casos. El periodista realmente independiente que basa sus analisis en hechos contrastados y en el rigor de su análisis es cada vez más escaso. Esperemos que no se extinga.