Opinión

Un extraño congreso

Lo que no ha habido en Sevilla ha sido debate, dada la prioridad de la liturgia anestésica del culto a la personalidad

  • El congreso de las ovaciones -

Como por Sevilla no se podía el domingo dar un paso me he recluido en casa repasando las páginas sepia que escribió hace más de un siglo Anselmo Lorenzo. Nada más a propósito en un día congresual que revivir la idea de congreso que tuvieron los pioneros de una Izquierda incipiente que no podían ni imaginar el negocio que –“a futuro”, como se dice ahora-- estaban montado. Claro que no es lo mismo bracear como náufragos que viajar a gastos pagados como no lo es tener que inventarse la Idea que estar de vuelta y hasta de revuelta. Lorenzo, Fanelli, Lafargue o el Dr. Vera creían a ciegas en lo que buscaban mientras los mandamases actuales no entienden más que de nóminas y los líderes de entonces hablaban todavía de liberación en lugar de conservación. No es lo mismo inventar la utopía que vivir de ella.

Pero ¿en qué ha consistido este Congreso y qué logros a alcanzado? Pues, respecto a lo primero, no ha sido otra cosa que un festival de supervivencia y un fervoroso homenaje al líder, a sus segundos y hasta a su familia. ¿Qué hacía allí --¡hasta haciendo “corrillos” con la prensa!— la esposa del “puto amo” con sus cuatro acusaciones penales en todo lo alto, y qué pintaban los condenados de los ERE aclamados como héroes? Ella entre Evita Perón y la Kirchner pasando por madame Ceaucescu: no cabe mayor disparate moral y político. Y ellos prestándose a lo que no es más que una intolerable injuria al Poder Judicial.

Total, para un paripé de escrutinio que arrojaba un 90 por ciento de adhesiones incondicionales, como en la Duma estalinista o en la asamblea búlgara, ni más ni menos. Con las urnas intactas, eso sí. Sánchez fue capaz alguna vez de trampear una de ellas --¡y por eso lo echaron los mismos que ahora lo aclaman!— pero no llegó a romperlas como proponían los fascistas. ¡Qué coño urnas: aclamación!

No tienen más que considerar el discreto silencio en que yacen los socios que sostienen el tencontén, los de extrema izquierda y los de derecha, todos. ¿Dónde iban a encontrar mejor chollo que este desesperado manirroto y dispuesto a todo?

Y respecto a los logros, ya ven: la recreación de un INV como el de Franco y la exclusión de los “queer”. La deuda despepitada o el paro de nunca acabar pueden esperar. Los “sin techo”, que se arropen, que ya vendrá el verano. La imagen exterior rota ya se arreglará. La inmigración masiva, a ver quién puede verle solución. La España vaciada, el alza imparable de los precios…, miren, peor están los de la DANA y se contentan con protestar. Y en ese plan.

Lo que no ha habido en el Congreso ha sido debate, dada la prioridad de la liturgia anestésica del culto a la personalidad. El leadership sobre el consenso real y punto: al sanchismo le concierne poco la Razón porque no es más que puro voluntarismo sostenido por los perdedores de las elecciones como él mismo.

En fin, nada con sifón y p’adelante como dice la odiada Ayuso. ¿Y qué me dicen del anatema a los “queer”, esa entidad entre metafísica e indefinible, que tanto ha cabreado a ese ultrafeminismo podemita que habrá de tragarse este sapo como se tragó los anteriores? Pues no les digo nada aunque no concibo la cara que podrían los pioneros de que hablé al principio. ¡Qué más dan los objetivos cuando lo que cuenta es salir del agujero negro en que se agitan los jueces fascistas y prevaricadores! No tienen más que considerar el discreto silencio en que yacen los socios que sostienen el tencontén, los de extrema izquierda y los de derecha, todos. ¿Dónde iban a encontrar mejor chollo que este desesperado manirroto y dispuesto a todo?

He dejado sobre la mesa el libro de Lorenzo y he bajado a la calle. Oigan, y estaba abarrotada como una feria, como la ciudad alegre y confiada, como si no pasara nada, vamos, bajo el asedio judicial, la pobreza creciente, los jóvenes y los ancianos al pairo y esta España partida por gala en dos que protesta más que pestañea pero nunca a la hora de la verdad. Hace mucho que Jospeh de Maistre formuló la más desoladora sentencia del pesimismo antropológico. Esa que decía que cada pueblo tiene el gobierno que merece.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli