Iceta ha vuelto a tender una mano al independentismo señalando el camino del indulto para los golpistas. Ha sido un impulso irrefrenable, un subidón electoral falsamente inconsciente, una revelación de intenciones. Mano dura de boquilla, como quiere Sánchez; y debilidad de hecho para asegurarse los acuerdos locales en Cataluña, Navarra y País Vasco, e incluso para preparar una posible investidura tras el 10-N.
El PSC de Iceta ha demostrado ser un verdadero peligro. Es de esos partidos que se pueden catalogar como semileal, de los que se ponen de perfil cuando hay un pulso a la democracia. El socialismo catalán se ha convertido desde hace mucho tiempo en la coartada, cuando no en el colaborador necesario, de todo intento autoritario y golpista de los independentistas.
Seguro que es injusta esta afirmación porque siempre hay algún nombre que disiente y censura a su jefe, pero son los menos y están callados. Sin embargo, la deriva del PSC hacia la comprensión del independentismo se ha acentuado desde los gobiernos tripartitos, entre el 2003 y 2010.
Los lazos entre socialistas y ERC se estrecharon hasta el punto de que dio como fruto aquel aborto de Estatuto de Autonomía que tumbó el Tribunal Constitucional. La razón fue evidente: permitía que tuviera un poder judicial separado, lo que le hubiera venido muy bien a los del 3%.
El socialismo se quedó arrinconado en las urnas desde entonces, y decidió dar un paso adelante, acoplarse a los nuevos tiempos de “construcción nacional”. Era necesario sobrevivir y abrazó con ganas el nacionalismo. Por eso, en febrero de 2013 el grupo del PSC en el Congreso de los Diputados votó por primera vez de forma diferente a la del PSOE.
No fue algo baladí. Se trató de una proposición de CiU a favor del “derecho a decidir”. Carmen Chacón fue la excepción, que dejó el salón para no votar. Es curioso: entonces votaron a favor de aquella resolución los mismos que apoyaron a Pedro Sánchez en la moción de censura: PNV, ERC, los diputados de la extrema izquierda, los filoetarras y otros nacionalistas. A estos se sumaron los del PSC.
No surgió esto al azar. El PSC llevó el “derecho a decidir” en su programa electoral de 2012, y Miquel Iceta lo defendió ante el resto del socialismo. Decía así: “Manifestamos nuestro convencimiento de que los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña deberán decidir libremente sobre cualquier propuesta de cambio substancial de las relaciones entre Cataluña y España, acordada entre las instituciones catalanas y españolas, a través de un referéndum, en el que se plantee una pregunta clara, a la que se deba responder de forma inequívoca, aceptando o rechazando el proyecto sometido a consulta”.
Los golpistas tienen que asegurar ante el juez, las autoridades y España entera que no volverán a hacerlo, que fue un pecadillo de juventud
Esto generó discrepancias en el socialismo español, especialmente con Rubalcaba, pero Pere Navarro, líder de los catalanes entonces pidió a los diputados del PSC que se desmarcaran del PSOE. Iceta, en la misma línea, dijo que le daba igual la discrepancia, que si el PSOE no era partidario del “derecho a decidir”, el PSC sí. A partir de ahí, han sido favorables a algún tipo de consulta pactada, “tipo Quebec” afirmaron, a un reconocimiento si, como dijo Iceta, llegan al 65% favorable a la independencia.
Luego ha venido la negativa del PSC a apoyar la moción de censura de Ciudadanos y PP contra Torra por su actuación y declaraciones autoritarias, así como por su connivencia con quienes querían atentar en Cataluña y asaltar el Parlament. Finalmente, y en consonancia, Iceta habla del indulto a los golpistas. Ya lo hizo en campaña electoral, a su estilo, afirmando y desmintiendo, corrigiendo y matizando, pero dejando siempre la sensación de que debían ser perdonados.
Lo ha vuelto a hacer, indicando además cómo deben hacerlo tras la sentencia condenatoria. Los golpistas tienen que asegurar ante el juez, las autoridades y España entera que no volverán a hacerlo, que fue un pecadillo de juventud 'indepe', un sueño de verano con el otoño entrado, una fruslería política.
¿Quién está más contento? Torra, que no ha tardado en resaltar la responsabilidad y la seriedad del PSC de Iceta. Cuando tu enemigo te aplaude, malo.