Tienen sueños húmedos ante la imagen de un Puigdemont triunfante en el balcón de la vulgaridad de Cataluña y proclamando la independencia. Parafraseando al MH Tarradellas, bien podría decir “¡Ciutadans de Catalunya, ara sí que sí!”. Ante ese posible retorno que Laura Borrás, a la sazón presidenta del parlamento regional catalán y portavoz de la extrema derecha lazi, califica como “una oportunidad para culminar la independencia”, servidor tiene sus dudas. No me cuadra que alguien tan cobarde y traidor como el del flequillo se atreva a pisar suelo nacional porque tiene más jindama que pesa.
Ahora bien, imaginemos que alguien le da garantías de que se va a aplicar a su graciosa persona la inviolabilidad e inmunidad que los siempre oportunos chicos del parlamento europeo le otorgan. Si sirve para Bélgica, Francia, Alemania o Italia, ¿Cur non?, piensa el estado mayor nacional separatista. Si España lo detuviera, pollo al canto. Que si la represión, que si el fascismo, que si el odio, que si Franco, en fin, la de Dios. A quemar Barcelona de nuevo. Y si no lo detienen, la Borrás, que no se corta un pelo, añadía a lo anteriormente citado en una entrevista que el movimiento del lacito debería hacer “alguna cosa” y dar así “una respuesta de país”. O será, también pollo. Más contenedores quemados en el supuesto de que jueces y policías decidieran hacer valer la ley y el ordenamiento constitucional.
Junts que es por pensamiento y actuación un partido de extrema derecha con actitudes racistas, excluyentes y xenófobas y que no repara en arremeter por igual contra niños que contra jueces, contra empresarios que contra artistas, está en la tesis de que la radicalización es la única salida que le queda para no acabar como lágrimas en la lluvia. Lo dije hace bastante tiempo en esta casa, quién acaba mandando, al final, es el que tiene la firma, el que puede nombrar o cesar, el que tiene potestad para hacer decretos.
No me cuadra que alguien tan cobarde y traidor como el del flequillo se atreva a pisar suelo nacional porque tiene más jindama que pesa
Y, aunque bastante atado al yugo juntista, Aragonés quiere ir por libre y quedarse con el suculento negocio de extorsionar al gobierno de turno cuando y como mejor le convenga. La última presión que ha recibido es acerca de la mesa camilla de diálogo. Aragonés, al que no le interesa para nada evidenciar que dicha mesa sirve menos que una paella de plástico, intenta dar largas pero, al final, le han arrancado unas tibias declaraciones. Habrá reunión “en las próximas semanas”. “En enero, febrero o quizá en marzo”, remató, lo que equivale a decir que el Ebro guarda silencio al pasar junto al Pilar.
Más allá de lo patético que es ver a gente que no sirve ni para acarreador en un almacén de boñigas, lo inquietante es que el diletantismo republicano – que no su tibieza, ojo, que estos van a marchas en favor de los presos etarras y babean cuando Otegi les da la mano – le viene de perlas a los juntistas para legitimar su discurso más radical, violento y fascista. Veremos como acaba la peripecia del tío del maletero, pero uno, que ya ha visto mucho, olisquea el aire que se respira en mi tierra y le parece notar cierto olor a contenedor quemado y a cóctel molotov.
Porque va pasando el tiempo, Sánchez el recalculador está a media legislatura y estos señoritos del lacito y sueldazo saben que con otro gobierno, por malo que sea, no lo van a tener tan fácil. Y si adelanta elecciones, peor que peor. Ya saben, fuera de su ombligo, su cuenta corriente, su ego y su odio no conocen nada más. Esa es la auténtica herencia de Jordi Pujol, y no la que dice que le dejó su padre.