El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entre viaje y viaje de Falcon y Súperpuma, tiene tiempo de dar una vuelta de tuerca al desmontaje del régimen del 78 y de sentar en el Consejo de Ministros en la mesa más grande que nunca vio Moncloa (23 sillas en plena crisis económica con sus cientos de asesores bien pagados) a un enemigo declarado del actual sistema constitucional, federalista convencido y que presume de haber votado en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
Obligado por serios motivos de salud, Manuel Castells ha tenido que dejar el Gobierno. El ministro de Universidades –todos se ríen de que no ha hecho nada, pero es que su Ministerio, con casi todas las competencias transferidas a las Comunidades Autónomas, no pasaría de una dirección general en cualquier democracia seria, y más en estos tiempos de crisis- era cuota Ada Colau pero acabó siendo más cercano a Pedro Sánchez y al PSOE. Tanto, como para pasar la amarga noche socialista del 4-M en Madrid con Ángel Gabilondo en vez de con su candidato Pablo Iglesias. Prefirió cambiar de caballo perdedor.
Pero como en este Gobierno, lo que puede ir a peor irá a peor, Sánchez ha visto cómo los morados le hacen tragar ahora con Joan Subirats, un ministro que no solo ha presumido de votar en el referéndum ilegal del 1-O (al contrario que Pablo Echenique, cuando creía que le iban a meter en Moncloa, no ha borrado sus mensajes de Twitter) sino que ha atacado al PSOE, a Pedro Sánchez, a la justicia por encarcelar a los líderes del Procés y, cómo no, a la Monarquía y a los borbones.
Federalista convencido, Subirats presume de su voto y de ejercer la “democracia” el 1-O. Ese mismo mes de octubre, el nuevo ministro de Universidades no dudó en elogiar al fugado Puigdemont: “De sus declaraciones en Bruselas, cabe agradecer a Puigdemont que haya querido evitar situaciones de violencia y también que por primera vez desde hace años hable de "camino largo" y no de "independencia express". También criticaba el encarcelamiento de los Jordis y acusaba al Gobierno de Rajoy ir “al choque”.
Pero el que ahora se sentará en el Consejo de Ministros en Moncloa como uno más de los cinco políticos de la cuota morada al lado de sus compañeros socialistas no ha dudado tampoco en atacar a estos en el pasado. El 23 de agosto de 2011, cuando Zapatero dejaba el Gobierno, Subirats afirmaba: “Se van Zapatero/Salgado. Pobre PSOE. Sin política. Referéndum ya. #yoquierovotar”.
Cinco años después, su percepción del PSOE con el que compartirá gobierno a partir de esta semana no había variado, al contrario. “Lo del PSOE es reflejo, local y bastante patético, del lío en que está la socialdemocracia europea. No funciona lo viejo pero siguen ahí”. Y Sánchez, a tragar.
En una declaración institucional poco comprensible si no es por su deseo de despedir con honores a Castells, Sánchez recibía a su sustituto como un representante de "la política del respeto". Es el mismo catedrático, hoy ministro en ciernes, que en julio de 2014 comparaba al partido de Sánchez con Convergencia. “Nuevo PSOE, Nueva Convergencia, Viejo Régimen”.
Un "Pedro Sánchez tutelado"
Y unos meses después, tras la entrevista de Sánchez a Jordi Évole en Salvados, el nuevo ministro escribía sobre Su Sanchidad: “Un Pedro Sánchez a la defensiva, superficialmente crítico respecto al pasado y con sensación de ser un líder tutelado”. Ahora, Yolanda Díaz se lo impone como cuota y lo sienta a su mesa en Moncloa.
Una mesa a la que se sientan republicanos convencidos que quieren enviar a “todos los Borbones a los tiburones”, como proclamaba Irene Montero en 2013 al tiempo que amenazaba con que “los recortes serán con guillotina”. Antimonárquicos como Ione Belarra, que hace tres años adelantaba –con escaso éxito, por cierto- que “este país ya no tolera una monarquía corrupta, machista y retrógrada”.
O un ministro de Consumo como Alberto Garzón que, en otro vaticinio exitoso de los suyos bajo la etiqueta #Felipenoserasrey (ja), denunciaba “que los borbones son unos ladrones es un hecho históricamente constatado” al tiempo que felicitaba a Fidel y Raúl Castro, una dinastía conocida por su rostro democrático y por proteger a su pueblo…
Estos son los peones que Pedro Sánchez tiene sentados a la mesa del Consejo de Ministros en La Moncloa. Liderados por la Reina del ajedrez, que se emociona al visitar al Papa en una audiencia privada con el mismo Falcon que el presidente del Gobierno usa para desplazarse a los congresos del PSOE por toda España. Una vicepresidenta, Yolanda Díaz, que prologa el Manifiesto Comunista de Marx con “orgullo” y defiende el sistema comunista frente a la “voracidad” del capitalismo y prepara, sin solución de continuidad, el asalto a la silla del jefe. Ella sueña con encabezar los Consejos un día cercano. Mientras tanto, Sánchez traga y España sigue sumida en la crisis.