Con gorra Kangaroo, gafas ámbar, tono prepotente y una inmensa capacidad para desprestigiar, Villarejo fue el invitado principal de Preguntes Freqüents, que los sábados por la noche riega el árbol del separatismo. Ahí encuentran acomodo Boye, Otegui, Rahola, los cupaires, en fin, todos quienes arremeten contra nuestro sistema democrático. Ni que decir tiene que el excomisario triunfó. Normal, ahí lo peor de lo peor siempre acaba saliendo por la puerta grande.

Dijo Villarejo en el largo tiempo que le dieron para soltar su bilis que el CNI no funciona dentro de la legalidad y que es una aberración pensar lo contrario, añadiendo que durante la Operación Cataluña había pinchado cincuenta teléfonos sin aval judicial. Orgulloso, se jactó de haber recibido la felicitación del por entonces presidente Mariano Rajoy. "Eres un patriota, lástima que la gente no sabrá jamás lo que has hecho por España", declaró Villarejo. Ahora ya sabemos todos quién es, indiscutiblemente. Porque si alguien es conocido es este excomisario que aparece en todas las pozas que a nuestra democracia le van poniendo. Tampoco es casualidad.

Lo indignante es que los reyes de la subvención pública gestionada por el amiguismo estelado vengan a dárselas de íntegros, haciendo gala de una indignación hipócrita

Lo mejor fue cuando aseguró que para dicha operación los servicios de inteligencia españoles contaban con un presupuesto de siete u ocho millones de euros, con el consentimiento de Rajoy y Fernández Díaz. "Una parte estaba destinada a pagar (sic) a tertulianos para crear un ambiente acerca de lo grave que supondría separarse de España". Excuso decirles el revuelo que se formó en el gallinero separata ante tamaña revelación. Ya saben: periodistas comprados, sicarios a sueldo de España, intoxicadores. Uno, que jamás ha percibido un solo maravedí por parte de ministerios, consejerías, ayuntamientos o cualquier otro tipo de organización defectuosa por el hecho de dar su opinión, sonrió. Porque más allá de que Villarejo sea un provocador que ha vivido de la extorsión, el chantaje, el trapicheo y de servir, él sabrá a qué oscuros intereses, lo que está demostrado es que los tertulianos, periodistas e incluso medios que han estado sobornados son los que han defendido el procés. Conste que me parece mal pagar a nadie para que hable en favor del poder con el miserable fin de tapar sus vergüenzas, sea el gobierno de España, el de Cataluña o el de Madagascar. Lo indignante es que los reyes de la subvención pública gestionada por el amiguismo estelado vengan a dárselas de íntegros, haciendo gala de una indignación hipócrita. Todos quienes han trabajado en la prensa catalana, de manera activa o pasiva, a saber, mirando hacia otro lado, han coadyuvado a que la quimera procesista haya calado en la gente. Del Ara a La Vanguardia, del Nacional a Vilaweb, de RAC a la SER. Y TV3 no ha sido el menos culpable. Todavía siguen lanzando a diario consignas contra todo lo que no sea su ideología supremacista engordada con los impuestos de todos.

Con esa miseria moral a sus espaldas no es raro que tengan a Villarejo como referente ético. Como tampoco lo sería que cualquier día traigan a Corinna para que hable de la virtud. Si Pujol, su héroe, se atreve a estas alturas a dar lecciones de honestidad, imaginen lo que pueden hacer los del Preguntes Freqüents. Así es Cataluña y así son sus medios en los que, por vía de ejemplo, el golpista indultado Josep Rull tiene un programa llamado Celda 61 en un canal privado catalán. A este paso, los informativos los acabará presentando Puigdemont. O su señora, que así podría justificar mejor los seis mil euros que le pagamos al mes por una entrevistita semanal en una red de emisoras que nadie escucha. Y dicen de periodistas subvencionados…

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