"PP y PSOE, pase lo que pase, partimos con 70 escaños en las elecciones". La frase es de uno de los dirigentes más importantes del PP en la época de Mariano Rajoy, y que hoy vive defenestrado por Pablo Casado. Era su manera de explicar lo difícil que la ley electoral pone a la nueva política superar al bipartidismo tradicional.
Por eso, la reforma del sistema D'hondt es quizá una de las prioridades de Ciudadanos. El partido naranja entiende que sólo puede hacerlo desde un gobierno de coalición. Y eso explica todo lo que está ocurriendo con las propuestas de Albert Rivera en la campaña para las elecciones generales del 28-A.
Ciudadanos, a diferencia de Podemos, siempre se ha planteado su andadura en la política española como una carrera de fondo. En 2015, en pleno boom de los nuevos partidos, la formación naranja rechazó el planteamiento de Podemos de diluir su marca en complejas alianzas territoriales.
Los estrategas de Ciudadanos no dudaban de que Podemos tendría éxito, como así fue ganando los ayuntamientos de Madrid o Barcelona. Y que la representación naranja sería más pequeña. Pero sería suya. Ciudadanos preveía que las llamadas confluencias de Pablo Iglesias presentaría dificultades a medio plazo. Y el tiempo, dicen, les ha terminado dando la razón con la descomposición de Podemos.
La presidencia puede esperar
Rivera tocó La Moncloa con la yema de los dedos después del golpe separatista en Cataluña. Así lo decían los encuestas. Y así lo creían los empresarios más importantes de España, que llamaban a las puertas de Ciudadanos interesándose por sus propuestas económicas.
La moción de censura lo frustró todo. Un movimiento arriesgado de Pedro Sánchez, que le salió políticamente bien visto lo visto. Ciudadanos ha dado algún bandazo desde entonces tratando de recolocarse.
Las elecciones del 28-A no serán probablemente las que sitúen a un presidente liberal en La Moncloa. Pero el partido naranja considera que es vital entrar en el Gobierno. Rivera quiere asegurarse que él y solo él tiene las llaves de la presidencia.
La invitación a Casado para formar una coalición se ha interpretado en el PP y el PSOE como un mensaje perdedor. Pero la dirección de Ciudadanos, según ha sabido Vozpópuli, está convencida de que han dado en el clavo. Y Rivera no va a parar de repetirlo.
La reforma que Rivera exigirá sí o sí a su socio es la de la ley electoral. Es ahí donde Ciudadanos quiere comenzar a construir una futura victoria
Su objetivo era romper la tradicional dicotomía de esta y todas las campañas: PP o PSOE. Y lo ha hecho abriendo un nuevo frente que va más allá de las siglas: Rivera o Casado para líderar la derecha. Ciudadanos cree haber conseguido introducir ese debate en la opinión pública, y al menos trocear el eje de la campaña. El líder del PP se está viendo obligado a responder a diario a la mano tendida de Rivera.
A partir de ahí, ¿qué espera Rivera? El líder de Ciudadanos no va a renunciar a la victoria o a encabezar el Gobierno, pero las prioridades son otras. Por eso utiliza el mensaje hiperbólico de la "emergencia nacional" de sacar a Sánchez.
Sistema proporcional contra PP y PSOE
Rivera va con todo en estas elecciones. Se ha llevado a Inés Arrimadas, lo mejor que tiene, al Congreso y ha hecho algunos fichajes de relumbrón. El objetivo es desde luego duplicar sus 32 escaños actuales, y si puede ser sumar más. Ciudadanos ha optado por gestionar sus expectativas, porque la incógnita de Vox deja todo en el aire.
El partido ha elegido de nuevo paciencia. Ciudadanos es un partido convencido en su fuero interno de que un día liderará el gobierno de España. Pero para hacerlo necesita crecer ahora y desde luego entrar al futuro ejecutivo de coalición.
Desde ahí, y si lo consigue, la reforma que Rivera exigirá sí o sí a su socio es la de la ley electoral. Es ahí donde Ciudadanos quiere comenzar a construir una futura victoria. Un sistema más proporcional que arrebate a PP y PSOE los 70 escaños con los que parten cada vez que se abren las urnas.