¿Sois retrasados o qué? Unas bonitas palabras que Gianfilippo Bancheri, como alcalde, les ha dirigido a sus 5000 ciudadanos de la pequeña población siciliana de Delia, después de ver que muchos salían varias veces de casa sin más justificación que comprar pan varias veces al día. ¡Con la que está cayendo! Quizás a muchos les puede molestar la contundencia y las malas formas de esta frase, pero a día de hoy son muchos los que aún no están concienciados de que quedarse en casa es la mayor protección para uno mismo y para los demás para no resultar infectado por el coronavirus. No se puede bajar la guardia, el Gobierno se equivocaría si empezara a lanzar mensajes de que a partir del 26 de abril vamos a volver a la normalidad como ha dejado caer la ministra María Jesús Montero. No, no lancemos campanas al vuelo y sigamos aprendiendo de aquellos países que lo están haciendo bien.
¿Sois retrasados o qué? Seguro que se lo preguntan muchas de las 15.000 familias -ayer eran 14.555 los muertos- que han perdido a sus seres queridos por el coronavirus, que las han perdido y que no se han podido despedir por la sencilla razón de que se podían contagiar y que no había material suficiente para protegerles del contagio. No había ni hay para nuestros sanitarios. ¿Cómo podemos pretender que haya para las personas que quieren acompañar en el camino de la muerte a un ser querido?.
Ven cómo Europa da la espalda a los países que están en plena crisis por la pandemia, que acaban de dar la espalda a España.
Me pregunto qué deben pensar todos aquellos que han perdido a un familiar de aquellas personas a las que ven incumplir las normas, que cuando ponen las noticias ven cómo la gente se mueve a segundas residencias, que ven cómo aún hay gente que se va a tomar el sol a la playa o a hacer deporte, que ven cómo Europa da la espalda a los países que están en plena crisis por la pandemia, que acaban de dar la espalda a España. Y nada que decir de nuestros abuelos muertos en residencias. Porque seguro que muchos de ellos nos hubieran dicho: ¿sois retrasados o qué?
No podemos hablar de volver a la normalidad sin test para saber si puedes contagiar a tu vecino o no, no podemos hablar de volver a la normalidad sin mascarillas y sin mensajes claros de quién las debe llevar o no y ante la duda mejor llevarlas todos que ninguno. No podemos volver a hablar de normalidad sin que haya respiradores en los hospitales para todas las personas que lo necesiten. No lo hagamos mal ahora que hemos empezado a hacerlo relativamente bien.
Una reunión eterna e inútil
¿Ha estado a la altura la OMS? No sirve sólo el mensaje que lanza ahora de pedir prudencia para la vuelta a la normalidad, hay que aplicar medidas estrictas para no volver a caer, porque tras salvar la salud, vamos a tener que salvar la economía, pero sin lo primero no hacemos lo segundo. ¿Está a la altura Europa y el Banco Central Europeo? Ya se ha visto que tras reuniones nocturnas maratonianas no han llegado a ningún acuerdo para ayudar, por lo tanto: no. Dieciséis horas de reunión tiradas a la basura, me pregunto qué pensarán todos aquellos que están sufriendo directamente las garras del coronavirus, los que se van y los que nos quedamos, los que no llegan ni para comprar comida, los que han puesto todos sus ahorros en montar un negocio familiar que se les va a tomar viento, los que se van a quedar sin trabajo, los que lo han perdido todo menos la vida.
La situación es demasiado crítica para contemplaciones y bobadas y de esto se deben sacar unas cuantas lecciones, porque si algo no está entendiendo Europa es de solidaridad. ¿Están a la altura nuestros políticos, los que gobiernan y los que no?. Ya habrá tiempo para ese análisis. De momento muchos se están retratando ellos solos. ¿Estamos todos a la altura? A juzgar por los que se mueven para llegan a sus segundas residencias o los que bajan la basura y compran el pan compulsivamente, también diría que no.
El gran error de las residencias
Confiemos en salir de ésta más pronto que tarde porque hay muchos que están siendo solidarios, que están cuidando de sus vecinos mayores que están solos, aquellos que se levantan cada mañana con la misión de cuidar, de cuidarnos a todos, de protegernos, por los muchos que están siendo generosos y están donando su dinero para buenas causas, por todos aquellos empresarios que se han reinventado para fabricar mascarillas o respiradores, por todos aquellos que a través de la pantalla, la radio, el ordenador, o el teléfono se meten en nuestras casas para que hagamos ejercicio, para informarnos y entretenernos.
Sí, hay esperanza, sí, gracias a muchas grandes personas que conforman este país saldremos de ésta y esperemos haber aprendido de los errores. Las residencias de mayores han sido un error, o ¿no lo vemos aún? Cerremos ese negocio que se hace con nuestros mayores, y abramos centros públicos preparados para atendernos en el final de nuestras vidas. Seguro que podremos cambiarlo, sólo falta voluntad, como para muchas cosas en la vida. Ni tanto análisis, ni tanto estudio, como he oído decir a algún ministro, porque los números nos lo están diciendo todo: más de 1.000 abuelos muertos en residencias catalanas y casi 5.000 en residencias madrileñas. Esto no va de colores políticos, va de valores, de respetar la vida, de respetar a los que nos dieron vida. Cuídense.