Opinión

Queremos calzoncillos con la cara de Sánchez

Uno no se imagina a Alfonso Guerra patrocinando una línea de género de punto con el logotipo del PSOE, ni mucho menos unos calcetines. Pero es que Guerra es un

  • La oferta de calcetines que ha enviado el PSOE a sus militantes. -

Uno no se imagina a Alfonso Guerra patrocinando una línea de género de punto con el logotipo del PSOE, ni mucho menos unos calcetines. Pero es que Guerra es un antiguo, claro, un señor con lecturas, una persona de fundamento, un político de estado, y ahora lo que se lleva son las redondadas de don Iván, el espíritu perreón, lo modelno y, en suma, la astracanada y el flus flus ideológico. Por eso me sorprende que a los de la Federación Madrileña del PSOE – qué tiempos en los que Acosta y Leguina discutían a base de conceptos ideológicos – les parezca fatal que los de Ferraz se hayan lanzado por el merchandasing calcetinero.

Dicen que se sienten ninguneados. A buenas horas, mangas – o calcetines- verdes. A Gabilondo lo llevan tratando como a un mocho desgastado desde el minuto cero. La campaña de Madrid, queridos camaradas, es de Sánchez contra Ayuso, de Podemos contra Ayuso y, si no fuera porque pinta menos que un pulpo en un garaje, los Arrimadas estaría en lo mismo. El bloque del Frente Popular sabe muy bien que lo que se juega en Madrid no es gobernar una autonomía, sino su propia supervivencia política de cara a unas generales que están más próximas que lejanas. Así que no se me hagan de nuevas, jóvenes.

También argumentan los socialistas madrileños que eso de vender calcetines es ridículo. Tienen razón, pero puestos a buscar cosas extravagantes o fuera e lugar se me ocurren muchísimas más que las de vender calcetines. Porque a Sánchez, a su gobierno y al PSOE no les ha temblado la mano en cuanto a hacer el ridículo se refiere. Y si los lemas publicitarios de dicha prenda lanzan mensajes como “Viste tus pies con el sentimiento del PSOE” bien podrían decir de cara a una campaña electoral “Vota con los pies que te trataremos a patadas”. Porque de pies se trata, señoras y señores, de patadas y puntapiés, de tropiezos y olor ofensivo. Ya ven como no es algo tan descabellado ni fuera de lugar como podría imaginarse en un primer momento.

Claro que eso ha abierto una puerta peligrosa, porque la clientela podría animarse e ir exigiendo a Sánchez más y más cosas. Ignorando si se trata de un acuerdo secreto entre Su Persona y el textil catalán a cambio del referéndum, nosotros pensamos que la línea de ropa y accesorios podría irse ampliando. Crecepelo Sánchez, para aquellos que sientan que les han tomado e ídem, y aquí peluquitas Redondo podría tener mucho que decir; chaquetas Pedro, reversibles a cualquier coyuntura ideológica e impermeables a las críticas; gomas de borrar Fiscalía General del Estado, para borrar poco a poco la Constitución.

De vender huno a calcetines

Hay cuerda para estirar. Ahora bien, lo que entendemos que supondría un pelotazo sería una línea de ropa interior. Ahí si que hasta los más refractarios picarían, con el consiguiente ingreso de dineritos en las arcas del partido. Imaginen unas braguitas tanga con la cara de Sánchez. El eslogan podría ser “Hasta el mismísimo”. O unos eslips con la misma cara y lema, “Lo tengo en Estado de Alarma”. Eso gloria bendita. ¿Y qué decir de unos buenos pijamas de felpa anunciados con “Vete a la cama con Su Persona”? Bueno, bueno, pa que queremos más. Luego ya vendrían sujetadores, negligés, medias con liguero, camisetas imperio, porque también hay militancia ruda y de beber en botijo y comer tostadas con ajo, en fin, que podría irse adaptando el catálogo a medida de la demanda que se produjera en los consumidores.

En fin, que el PSOE ha hecho santamente dedicándose ahora a vender calcetines. Ya que no sabe gobernar, al menos que se gane la vida sin tener que recurrir a los bolsillos de los contribuyentes. Quién sabe si acabaremos viendo a Ábalos vendiendo de puerta en puerta queso y miel de La Alcarria – buenísimos, por cierto – extraídos del interior de una de las maletas de Delcy, o a la Chiqui Ministra expendiendo pescado detrás de un mostrador en Ferraz, con un delantal inmaculadamente blanco, y voceando “¡Niña, mira que fresco lo tengo!”. El de vendedor es un oficio, lo digo en serio, durísimo, que precisa de una gran paciencia, mucha sicología y dedicarle horas y más horas. Enhorabuena si el socialismo ha decidido sentar cabeza y decantarse por la honesta venta, aunque sea por correo. Pasarán de vendernos humo a, por lo menos, vendernos calcetines y una porción más de cosas.

Yo, qué quieren que les diga, solo le veo ventajas. Si depende de mí óbolo, a la que salgan lo calzoncillos con la cara de Sánchez, me pido media docena. Cuidado, siempre que sean Bóxer y de algodón cien por cien, que bastante escaldado va uno con la que está cayendo como para colocarse en semejantes partes cosas irritantes.

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