“A vosaltres, amics dels CDRs, que apreteu i feu bé d’apretar”. A vosotros, amigos de los CDR, que apretáis y hacéis bien en apretar. Estas palabras las pronunció el president Quim Torra el 1 de octubre de 2018, en un discurso institucional desde Sant Julià de Ramis. Aquellas palabras que parecían baldías se han vuelto en contra no ya sólo del Govern, sino de la paz social catalana. Porque no vale decir que es culpa de la extrema derecha que provoca. Lo que ayer pudimos ver eran miembros de los CDR, que no son precisamente de extrema derecha.
Las palabras las carga el diablo y Torra ya se ha dado cuenta. Ocurre que es demasiado cobarde para admitirlo. Y los que están con él en el Govern también lo son. Por eso hablan en contra de aquello que, a lo mejor, un día los defenderán de los anti-sistema.
En los vídeos no se ven imágenes impropias de una policía democrática. Al contrario, se actuó dentro de la democracia
El president Torra ha declarado, desde Eslovenia, que los mossos d’esquadra tienen que defender la república catalana. Que se han extralimitado y sus jefes deben ser reemplazados por otros más permisivos. El conseller Miquel Buch ha expresado que “hay imágenes impropias de una policía democrática”. No entiende lo que vio por televisión.
Acto seguido los sindicatos de los mossos han declarado su indignación con las palabras del conseller. Y es que ellos hicieron su trabajo. El problema estriba en las declaraciones echas por Quim Torra y avalada por los consellers de la Generalitat.
Inmersos en una kaleborroka
El kaleborroka de los CDR tenía que acabar así. La calle no es suya. Hasta el momento presente se llenaban la boca con el eslogan que todo esto era la “revolta dels somriures”. Ahora vemos que era cierto. Una revolución, pero con pocas sonrisas. Con miedo en las calles y con una imposición de unos conceptos dignos de una dictadura. Porque, al final, estamos hablando de esto. Un personaje como Torra considera que vive en una república llamada Cataluña. Envalentona a los CDR diciéndoles que ellos son los soldados del procés. Y cuando estos están convencidos que la calle es suya, llegan los Mossos y los ponen en su sitio.
Recientemente hemos visto imágenes de los llamados chalecos amarillos. Con las declaraciones de Torra y Buch intuímos que Francia es un país muy poco democrático, pues su policía se comportó como los Mossos. Es decir, cuando la policía hace su trabajo no es demócrata. A estos gobernantes les gustaría que los Mossos fueran con claveles o rosas en las manos y besando a los violentos.
Los principios de un cuerpo policial es ese. Si no te gusta, desmantela los Mossos. No hay más. Hoy es un día para defender a los Mossos de Escuadra, no para subirlos al patíbulo. Porque, claro, ¿dónde quedan los Mossos que están en el hospital heridos? ¿Fueron heridos porque eran poco democráticos? ¿Se merecen lo que les ocurrió? Uno debe ser coherente y afirmar que no.
Pero, claro, el que manda en la Generalitat de Cataluña es la CUP. Estos anti-sistema se levantaron en armas contra una serie de manifestaciones convocadas por VOX. Para ellos este partido es de extrema derecha y debe ser aniquilado. Lo dicen unos personajes que les encantaría acabar con el estado actual, instaurar la anarquía y cuyos principios básicos implican la destrucción del estado. Son, por definición, un partido que reniega de la Constitución y de todo aquello que huela a bienestar. Eso sí, la inmensa mayoría de ellos provienen de familias acomodadas. Las CUP son los hippies de los sesenta. Unos iban con la margarita en la mano. Estos se divierten provocando altercados públicos.
Ellos le tienen miedo a VOX y los ciudadanos catalanes le tienen más miedo a los antisistema de las CUP que a los de este partido que, al menos, defiende la Constitución y el estado de derecho. Por eso se enfrentan a ellos. Por el miedo de perder su estatus.
Recordemos que las CUP se cargaron a Artur Mas y colocaron a Carles Puigdemont como president. Desde ese momento ellos han gobernado Cataluña. Ayer hirieron a una de sus miembros. María Sirvent es diputada en el Parlament por la CUP. Ayer se enfrentó a los Mossos en Terrassa. La hirieron levemente en la mano. Acto seguido han pedido dimisiones de mossos y de consellers. Ella es una víctima y la idolatran por ello. Y Torra ha aceptado su petición y dándole al conseller Buch 4 días para arreglarlo todo o, sino, lo destituiría. Al oír estas palabras Buch tenia que haber presentado la dimision.
Era cuestión de tiempo
Lo que está ocurriendo en Catalulña se veía venir. No se le puede dar poder a la calle. Uno ha de gobernar y establecer las medidas necesarias para que exista una estabilidad. Cuando el poder lo tiene la calle y los anti-sistema, uno ha perdido el poder. Y Quim Torra es un presidente marioneta de Puigdemont y de las CUP.
Hoy debemos saludar y aplaudir a los Mossos d’Esquadra por haber hecho su trabajo. Esto, que a algunos les puede sonar raro, es la realidad. No nos extraña que estén enfadados con sus superiores. Todos lo estaríamos. Aquellos que no somos anti-sistema debemos vanagloriarnos que en Cataluña haya una policía que defiende los principios de la Constitución.