Opinión

Lo de RTVE y el Polisario es lo de siempre...o peor

Conversaba estos días atrás con Vicente Romero -histórico corresponsal de RTVE- y me confesaba su estupor por la pérdida de importancia de las coberturas internacionales en la prensa actual. Pocos

  • Brahim Ghali

Conversaba estos días atrás con Vicente Romero -histórico corresponsal de RTVE- y me confesaba su estupor por la pérdida de importancia de las coberturas internacionales en la prensa actual. Pocos días después de esa charla, trascendía que los directivos de la televisión pública han prohibido a sus periodistas la asistencia a un viaje a Tinduf porque lo organizaba una fuente interesada. Es decir, el Frente Polisario.

Se puede presuponer muchas cosas de los periodistas al observar su currículum y su hemeroteca. Hay quien decide enrolarse en causas ideológicas y abandona la objetividad; y hay quien escribe con escrupuloso respeto hacia alguna empresa antes de cruzar la puerta giratoria. Sin embargo, al menos conviene atribuirle a los profesionales de la información cierta inteligencia para evitar caer en la trampa de las fuentes interesadas.

No vive esta profesión sus mejores tiempos y eso es por varias razones, pero una de las principales es la pérdida de valor de los 'formatos tradicionales'; desde el papel de periódico hasta la antena radiofónica. La revolución digital ha eliminado las barreras de entrada al sector y eso ha generado una mayor facilidad para fundar medios de comunicación, pero también ha incrementado la dependencia de los anunciantes. Cuanto menos ventas en quiosco, más porcentaje de los ingresos procedentes de los contratos con las empresas.

Con internet han surgido proyectos periodísticos interesantes, pero, a la vez, se ha desviado una gran parte de la inversión publicitaria a Google y a las redes sociales. Hay más competencia y menos dinero en el mercado de los medios; y se ha prescindido de lo caro a la par que se ha apostado por las fórmulas que generan una mayor audiencia. Es decir, por la bronca, la carne, las tripas y el petardeo.

RTVE y los corresponsales

La información internacional es cara y no revienta los audímetros, pues suele concitar más interés la última fotografía del trasero de la Mala Rodríguez en Instagram que el genocidio rohinyá. Eso ha provocado que en los últimos años el periodismo de salón y de chascarrillo incremente, mientras que las crónicas desde los lugares donde suceden los hechos se reduzcan. Y, claro, en un momento en el que cualquier ciudadano puede grabar con una buena calidad lo que ocurre al lado de su casa, eso ha provocado una merecidísima pérdida de peso del periodismo en la sociedad.

Sobra decir que, en este contexto, cualquier oportunidad para acercarse al epicentro de la información en el exterior debe ser bienvenida. Por eso, se equivocan José Manuel Pérez Tornero y Esteve Crespo al prohibir los periodistas de RTVE su asistencia al viaje a Tinduf.

Primero, porque transmiten una escasa confianza en el criterio periodístico de sus informadores. ¿Acaso no están capacitados para distinguir lo noticioso de lo propagandístico; o para contrastar los datos que el Frente Polisario les proporcione? Por otra parte, ¿existe alguna forma de visitar los campamentos saharauis sin el consentimiento de sus gobernantes?

Además: ¿se equivocan medios como la BBC o El País al enviar a sus periodistas a Tinduf, al contrario que RTVE?

La pregunta más importante que debe plantearse, en este sentido, es la de siempre: ¿Está influida la decisión de los directivos de la corporación por la situación política entre Marruecos y España; y Argelia y España? ¿Se prohibiría también la asistencia a un viaje de una compañía energética al norte de África -en las mismas condiciones- por no perjudicar las relaciones internacionales del país? ¿Debe hacer RTVE periodismo o entender y ser permeable con las sensibilidades políticas?

Cuando uno comanda un servicio público que gestiona 1.100 millones de euros al año, a veces debe mancharse las manos y los pies de barro

No está de más recordar que José Manuel Pérez Tornero fue nombrado presidente de RTVE después de que PP, PSOE, Unidas Podemos y el PNV rubricaran un polémico pacto para renovar el Consejo de Administración de la corporación.

Este tipo de consensos siempre son peligrosos, pues suelen derivar en el aplazamiento de las decisiones más impopulares para no ofender a ninguna de las partes. Y, cuando uno comanda un servicio público que gestiona 1.100 millones de euros al año, a veces debe mancharse las manos y los pies de barro.

La prohibición del viaje a Tinduf desprende un tufillo a la RTVE de siempre, para qué engañarse. Pérez Tornero tiene casi seis años de plazo para desterrar esa leyenda negra que acompaña a la corporación o, de lo contrario, para copiar las viejas manías y prolongar el hundimiento de este servicio público.

Convendría recordar, por si hubiera lugar a confusión, que un periodista siempre tiene menos posibilidades de ser engañado cuando pisa el terreno y sus sentidos reciben información de lo que sucede a su alrededor; que cuando recibe una nota de prensa desde su redacción. O cuando replica el teletipo de una agencia de noticias. Por eso, ni la decisión ni los argumentos de RTVE tienen ningún sentido.

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