El Gobierno de Pedro Sánchez reaccionó como lo hizo, sin impedir el aterrizaje prohibido en España de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, para no poner en peligro una delicada operación en marcha que facilitaría la transición a la democracia y a unas elecciones libres en aquel país: ofrecer asilo a los altos cargos régimen chavista sin causas judiciales pendientes en Estados Unidos, según aseguran a Vozpópuli fuentes políticas, diplomáticas y de la seguridad del Estado.
Quienes sí las tienen, cual es el caso del propio Nicolás Maduro, no pueden residir en ningún país europeo, por riesgo de ser entregados, y tendrán que asilarse en Cuba, país con el cual EEUU no tiene tratado bilateral de extradición. De hecho, el propio presidente venezolano ya lo intentó el año pasado tras la primera tentativa del presidente encargado, Juan Guaidó, de hacerse con el poder ayudado por la administración de Donald Trump, los países del Grupo de Lima en la región, y la Unión Europea.
No poner en riesgo esa delicada operación que el Ejecutivo socialista lleva a cabo desde hace meses fue lo que motivó en el fondo la reacción "temerosa" de Sánchez ante la llegada a España de Rodríguez, y el vodevil de contradicciones y falta de explicaciones al episodio protagonizado por el secretario de Organización socialista y Ministro de Transportes, José Luis Ábalos, sostienen varias fuentes.
Tras estallar el incidente de Ábalos con Delcy Rodríguez en Barajas, se trataba de zanjarlo "con el menor coste político y diplomático posible y no poner en riesgo el papel de España en toda esta operación"
Ábalos fue mandado por el presidente del Gobierno a recibir casi de incógnito a Delcy Rodríguez a pie de pista en Barajas en la madrugada del 19 al 20 de enero, para informarla de que no podía entrar en España, en lugar de desviar la aeronave a realizar escala en algún aeropuerto del norte de África de camino a Estambul. Porque se trataba de zanjar el incidente "con el menor coste político y diplomático posible y no poner en riesgo el papel de España en toda esta operación", sostiene una de las fuentes informantes.
La posibilidad de que España ejerza de facilitadora de una salida política con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en labores de mediación -lleva 39 viajes al país caribeño- no es nueva; sigue en marcha desde el Gobierno de Mariano Rajoy y el ex ministro de Asuntos Exteriores socialista, hoy Alto Representante de la UE, José Borrell, la heredó y continuó desarrollándola.
No obstante, fuentes próximas al expresidente Zapatero ven "muy incierto" que esa posible operación de asilo acabe llevándose a cabo en las actuales circunstancias del país caribeño. Resulta "incluso extravagante", añaden. Y el incidente de Barajas con Delcy Rodríguez tampoco ayuda.
Al final, explica una fuente de la seguridad del Estado, el probema es que la entrada de Unidas-Podemos al Gobierno tras las elecciones del 10N ha "escorado" la posición española hacia las tesis del chavismo, a ojos de buena parte de la oposición venezolana, de EEUU y de los socios europeos; no se explica, si no, la negativa de Sánchez a recibir a Juan Guaidó en su reciente visita a España y el "confuso" papel de la nueva ministra de Exteriores, Arantxa González Laya, al respecto.
El precedente del 'Pollo Carvajal'
Las fuentes informantes reconocen que todo lo ocurrido -el viaje de la vicepresidenta, la visita de Guaidó- ha dejado "muy tocado" el papel de nuestro país en la operación porque, si bien Estados Unidos siempre ha albergado muchas reticencias hacia la neutralidad española, "dejaba hacer" en la medida en que sirviera para desalojar a Nicolás Maduro del poder.
Pero la extraña huida de España del ex jefe de la inteligencia chavista, general Hugo Armando Carvajal, más conocido como El Pollo Carvajal, tras ser aprobada su extradición a Estados Unidos, dejó muy tocada la confianza estadounidense en el papel de España y sus servicios de seguridad; y, por otro lado, sentó un mal precedente entre los jerarcas chavistas respecto a que España es un Estado donde no deben asilarse si tienen causas pendientes con aquel país.
La petición de explicaciones del secretario de Estado, Mike Pompeo, a la ministra de Exteriores el pasado 5 de febrero por el episodio de Delcy Rodríguez y, sobre todo, el rapapolvo que horas después de ese encuentro propinó al Gobierno el enviado de Trump para el asunto venezolano, Elliott Abrahms, hacen albergar serias dudas a muchos observadores del papel mediador de España entre Gobierno y oposición venezolanos.
Máxime cuando la presión que está sufriendo Pedro Sánchez por parte de la oposición para que aclare el episodio de Ábalos en Barajas, que ya esta judicializado para dilucidar si hay responsabilidades penales en el ministro o los policías, que no solo no retuvieron a la vicepresidenta venezolana en Barajas sino que facilitaron su embarque en un vuelo a Doha (Qatar) en la mañana del lunes 20 de enero para que saliera de territorio UE.