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El coronavirus paraliza el plan de prevención del suicidio del Ministerio de Sanidad

Los especialistas piden un nuevo impulso para ponerlo en marcha y frenar un grave problema de salud pública que cada año provoca 3.500 muertes en España; advierten sobre el aumento de casos de depresión tras la pandemia

  • Depresión o ansiedad, las consecuencias tras la pandemia

El próximo jueves 10 de septiembre, se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio 2020, una realidad muchas veces ignorada que, sólo en España, provoca más de 3.500 muertes al año. El plan que tenía el Ministerio de Sanidad para luchar contra ese gravísimo problema de salud pública está paralizado desde hace casi un año. La covid-19 ha dejado en punto muerto su desarrollo. Eso a pesar de que, ya se viene advirtiendo desde hace meses, los trastornos depresivos podrían aumentar hasta un 20% por las crisis sanitaria, social y económica provocada por la pandemia. 

Así se ha puesto de manifiesto en la presentación, este lunes, del Libro Blanco "Depresión y suicidio 2020. Documento estratégico para la promoción de la Salud Mental", impulsado por la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM), con el apoyo de la farmacéutica Janssen.

Un documento -disponible en formato digital en la web de las sociedades científicas- que analiza en detalle la epidemiología, el impacto y los abordajes de la depresión y del suicidio desde diversas e innovadoras perspectivas.

El pasado otoño la entonces ministra de Sanidad, Luisa Carcedo, preveía que el plan de 'Prevención, detección precoz y abordaje de la conducta suicida' estaría listo en meses. Era una de las líneas prioritarias de la nueva Estrategia Nacional de Salud Mental 2019-2024 en la que el Gobierno trabajaba de forma conjunta con las comunidades autónomas. Pese a estar muy avanzando -debía haberse presentado al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud el pasado marzo, para someterlo a su aprobación- la pandemia dio al traste con los planes del ministerio.

Una actuación urgente a nivel nacional

Con motivo de la presentación del citado libro blanco "Depresión y Suicidio 2020", el psiquiatra Víctor Pérez Sola, coordinador del documento junto a la doctora Mercedes Navío, responsable de la Oficina de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, explicó que, hasta octubre del pasado año, "teníamos muchas esperanzas de que el plan pudiera salir adelante, pero la realidad es que la covid ha hecho que el tema se pare".  Su mayor objetivo es ahora que ese plan recobre un nuevo impulso

"Nos vamos a encargar de que esto se vuelva a poner en marcha lo antes posible. Es un documento imprescindible a nivel estatal para que las comunidades autónomas -la mayoría ya cuenta con programas de prevención en este sentido- tengan una unidad de acción", señala el también director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar, en Barcelona

Desde las sociedades científicas insisten en la necesidad de contar con un plan nacional en coordinación con todas las comunidades autónomas. Desde Madrid, la doctora Navío, relata que la comunidad ha puesto en marcha actuaciones concretas para identificar a las poblaciones de riesgo o contar con la colaboración de agentes sociales (profesores, policías, bomberos...) capaces de detectar a personas que presenten conductas suicidas o, también, formación a profesionales de Atención Primaria o el SUMMA 112. Hospitales como el 12 de Octubre o La Paz trabajan en programas específicos de prevención que han demostrado ser eficaces: se reduce el riesgo hasta un 25%.

El ejemplo de Dinamarca

En países donde ha habido una política activa de prevención del suicidio, indica el doctor Celso Arango, presidente de la SEP, como por ejemplo Dinamarca, se ha conseguido revertir la situación. "Pero esto se consigue con iniciativas ambiciosas y años de inversión económica y en salud que deben mantenerse en el tiempo y que requieren un esfuerzo por parte de muchas entidades", señala. 

Para la doctora Ana González-Pinto, presidenta de la SEPB, los centros educativos son el lugar apropiado para desplegar programas universales de prevención de trastornos mentales y de promoción de la salud mental. "Proporcionar una adecuada atención a estos casos puede conducir a mejorar el curso vital de estos jóvenes, su capacidad de aprendizaje, resultados académicos y futuro laboral", asegura.

El impacto de la pandemia en la salud mental

Los especialistas insisten en la urgencia de articular medidas para la prevención de un problema que, en España, es la segunda causa de muerte en jóvenes entre 15 y 29 años. También, en la importancia de la prevención en salud mental. Sobre todo en un momento en el que, según datos aportados en la presentación del Libro Blanco, los trastornos depresivos podrían aumentar hasta un 20% en los próximos meses y años a causa de la pandemia del coronavirus y de las crisis social y económica que se prevén.

El impacto psicológico de la pandemia ha sido mayor entre los enfermos graves de coronavirus, las familias de los fallecidos y los trabajadores sanitarios

Una crisis sanitaria que, según la doctora Mercedes Navío, "ha puesto en cuestión dos fantasías que caracterizan nuestro funcionamiento habitual que son la 'ilusión de invulnerabilidad' y la 'ilusión de control' haciendo que aumente el estrés ante la incertidumbre, que sintamos amenazada nuestra integridad y la de nuestros seres queridos y que nuestra forma de vida se vea afectada, tal y como ha sucedido".

El impacto ha sido especialmente notorio entre aquellos que han padecido la covid-19 con sintomatología más grave, las familias de los fallecidos y los trabajadores sanitarios que están en primera línea. "En estas poblaciones ya estamos viendo un aumento de patologías que están muy bien descritas: ansiedad, depresión, consumo de alcohol y suicidio", describe el doctor Víctor Pérez Sola.

El psiquiatra hace hincapié en la importancia de la actuación terapéutica y preventiva en los trabajadores sanitarios que están en primera línea en esta crisis. Apunta a  estudios recientes que revelan un aumento de más del 50% de la sintomatología de depresión, de ansiedad y el insomnio entre estos profesionales que, advierte, no deben dudar en acudir a los servicios de psiquiatría si tienen síntomas.

Mercedes Navío añade que han notado que, en el colectivo sanitario, son las enfermeras las que menos reticencia tienen a la hora de pedir ayuda psicológica, frente al recelo de sus compañeros los médicos.

El duelo del coronavirus

En el caso de las personas en duelo o las que han pasado la enfermedad, añade el psiquiatra Pérez Solá, si hay síntomas de depresión y se detectan de forma precoz, normalmente tienen una respuesta muy buena. Tal y como se recoge en el libro, el 25% de las más de 700 personas que participaron en un programa de prevención de duelo complicado fue derivado a consultas de salud mental.

Durante el estado de alarma la teleconsulta fue fundamental para garantizar el acceso a los tratamientos a personas con trastorno mental y trastorno mental grave

Otro grupo de población especialmente vulnerable en esta crisis sanitaria son las personas con enfermedades mentales. Entre las primeras consecuencias que han experimentado ha sido la disminución en la atención tradicional, ante la necesidad de reorganizar la asistencia. "La teleconsulta ha sido fundamental para garantizar el acceso a los tratamientos a las personas con trastorno mental y trastorno mental grave en la fase crítica en la que la minimización del riesgo de contagio era la prioridad”, señala Navío. A pesar de ello, advierte que debe ser complementaria a las formas de atención habituales y nunca debe sustituir a la atención presencial.

Actualmente en España, la depresión afecta a una de cada cinco mujeres y 1 de cada 10 hombres. "Se estima que en 2050 esta enfermedad será el principal problema de salud, lo que le convierte en una prioridad de salud pública", alerta la doctora González-Pinto que, subraya, "la eficacia de los tratamientos de la depresión, por un lado, y la eficacia de la prevención integral del suicidio, por otro, hacen que no priorizar este último sea una mala gestión sanitaria".

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