Domingo 5 de diciembre poco antes del mediodía. En un paseo tranquilo de un barrio de Madrid, a la sombra de unos magnolios y a la vera de donde pasean en este día ventoso los vecinos, una mujer con pantalón de deporte negro y camiseta blanca hace ejercicios de defensa personal con un hombre alto, con barba, bajo la atenta mirada y las órdenes del instructor.
Pocos son los que la identifican, extrañados de que Isabel Díaz Ayuso, toda una presidenta de la Comunidad de Madrid –que se detiene a hablar con quien la reconoce-, pueda estar en la calle haciendo deporte con su actual pareja, sin vigilancia visible y comportarse una mañana de domingo como lo haría uno de los millones de ciudadanos que gobierna.
Domingo 5 de diciembre. A la misma hora, en Murcia, Pedro Sánchez aterriza en el Falcon para visitar las instalaciones de la cooperativa FRUCIMU (Frutas y Cítricos de Mula), en Mula. Es la excusa: el objetivo, como ha hecho en Málaga, Alicante, Canarias y Bilbao los fines de semana anteriores y hará tres días después en Galicia, es acudir a los congresos regionales del PSOE.
Sin el más mínimo atisbo de pudor, el presidente del Gobierno ha movilizado en 54 ocasiones el Falcon y el Súper Puma en un mes para –supuestamente- acudir a actos menores estratégicamente agendados por toda España que –oh, casualidad- coincidían con un congreso socialista. El uso, por otro lado habitual en la política española -solo hay que ver los asesores de alcaldes o presidentes de CCAA pagados con dinero público que trabajan para los partidos- de destinar fondos del contribuyente a hacer política partidista. “El dinero público no es de nadie”, llegó a decir Carmen Calvo en sede parlamentaria…
En Falcon a un concierto
El presidente del Gobierno no está dispuesto a bajarse del Falcon y del helicóptero para ir a actos del PSOE. De hecho, ya ha usado en anteriores ocasiones los aparatos del Ministerio de Defensa –el mismo que pedía suprimir cuando estaba en la oposición- para acudir a un concierto en Benicassim o a una boda familiar en La Rioja.
Por supuesto, tampoco quiere informar de cuánto nos cuestan esos desplazamientos. En Transparencia se alegan “motivos de seguridad” para ocultarlo. La última vez que un miembro del Gobierno ha sido interpelado por el coste del Falcon y el Súper Puma fue en el Senado el pasado día 22. La número dos de Margarita Robles respondió sin pestañear que “no tengo el precio de un vuelo exacto ni el caso completo porque se alimenta de otras muchas partidas que recibe el Ejército del Aire para atender estas necesidades".
Se estima que una hora de vuelo del Falcon supone un desembolso de unos 5.000 euros. En trayectos cortos el consumo de combustible - puede ascender a los 2.600 litros de keroseno-, y por tanto el coste, crece. Además, contamina como 300 coches diésel… Pero tú no debes comer chuletón.
Pero volvamos al domingo por la mañana. ¿Alguien cree que Pedro Sánchez puede pasear tranquilamente por Madrid o por cualquier otra ciudad de España? Los hechos demuestran lo contrario: los abucheos y las protestas se han multiplicado. Los sesudos analistas de Moncloa y de los medios afines deberían bajar a la calle y dejar de leer las ‘biblias’ de la progresía como Político, que acaba de incluir a Ayuso en la categoría de líderes más influyentes de Europa por “disruptiva”, junto a Orban y otros políticos similares, llamándola “santa patrona de los bares” y comparándola con Trump.
Iván Redondo insiste en que hay que "comenzar por reconocer que el éxito de Ayuso se debe a tres palabras: Isabel Díaz Ayuso”. Quizá todo sea más sencillo: menos Falcon y más chándal
Que se pregunten en Moncloa por qué Ayuso –la de las redes sociales de Pecas; IDA; la tabernaria- arrasó el 4-M y dejó hundido al PSOE y al Podemos del vicepresidente Iglesias, a quien acabó retirándole de la política. Que se pregunten, en fin, por qué ella sí puede estar un domingo por la mañana tranquilamente haciendo gimnasia en plena calle mientras el presidente no se baja del Falcon.
Iván Redondo, uno de los que no veía al rey desnudo mientras vivía en palacio, lo dice insistentemente ahora desde su labor de ‘analista’ en La Vanguardia: “El hechizo de Ayuso en su electorado potencial es un activo indiscutible”. E insiste: “Para ganar a Ayuso, como sorpresivamente al PP de Mariano Rajoy (entonces imbatible partido alfa antes de la moción de censura), hay que entrar en su mundo. Comenzando por reconocer que el éxito de Ayuso se debe a tres palabras: Isabel Díaz Ayuso”. Quizá todo sea más sencillo: menos Falcon y más chándal.