Opinión

La (pen) última obscenidad de Sánchez e Illa

Illa prefirió ser candidato antes que ministro cuando más negro pintaban las cosas. Y Sánchez ha decidido ahora tenderle un último puente de plata y un último acto de propaganda en una nueva muestra de obscenidad política

  • Sánchez ha proporcionado al candidato Illa el último acto de propaganda rumbo al 14-F

Pedro Sánchez y Salvador Illa, el ministro/candidato, han cerrado el círculo. En plena tercera ola de la pandemia de coronavirus, mientras se multiplican los ingresos y los contagios, se saturan las UCI en la mayor parte de España y se cierran los negocios al adelantarse los toques de queda en un intento desesperado por frenar la ola, el presidente del Gobierno y el hombre que debería encabezar la lucha contra el virus siguen hoy en plena campaña electoral con una visita, oh casualidad, a la Agencia Española del Medicamento.

Un mensaje de la Secretaría de Estado de Comunicación, uno de los órganos preferidos bajo el omnipotente mando de Iván Redondo, anunciaba esta mañana: “El presidente y el ministro, acompañados por la directora de este organismo, María Jesús Lamas, dirigirán a los funcionarios y trabajadores de la Agencia un mensaje de agradecimiento por su importante labor, fundamental desde el primer momento en la lucha contra la pandemia y ahora en la puesta en marcha del plan de vacunación contra la COVID-19”.

Illa, asociado a las vacunas y a la lucha contra el virus. ¿Qué mejor despedida rumbo a la campaña catalana?

Además, se aprovechaba para confirmar que “el ministro de Sanidad, Salvador Illa, inicia hoy sus últimas 24 horas al frente del ministerio. Mañana martes será su último Consejo de Ministros y se conocerá su relevo en Sanidad. El miércoles tendrá lugar en el Palacio de la Zarzuela la toma de posesión ante al Rey del nuevo titular del departamento”.

A Sánchez se le ocurrió que la mejor manera de despedir al ministro Salvador y lanzar la alfombra roja al candidato Illa era una visita a la Agencia Española del Medicamento. ¡¡¡Illa, illa, Illa, Salva Maravilla...!!!

Tras tener conciencia de que las elecciones serán finalmente el 14-F –puesto que la justicia catalana dejaba el viernes solo en manos del propio Illa la posibilidad de suspenderlas con un nuevo confinamiento- a Sánchez y su asesor áulico se les ocurrió que la mejor manera de despedir al ministro Salvador y lanzar la alfombra roja al candidato Illa era una visita a la Agencia Española del Medicamento. ¡¡¡Illa, illa, Illa, Salva Maravilla...!!!

La despedida del cargo del ministro de Sanidad del país que está en el triste podio de más muertos per cápita (si es que algún día conocemos de verdad el número de muertos por coronavirus, muchos miles más de los que reconocen las estadísticas oficiales) y con mayor caída del PIB, llega, además, en el momento justo para que el ministro no rinda cuentas en el Congreso, como había prometido.

Corte de mangas al Legislativo

Para desesperación de la oposición -la misma que dio casi por unanimidad manos libres a Sánchez para obviar el control del Congreso durante seis meses al aprobar su estado de alarma- el responsable de la lucha contra la pandemia se marcha rumbo a Cataluña haciendo un metafórico corte de mangas al Legislativo. Que comparezca el sustituto...

El responsable de la lucha contra la pandemia se marcha rumbo a Cataluña haciendo un metafórico corte de mangas al Legislativo. Que comparezca el sustituto...

Illa se va a Cataluña a seguir haciendo campaña, dejando atrás una gestión de la pandemia llena de agujeros negros –pero ¡qué buen talante!, dicen sus aliados-. Y Sánchez le ha proporcionado un acto de despedida acorde con el plan: la Agencia Española del Medicamento. Es el (pen) último acto obsceno del presidente y su aún ministro desde que eligió como candidato, hace casi un mes, a quien ahora abandona el barco en lo peor de la tercera ola.

Illa prefirió ser candidato antes que ministro cuando más negro pintaban las cosas. Y Sánchez ha decidido ahora tenderle un puente de plata y un último acto de propaganda en una nueva muestra de obscenidad política. El ‘efecto Illa’ era esto…

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