Cuando, tras su larga odisea fugitiva, la Guardia Civil detuvo al Lute en el castillo de Alcalá de Guadaíra, el jefe militar que estaba al mando de la operación se plantó flamenco ante el detenido y lo condecoró con un clásico saludo castrense: “¡Con dos cojones!”, le dijo bruscamente, para encomiar su aventura y reconocer –“de hombre a hombre”, como ese mílite habría dicho sin duda-- el fin de su largo calvario. Hubiera resultado estupendo que uno cualquiera de los/las barandas presentes en la recepción pública organizada en Barcelona al prófugo Puigdemont hubiera hecho, si no lo propio, que eso sería mucho pedir a esa tropa ventajista, que al menos uno de ellos, insisto, lo hubiera honrado con algún saludo reconfortante. Pero no fue así. Las imágenes que nos madrugaron el jueves pasado no se prestaban a un protocolo como aquel, sumidas como estuvieron en un patrón entre caótico y zarzuelero. No cabía esperar semejante gallardía, desde luego, en un aburguesado Artur Mas o en un charnego como Montilla, y menos aún en medio de un escenario tan desconcertante del que sólo emanaba la vehemente sugestión de que su única clave no podía ser otra que la basada en la comedia pactada a costa de unos Mossos reducidos, una vez más, al papel de títeres en el guiñol sanchista.
Nunca el gallinero tertuliano se agitó tan desinformado ni tan conjetural como en esta ocasión, multiplicando peregrinas hipótesis sin dejar de bucear a ojos cerrados en el piélago del secretismo oficial
En ese lamentable espectáculo matinal no cabía más que especular. ¿Cómo había sido posible que el fugitivo apareciera en un escenario --¡autorizado por el Ayuntamiento, para mayor inri!--, que desde éste lanzara su arenga y que desapareciera luego, como por encanto, para continuar alimentando la leyenda dorada del perseguido subvencionado a manos llenas por el Estado español, y lograr de paso el prestigio del héroe? ¿Es que no había policías vigilando allí donde una multitud prevenida aguardó para recibir y homenajear al reclamado por la Justicia, o es que acaso, como es forzoso deducir, existía de antemano entre los indepes y el Gobierno un pacto ilícito que impedía a esas policías, a despecho del fuero judicial, proceder a la obligada detención del evadido?
Nunca el gallinero tertuliano se agitó tan desinformado ni tan conjetural como en esta ocasión, multiplicando peregrinas hipótesis sin dejar de bucear a ojos cerrados en el piélago del secretismo oficial. Ni nunca alguien tan insignificante como Puigdemont acumuló tanto poderío a partir de su programada rehabilitación tramada en secreto desde el extranjero por el sanedrín sanchista. Se pudieron oír durante toda la mañana conjeturas bizarras y deducciones perpetradas desde los respectivos intereses partidistas, aunque ninguna de ellas alcanzara el grado de insolente cretinismo que logró obtener el cuestionamiento del fugitivo preguntándose y preguntándonos cómo podía ser posible que “cuatro jueces mandaran más que un Parlamento”. Total, la escena resumida en una burundanga que evidenció, más allá de las circunstancias, la crisis profunda en que se encuentra sumido el Estado de Derecho y lo desbaratada que anda la democracia a la sombra de una Constitución pacientemente lacerada desde las propias instituciones.
Connivencia policial y agentes detenidos
¿Y Sánchez? Pues Sánchez, sabe Dios, y parece que también el Rey, de vacaciones, que en fin de cuentas el inconcebible espectáculo que estaba ocurriendo en Barcelona no dejaba de ser un idilio comparado con la que se lio el famoso 1-O. Perpetrada la farsa del fugitivo, el propio independentismo, conchabado con él, investía al President más caro de la crónica autonómica, que era lo que Sánchez pretendía antes de acogerse a sagrado bajo la sombrilla. ¿Alguien recuerda mayor turbación y desbarajuste que el que ofrecía la tele esa mañana a este pueblo mansueto mientras el Gobierno se ahogaba en su propio mutismo?
El descubrimiento de la connivencia policial y la detención de los policías autonómicos cómplices en la fuga no fue, en realidad, ninguna novedad para una opinión ahormada ya a las trazas truhanescas de Sánchez. El que dijo que traería a Puigdemont ante la Justicia ha rematado el ciclo colocando a la Justicia bajo Puigdemont.
nataliany
También lo del Lute fué una estafa ó se trata de otro panegírico (uno más) a la simpar astucia de Puigdemont?
Unoquestabarando
Con lo socialista que usted era... en Andalucía.
Gori
Muy sensato... Pero lo harán? Que va!
MiLu
Un simple spaghetti Western, del mítico ¡Qué escándalo, aquí se juega! Ya no hacen películas, como las de antes,..