El rey de la trola no sabrá que en el Siglo XIX hubo un torero que se llamaba Rafael Molina, pero que la afición lo motejó como Lagartijo. No sé la razón, aunque puede que sea por la forma en que hacía las trébedes, que es como llamaban entonces a poner las banderillas al burel. Lagartijo tenía muchas virtudes dentro y fuera del albero. Conocía bien a los toros con los que se iba a enfrentar, pero puede que aún conociera mejor a la quebradiza afición que un día aplaudía lo que no debía y otros pitaba lo que no entendía. Por eso Lagartijo, preguntado por el público que iba a sus corridas, respondió: "Hay que desengañarse. En esto del toreo, unos saben lo que hacen y otros hacen lo que saben". Cambien toreo y pongan política, y el Lagartijo estará contando lo que pasa en España con unas pocas palabras.
Pregunta trampa
El rey de la trápala pregunta a la militancia por los pactos que va a hacer con otras fuerzas, o sea las llamadas progresistas, comunistas, independentistas de izquierdas y de derechas, nacionalistas de orden y aprovechamiento del PNV y los muy demócratas de Otegi. Ayer, y al mismo tiempo que El País titulaba unos de sus editoriales 'Sánchez habla con claridad', este cronista conocía la pregunta de marras que el aparato socialista ha preparado a su pastueña militancia: "¿Apoyas el acuerdo para formar un Gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?" Ni una sola mención a la amnistía. Da igual, le dirán lo que espera, que él tiene el plácet para hacer lo que le dé la gana. La pregunta podría ser al revés, y la respuesta sería también favorable para quien pregunta. ¡Ya querría el Papa Francisco tener tan ordenado su negociado!
Importan los militantes, no los votantes
Al rey de la volandera poco a nada le importan los votantes. A esos no les pide su opinión. Sin duda sabe que habrá muchos que se sientan estafados, víctimas de un fraude electoral de libro. Pobres, resulta que también estaban votando una amnistía para delincuentes. Sabe que son los votantes, para nada los militantes, los que te meten o sacan de La Moncloa, pero para qué asumir riesgos. Cierto, el rey de la paparrucha está en funciones y eso hace imposible la convocatoria de un referéndum. Puede, sin embargo, convocar elecciones con el compromiso de amnistiar a esa cuerda larga de delincuentes y prófugos que tanto odian a la nación que les va a borrar sus delitos. Pero eso, ya digo, es asumir un riesgo innecesario, que ya quedó segundo en las pasadas elecciones.
Dejemos de buscar una corriente crítica, un líder alternativo al rey del bulo porque ni lo hay ni se le espera. Todo es obediencia, sumisión, acatamiento, docilidad y, al final, un sueldo que llevar a casa
El rey del fraude político tiene pocos reparos, ninguno a la hora de hablar en el nombre de millones de españoles a los que no representa. Cuando en el Comité Federal, el sábado pasado, dijo eso de que "en el nombre de España" defendía la amnistía en Cataluña, ¿en quién estaba pensando? ¿En qué España? Pero oigan, fue decirlo, y se levantaron las decenas de militantes que allí estaban. En realidad, esos mismos hubieran aplaudido el discurso contrario.
Hay que reconocerlo, el rey de la paparrucha ha ganado la batalla a los columnistas que hemos escrito por actica y pasiva que el PSOE ya no existe, que sólo hay un partido, el sanchista. Ya va siendo hora de que reconozcamos que el partido unido que aplaude que la ley sea pisoteada, que el Jefe del Estado quede humillado y que sus propios votantes hayan sido engañados es el Partido Socialista Obrero Español.
Dejemos de buscar una corriente crítica, un líder alternativo al rey del bulo porque ni lo hay ni se le espera. Todo es obediencia, sumisión, acatamiento, docilidad y, al final, un sueldo que llevar a casa. No le den más vueltas. No hay un partido sanchista, es el verdadero PSOE. El de toda la vida.
El rey de la bola sabe que así podrá seguir, por lo menos hasta que la montaña termine pariendo un ratón en forma de partido de izquierdas sensato, constitucional y capaz de defender la igualdad de todos los españoles, que eso sí que sería hablar en el nombre de España.
Resulta enternecedor ver por la tele cómo Abascal hincha el pecho para decir a los suyos que no va a permitir lo que nadie puede parar. Ni siquiera él
Pero esto no sucederá mañana, y más desde que sabemos cómo terminan experimentos en los que tanta confianza se depositó, como UPD y Cs. Ahora tiene el viento a favor. Tiene hasta la suerte del calendario. El sábado aparece la amnistía en el cónclave socialista. El domingo, Vox, su mejor aliado, convoca una manifestación contra ella. Y ya está el argumento, el relato: ¿Lo veis, veis como hemos de estar lejos de la extrema derecha? ¿No tenían otro día que el domingo para manifestarse?
El rey del fraude sabe que la impericia de Abascal siempre le resulta útil. Vox nunca ganará unas elecciones, cada vez tiene menos votos, pero ya es una evidencia que siempre serán suficientes para que el PP no llegue al gobierno y el rey de la superchería siga estrenando colchones en La Moncloa en el arranque de cada investidura.
Resulta enternecedor ver por la tele cómo Abascal hincha el pecho para decir a los suyos que no va a permitir lo que nadie puede parar. Ni siquiera él. La única forma es con votos, y en eso el líder ultra ya está sólo en los detalles. El ruido de la calle va siempre desacompasado con el sosiego de las urnas.
Volverán a intentarlo
El rey de la chamarra será nuevamente presidente. Doblará las leyes, destrozará las palabras y arrinconará los verbos escritos en pasado. Habrá amnistía para tipos que no se han arrepentido. Se aprovecharán de ella sin necesidad de asegurarnos que renuncian a la unilateralidad. Ya lo han dicho: volverán a intentarlo.
Seguirán pidiendo, y alguien en el nombre de España, les seguirá dando. El rey de la treta estará ahí, como el dinosauro de Monterroso, siempre hábil y astuto. Y Abascal sacando pecho: ¡No lo permitiremos! ¿Y Feijóo? La verdad, no sé qué decir de Feijóo.
¿En el nombre de España? Pobre España cuando el que te invoca te desgasta y niega ante la mirada perdida y desinteresada de millones de ciudadanos.
Por lo demás, y para tener alguna esperanza de lo que pueda venir en forma de un nuevo partido que haga bandera del cumplimiento de la ley y de la igualdad entre españoles, y para no perdernos en ensoñaciones y discursos inútiles, seamos sensatos y levantemos acta: El partido sanchista nunca existió. El Partido Socialista Obrero Español nunca se marchó. Es exactamente lo que vemos. Y eso es lo que había y eso es lo que hay.
RafaR
Pues yo creo que, dado que éstos se saltan las leyes para aprobar lo que les da la gana, los decentes que quedemos debemos hacer caso omiso a lo que aprueben y luchar para deshacer lo que éstos hacen. ¿Que ahora aprueban la amnistía y permiten que los catalanes se salgan con la suya? Pues los españoles de bien nos rebelamos contra ello y luchamos para recuperar el poder y revertir el acuerdo del felón. Por las buenas (en las urnas, con Vox o con quien sea), o por las malas (agitando las calles como hacen los rojos). Y anotando nombres: Sánchez, Puigdemont, Díaz, Ortuzar, Pumpido, Marlaska, Robles, Montero... No podemos respetar una ilegalidad manifiesta y aceptarla sin más. Y a este escribiente le recuerdo que parte de la culpa de que hayamos llegado a esto recae en la PP, no en Vox. Por mucho que se empeñe, si Vox no existiera, habría que inventarlo.